miércoles, 7 de diciembre de 2011

Presencia

Si, por inadecuadamente que sea, la iluminación pudiera ser descrita en término de cualidades, las veo como amor incondicional, compasión, tranquilidad y alegría sin causa. La existencia en el tiempo es sólo un reflejo de esas cualidades, y mientras mantengo y alimento mi creencia en mi identidad separada, sólo puedo expresar un reflejo de esas cualidades y no su esencia.

Mientras no se quién soy, estoy extraviado.

Sin embargo, la iluminación tiene otra cualidad, que es el puente entre lo atemporal y mi sensación de separación ilusoria. Esa cualidad es la presencia. La presencia es nuestra naturaleza constante, pero la mayor parte del tiempo estamos interrumpiéndola al vivir en un estado de expectativa, de motivación o de interpretación. Nosotros no estamos casi nunca en casa. Para redescubrir nuestra libertad, necesitamos que estas proyecciones se vayan y permitir la posibilidad de la presencia. Su descubrimiento real, o nuestro acceso a ella, sólo puede hacerse dentro de la esencia de "lo que es". Aquí es donde reside la vida espontánea y donde podemos dar la bienvenida abiertamente a lo desconocido.

Sólo aquí, simplemente en la conciencia presente de "lo que es", puede haber liberación de la autoimagen.

Vivir apasionadamente es abandonar todo por la maravilla de la presencia sin tiempo. Cuando tenemos suficiente coraje para permitir esto, repentinamente redescubrimos que somos la única fuente de todo.

La presencia no ha de ser confundida con "ser aquí y ahora", lo cual es un proceso continuo del sí mismo separado y no tiene ninguna relevancia directa para la liberación.

La presencia es una cualidad de bienvenida, de conciencia abierta que se dedica simplemente a "lo que es". Todavía puede haber alguien que es conciente y hay también eso de lo que es conciente, el sonido del agua que corre, el sabor del té, la sensación de miedo, o el peso y la textura de sentarse en la silla. Y entonces puede haber un desprenderse de ese alguien que es conciente, y todo lo que queda es la presencia. Todo esto es totalmente sin juicio, sin análisis, sin el deseo de llegar a una conclusión o de devenir en algo. No hay ninguna expectativa. Hay simplemente "lo que es".

Al comienzo, es suficiente dejar que la conciencia se dedique a "lo que es". Desprenderse de ese alguien  que es conciente es algo que puede ocurrir fácilmente a continuación, pero no puede ser nunca una tarea.

Yo no puedo "hacer" la presencia, simplemente porque "soy" la presencia. De modo que no hay ningún procedimiento que aprender, porque no puedo aprender u obtener algo que ya soy.

La presencia es totalmente sin esfuerzo y está más cerca de mi que respirar. La presencia sólo puede ser admitida y reconocida. Lo que tiendo a hacer la mayor parte del tiempo es a ponerla a un lado o interrumpirla.

La existencia no sería si no fuera por la presencia. Yo soy presencia y usted es presencia. Si nosotros no estuviéramos presentes, la existencia no sería. La presencia emana de la fuente de todo lo conocido y desconocido. Y eso es lo que nosotros somos. Nosotros somos la única fuente de nuestra propia creación.


Tony Parsons, de su libro "Lo que Es, El Secreto Abierto a una Vida Despertada"

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Tres Preguntas

Hay tres preguntas que, cuando son formuladas con autenticidad, hacen que recuperemos en nuestro interior la conciencia de una realidad que ha estado oculta.

Dentro de este texto llamaremos a esa realidad "lo inefable". La llamamos deliberadamente lo inefable para comunicar que no puede ser comprendida mediante una aproximación puramente mental. Una vez que recuperamos la conciencia de esta realidad en nuestro interior, su vibración irradia hacia todos los aspectos de nuestra experiencia de vida.

Las tres preguntas son:

¿QUE SOY? No quién soy. Preguntar quién nos abre a respuestas impulsadas por la personalidad. Quién tiene que ver con conceptos y rasgos de comportamientos, sin ninguna conciencia de nuestra auténtica esencia.

¿QUE ES DIOS PARA NOSOTROS? Una vez más, es mejor no usar la palabra quién. Cuando Dios es un quién, estamos moviéndonos dentro de sistemas de creencias con base cultural.

¿DONDE ESTOY AHORA? Esta es una pregunta que rara vez hacemos porque damos por sentado que sabemos dónde estamos, de la misma manera que tendemos a dar por sentado, erróneamente, que somos la personalidad conceptual y de comportamiento que hemos fabricado; la identidad externa con la que interactúa todo el mundo en nuestra vida. También tendemos a dar por sentado, erróneamente, que Dios es la identidad movida por la personalidad que nos han enseñado en nuestras religiones, una identidad fabricada dentro las limitaciones de nuestro intelecto humano. Asimismo, podemos dar por sentado, erróneamente, que donde estamos en este momento está definido por la dirección física o la ubicación geográfica de nuestras circunstancias de vida. Pero, ¿realmente es así?

El motivo por el cual es posible que nos cueste responder a estas tres preguntas es que automáticamente intentamos dar una respuesta física o mental. Sin embargo, ni los aspectos físicos ni los aspectos mentales de nuestra experiencia humana tienen la capacidad de comprender una pregunta cuya respuesta sólo está disponible como una trasmisión vibracional.

Por lo tanto, a menos que reactivemos nuestra capacidad de interactuar directamente con nuestra esencia vibracional, seguiremos permaneciendo ciegos a esas respuestas, incluso cuando estén más cerca de nosotros que el aire que respiramos.

Solamente abandonando conscientemente nuestra ceguera podemos iniciar el viaje del despertar, que nos llevará desde el vivir inconscientemente hacia una conversación con lo inefable.

Michael Brown, de su libro "La Alquimia del Corazón"

jueves, 24 de noviembre de 2011

Gratitud

El mejor efecto de las personas exquisitas, se siente después de haber estado en su presencia. Ralf Waldo Emerson.

Cuando un ser exquisito se despide y se aleja, queda flotando en la atmósfera un punto de consciencia que enciende la llama. Se trata de una ola sutil de serenidad y lucidez que se hace evidente al poco rato de su marcha. En realidad, todo ser humano emana una radiación que, como mochila etérea, registra la calidad de sus propias vibraciones y el ropaje de su aura.

Cuando pasa por nuestra vida un ser que ha observado su ego y, que sin demandar afirmación, escucha sin prisa y con la guardia bajada, comprobamos que ya comienzan a existir humanos que han hecho de su mente transparencia. Comprobamos que en contacto con determinados seres, percibimos una suavidad y firmeza que envuelve claves que purifican antiguas heridas de nuestra alma. Se trata de personas que, aunque no hablen directamente acerca de lo que nos pasa, llegan ahí dentro donde había daño, ahí donde nuestro ego herido, se encoge y clama. ¿Acaso se trata de un servidor de la vida que vuelve a casa? Tal vez, es tan sólo la hermandad humana que sabe la clase de medicina que necesitamos para liberar miedos, suavizar aristas y barrer culpas pasadas.

Al cabo de varias horas, cuando uno se detiene y recuerda su presencia, sucede que brota una sonrisa y se respira más hondo, como si algo de suavidad perdurara. Y, aunque no hay razones para sentirse feliz, uno observa sorprendido que su corazón late en una alegría que recuerda al abrazo y a la afinidad del alma, “¿por qué?”, uno se pregunta. Tal vez porque alguien que hizo de su ego una máscara exquisita, nos brindó su aroma y la silente profundidad de su mirada.

Cuando vivimos desde dentro hacia fuera, cuando el dolor nos ha vaciado de prepotencia y ya hemos disuelto nuestras más rígidas corazas, cuando sentimos la inofensividad y la ternura, sabemos que la lucidez está inundando nuestros pozos de oleadas algo más que humanas. En realidad, y en lo profundo, sabemos que es el propio Universo el que nos reconoce y regala.

Y todo este milagro de la comunicación no depende de la conversación, ni de observar si a dicha persona le apetecía saber de nuestra vida, ni de si habla bonito acerca del todo y de la nada. Se trata, tan sólo, de un algo que está más allá de la piel, más allá de los puros cerebros, y casi, de la mismísima alma. Sucede que simplemente la Gracia nos visita, sucede que lo divino y fugaz quiere ser reconocido en el núcleo de nuestra pupila y en los latidos de nuestras más íntimas moradas.

Y tras el adiós de la despedida, mientras se siente el agridulce y sutil regocijo, uno levanta la mirada y pronuncia silenciosamente ¡Gracias! Y de nuevo, algo muy profundo se abre dentro, dispuesto a confiar y vivir con una visión más amplia.

“Gracias” dice uno, tras cerrar la puerta, a veces me visita el ángel con forma humana.

José María Doria, de su libro "Inteligencia del Alma"

viernes, 18 de noviembre de 2011

La Iluminación

El proceso del despertar es continuo y es, al mismo tiempo, una iluminación instantánea. Sigo aprendiendo día a día y ya han pasado veinticinco años desde que el ego ilusorio murió. ¿Qué he aprendido durante todo este tiempo y qué he aprendido a causa del propio despertar? Voy a explicarlo lo mejor que pueda. Ten en cuenta que las palabras sólo apuntan hacia algo que está más allá de cualquier realidad que la mente condicionada pueda comprender jamás, a pesar de ser algo sumamente simple.

Existen muchos conceptos erróneos acerca de la iluminación. Hay demasiadas personas pensando en experiencias cósmicas y místicas relacionadas con sus ideas acerca de lo que es la iluminación. Esta comprensión errónea ha sido perpetuada por algunos supuestos gurús y por escritores que no están despiertos. Es como la zanahoria que cuelga delante del burro que tira de la carreta: los gurús van en la carreta a expensas de los alumnos. Hay muchas supuestas «experiencias místicas», pero éstas tienen poco o nada que ver con la iluminación.

Muchas personas tienden a meter todo tipo de experiencias paranormales en el mismo saco que la iluminación. Esto también es un error. Como lo es asociar la iluminación a los últimos descubrimientos de la física. Yo he sido clarividente antes y después del  Despertar y este hecho no tiene ninguna relación con la iluminación.

Los cánticos, rezos y ritos religiosos no tienen ningún sentido para la iluminación. La meditación Zen puede ayudar a aquietar la mente para que vea con mayor claridad. Esto puede servir de alguna ayuda para el despertar. Yo no meditaba, ni seguía ninguna religión. La religión forma parte del sueño del ego y no tiene nada que ver con la realidad.

Tampoco he tenido jamás un maestro. A lo largo de la historia sólo ha habido unos pocos maestros realmente buenos. Hoy hay muchas personas que afirman ser maestros y que claramente no han despertado, a menos que consideremos que un pequeño espasmo espiritual es un Despertar. Son, en su mayoría, los llamados Budas Lunares: reflejan lo que han leído u oído, pero sin haber tenido ninguna experiencia real. Parece que muchos maestros  –demasiados– de la actualidad son lo que yo llamo conclusionistas:  tienen una imagen mental de lo que significa todo e implantan esas imágenes en las mentes de sus alumnos. Entonces los estudiantes llegan a una conclusión, lo cual les proporciona una euforia momentánea, y creen haber despertado. La iluminación jamás es una conclusión. No tiene nada que ver con la mente condicionada, excepto en la clara necesidad de ir más allá de ella.

La iluminación no tiene palabras. Nunca es una imagen de ningún tipo. No está en el tiempo, tiene que ser ahora. La iluminación es ver directamente la Realidad como la Realidad Misma. Jamás puede ser nombrada o expresada en forma alguna. Está dentro de una categoría completamente distinta a cualquiera de las que la mente está habituada. Es Conciencia Pura, Sabiduría Pura, Vida Pura y Simple, sin la sombra de la mente condicionada. No es otra cosa que lo que ves delante de ti, pero va más allá de toda objetividad y subjetividad. Es ver claramente cómo la mente se ha dividido en imágenes, ideas, conceptos, creencias y sueños. Eso es lo que muere: ése es el ego.
Cuando uno ha despertado verdaderamente, no necesita ninguna confirmación de nadie. Uno sabe qué ha ocurrido, sin ninguna sombra de duda, y está completamente seguro de que ha sido un despertar. Recientemente leí acerca de un maestro Zen del siglo XVque tuvo un despertar, o eso creyó, y luego recorrió todo Japón en busca de alguien que se lo confirmara. Si realmente hubiese tenido un despertar, no habría necesitado hacerlo. Era un conclusionista y así fue como enseñó lo que creía saber.

Con demasiada frecuencia, la gente cree todo tipo de disparates sobre aquellos que se han iluminado. Creen que, de algún modo, esas personas «Despiertas» son santas y están más allá del ser humano normal. Esto no es cierto. Una persona iluminada es simplemente una persona que ha despertado a la realidad y es la misma de siempre, nada más. La gente parece pensar que los iluminados son infalibles y perfectos en todos los aspectos. Son personas auténticas, de una sola pieza, pero son simples seres humanos, ni mejores ni peores que cualquier otro Cometen errores, quedan en ridículo y hacen la mayoría de las cosas que hace todo el mundo de vez en cuando. No pueden ver nada como si estuviera fuera de su Ser. No son capaces de odiar ni de hacer daño a nadie, tienen más compasión que la mayoría de los seres humanos, no se pierden en sueños ni en creencias fútiles, se sienten seguros y, durante la mayor parte del tiempo, son felices.

Tengo una página de un calendario Zen que dice: «Cuando el hombre corriente alcanza el conocimiento, es un sabio; cuando un sabio alcanza el entendimiento, es un hombre corriente». Las personas iluminadas son gente corriente. No son perfectas, pero ¿a quién le importa?

Melvyn Wartella, de su libro "Ego, Evolución e Iluminación"

domingo, 13 de noviembre de 2011

Apertura

Cuando dejamos de ser el centro dramático de nuestras propias vidas, logramos una expansión que nos da la paz.  Alice A. Bayley.

La vida es un proceso de ampliación progresiva de la propia identidad. En sus comienzos, el yo vive encapsulado dentro de la piel, en un mundo tan prieto que resulta casi imposible ponerse en el lugar de cualquier otra persona. Poco a poco, el impulso evolutivo expande la identidad, y conforme la persona crece y avanza, supera su propia prisión egocéntrica. Cuando se expande el yo-cuerpo-físico del niño, éste se identifica con un yo-familia. Más tarde, sigue expandiéndose a un yo-sociedad en la que vive para llegar un día en que su experiencia de identidad abarca a la Humanidad completa. Se dice que la expansión sigue su proceso hasta culminar en el ser-totalidad, el Universo en esencia.

El camino iniciático que recorre la conciencia hacia la infinitud de un expandido sí mismo conlleva aperturas sucesivas, también llamadas iniciaciones. Cada nivel superior integra los niveles anteriores. En el mundo de la Física se refleja esta ley cuando vemos que los átomos integrados trascienden al nivel mayor de la célula. Asimismo, cuando las células se integran, trascienden al nivel superior u órgano. Y a su vez, éste integrado con otros, es trascendido en un psicocuerpo, y así hasta llegar donde uno quiera. Esta escalera de niveles u holo-arquía se expresa conceptualmente cuando vemos que dos letras integradas conforman una sílaba. Cuando éstas, a su vez, se integran, trascienden a una palabra que a su vez, integrada en otras, trasciende a una frase y a su vez a un párrafo...

Cuanta mayor profundidad y mayor totalidad, mayor es el valor conjunto. A nivel del sí mismo-consciencia pasa lo mismo, es decir, cuanto más amplio y profundo sea el nivel interno alcanzado, más valioso y desarrollado será el yo identidad que uno siente y expresa. Nos expandimos del egocentrismo al mundi-centrismo y de éste, al holocentrismo. El proceso de crecer y expandir significa un camino de vuelta hacia la conciencia de unidad. Un estado final de llegada en el que ya no hay otro. Un proceso que representa la evolución de la conciencia que, partiendo del estado prerracional y preconsciente, pasa por un estado racional y consciente y finalmente, deviene transpersonal y supraconsciente. Tres etapas del desarrollo que aluden al pasado, presente y futuro de la Humanidad completa.

La experiencia dramática que experimentamos al vivir, en realidad, le sucede a nuestro yo-idea, no al Ser transpersonal que en realidad somos en esencia. La dramatización es una cinta teatral que se despliega en la mente de la persona. El hecho de observar a los personajes internos con los que nos hemos identificado y proceder, simplemente, a distanciarse de los mismos, conlleva liberar la identidad Real de sus marionetas. Dejar de creer que uno es sus propios personajes y proceder a observarlos como partes del propio ego, supone separar las máscaras del pequeño “yo persona” y vivir desde un “Yo Testigo” en permanente presencia. Se trata de un centro de la corriente de consciencia que observa a dichos personajes y máscaras. El Ser permanente, absoluto y ecuánime. El que se da cuenta de que su mente prefiere, compara y opina. Es aquel que se da cuenta de los contenidos patrones y modelos que su mente maneja.

Las nubes del cielo vienen y van sin que ello afecte al  disco solar que contempla imperturbado el trasiego de las sombras. De la misma forma, los pensamientos, las emociones, las imágenes y las sensaciones, todos ellos impermanentes, son como tales nubes siempre cambiantes que no afectan al Yo-Observación que como cielo imperturbable, permanece inafectado por sus transitorias presencias. Se trata del Ser esencial que en realidad somos que señala la libertad por excelencia.

José María Doria, de su libro "Inteligencia del Alma"

martes, 8 de noviembre de 2011

Los cuatro aspectos del amor según el budismo

- Bondad incondicional o benevolencia. Capacidad de dar alegría y felicidad a la persona que amas. Aprender a observar a quién amamos porque si no la comprendemos no la podremos amar. La comprensión es la esencia del amor. Dedicar tiempo a estar presente y atento y observar profundamente. A eso se le llama comprensión.

- Compasión. Deseo y capacidad de aliviar el sufrimiento de otra persona. Para conocer la naturaleza de su sufrimiento y ayudarla a cambiar, también hay que observarla profundamente. Para eso es necesaria la meditación. Meditar es observar a fondo la esencia de las cosas.

- Alegría. Si en el amor no hay alegría, no se trata de verdadero amor. Si estamos sufriendo y llorando todo el tiempo o si se hace llorar a la persona que amamos, eso significa que no se trata de un verdadero amor, incluso puede llegar a ser lo opuesto a él. Si en la relación de pareja no hay alegría, seguro que no es un verdadero amor.

- Ecuanimidad y libertad. El verdadero amor hace alcanzar la libertad. Cuando se ama de verdad se le da al otro una absoluta libertad. Si no es así, no se trata de un verdadero amor. El otro debe sentirse libre, no solo por fuera, sino también por dentro.

“El verdadero amor”. Thich Nhat Hanh, 2004.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Ojos de Verdad

El forastero estaba sentado tranquilamente en medio de la marea siempre cambiante del mercado matinal, tan tranquilamente que un niño, cuyo corazón estaba en paz, se fijó en él.

        Hola – saludó el niño.
        Buenos días – dijo el forastero, sonriendo amablemente.
        ¿De dónde eres? – le preguntó el niño, sentándose junto a él.
        ¿Qué te hace pensar que soy de otro lugar? – inquirió el forastero con un brillo en la mirada.
        Hay una luz diferente que brilla en ti – replicó el niño.
        ¿Puedes ver esa luz? – preguntó el forastero curioso.
        No con mis ojos – explicó el niño hablando bajito, como si estuviera compartiendo un secreto– , pero la siento.
        Ah – dijo el forastero, bajando también la voz– ,la ves con tu corazón.
        Si – dijo el niño.

Se quedaron en silencio durante lo que pareció una eternidad. Entonces el niño alargó la mano y la colocó suavemente sobre el antebrazo del forastero.

        ¿Puedes llevarme allí?
        No – dijo el forastero– , pero al estar sentado aquí y disfrutar tranquilamente de esta hermosa mañana, te estoy señalando el camino. Y, en cualquier caso – rió, colocando su brazo alrededor del hombro del niño – , no se puede llevar a alguien a un lugar en el que ya está.

Michael Brown, de su libro “La Alquimia del Corazón”


lunes, 31 de octubre de 2011

El Sendero del Mago, Parte II

En esta entrada les comparto las siguientes 10 lecciones, para así completar las 20 lecciones del “modo del mago”, del libro “El Sendero del Mago” de Deepak Chopra. Las 10 primeras lecciones las encuentras en: El Sendero del Mago, Parte I.

Decimaprimera lección:
El mago es el maestro de la alquimia. La alquimia es transformación. La búsqueda de la perfección se inicia a través de la alquimia. Somos el mundo. Cuando nos transformemos, el mundo en el cual vivimos también se transformará. Las metas de la búsqueda, heroísmo, esperanza, gracia y amor, son el legado de lo eterno. Para reclutar la ayuda del mago, debemos ser fuertes en la verdad, no obstinados en nuestros juicios.

Decimasegunda lección:
La sabiduría vive y, por lo tanto, siempre es imprevisible. El orden es otra cara del caos, el caos es otra cara del orden. La incertidumbre interior es la puerta hacia la sabiduría.  El aventurero siempre irá acompañado de la inseguridad, pero aunque tropieza, nunca cae. El orden humano está hecho de reglas. El orden del mago no tiene reglas, fluye con la naturaleza de la vida.

Decimatercera lección:
La realidad que experimentamos es el reflejo de nuestras expectativas. Si proyectamos las mismas imágenes todos los días, nuestra realidad será idéntica día tras día. Cuando la atención es perfecta, crea orden y claridad a partir del caos y la confusión.

Decimacuarta lección:
Los magos no sufren ante una pérdida porque sólo lo irreal puede perderse. Aunque perdamos todo, lo real seguirá existiendo. En medio de los escombros de la desvastación y el desastre, hay tesoros ocultos. Cuando busques entre las cenizas, mira bien.

Decimaquinta lección:
En la medida en que conocemos el amor, nos convertimos en amor. El amor es más que una emoción. Es una fuerza de la naturaleza y, por lo tanto, debe contener la verdad. Al pronunciar la palabra “amor” quizás captamos la sensación, pero su esencia no se puede expresar con palabras. El amor más puro se encuentra donde menos lo esperamos: en el desapego.

Desimasexta lección:
Más allá de la vigilia, el sueño y la ensoñación, hay un número infinito de planos de consciencia. El mago existe simultáneamente en todas las épocas. El mago ve versiones infinitas de cada suceso. Las líneas rectas del tiempo en realidad son los hilos de una red que se extiende hasta el infinito.

Decimaséptima lección:
Quienes buscan jamás se extravían porque el espíritu los llama constantemente. Quienes buscan reciben pistas del mundo espiritual permanentemente. Las personas corrientes dan a estas pistas el nombre de coincidencias. Para el mago las coincidencias no existen. Cada suceso existe para develar otra capa del alma. El espíritu desea encontrarnos. Para aceptar su invitación debemos estar desprotegidos. Al buscar, comencemos por el corazón. El corazón es el hogar de la verdad.

Decimaoctava lección:
Podemos vivir la inmortalidad en medio de la mortalidad. El tiempo y la eternidad no son opuestos. Como la eternidad lo abarca todo, no tiene contrario. A nivel del ego, luchamos por resolver nuestros problemas. Para el espíritu, esa lucha es el problema. El mago es consciente de la batalla entre el ego y el espíritu, pero sabe que los dos son inmortales y no pueden morir. Todos los aspectos de nuestro yo son inmortales, hasta las partes a las cuales juzgamos más duramente.

Decimanovena lección:
Los magos jamás condenan el deseo. Fue siguiendo sus deseos como se convirtieron en magos. Todo deseo nace de un deseo anterior. La cadena del deseo jamás se termina. Es la vida misma. No consideres inútil ni equivocado ninguno de tus deseos, algún día todos se cumplirán. Los deseos son semillas a la espera de la estación propicia para germinar. De una sola semilla de deseo nacen bosques completos. Aprecia cada uno de los deseos de tu corazón, por trivial que parezca. Un día, esos deseos triviales te conducirán hasta Dios.

Vigésima lección:
El mayor bien que puedes hacerle al mundo es covertirte en mago.

El Sendero del Mago
Deepak Chopra

martes, 25 de octubre de 2011

El Sendero del Mago, Parte I

Luego de un tiempo de ausencia sin publicar en el blog, quise compartir con ustedes las primeras diez lecciones que Merlín le da a Arturo sobre “la enseñanza del modo del mago”. Siempre he considerado un hermoso tesoro el libro “El Sendero del Mago”, de Deepak Chopra, quizás porque en mi corazón me he sentido muy cercana a la resonancia de Merlín. Que disfruten las primeras lecciones!

Primera lección:
Hay un mago dentro de cada uno de nosotros, un mago que lo ve y lo sabe todo. El mago está más allá de los contrarios de luz y oscuridad, bien y mal, placer y dolor. Todo lo que el mago ve tiene sus raíces en el mundo invisible. La naturaleza refleja los estados de ánimo del mago. El cuerpo y la mente podrán dormir, pero el mago vela permanentemente. El mago posee el secreto de la inmortalidad.

Segunda lección:
La magia sólo podrá retornar con el regreso de la inocencia. La esencia del mago es la transformación.

Tercera lección:
El mago observa los ires y venires del mundo, pero su alma habita en el ámbito de la luz. El paisaje cambia, el observador permanece igual. El cuerpo es sólo el sitio al que los recuerdos llaman hogar.

Cuarta lección:
¿Quién soy yo? Es la única pregunta que vale la pena hacerse y la única que nunca se responde. Nuestro destino es representar una infinidad de papeles, pero esos papeles no somos nosotros mismos. El espíritu no tiene lugar, pero deja tras de sí una huella a la cual llamamos cuerpo. Un mago no se considera a sí mismo un suceso local que sueña un mundo más grande. Un mago es un mundo que sueña sucesos locales.

Quinta lección:
Los magos no creen en la muerte. A la luz de la conciencia, todo vive. No hay principios ni finales. Para el mago, éstos no son más que fabricaciones de la mente. Para estar totalmente vivo, es preciso estar muerto para el pasado. Las moléculas se disuelven y desaparecen, pero la consciencia sobrevive a la muerte de la materia en la cual se aloja.

Sexta lección:
La consciencia del mago es un campo omnipresente. Las corrientes de conocimiento presentes en el campo son eternas y fluyen para siempre. En los momentos de revelación están contenidos siglos de conocimiento. Vivimos como ondas de energía en el vasto océano de la energía. Cuando dejamos de lado el ego, tenemos acceso a la totalidad de la memoria.

Séptima lección:
Cuando se limpian las puertas de la percepción, comenzamos a ver el mundo invisible, el mundo del mago. Hay un manantial de vida dentro de cada uno de nosotros, a donde podemos ir en busca de limpieza y transformación. La purificación consiste en liberarse de las toxinas de la vida: las emociones tóxicas, los pensamientos tóxicos, las relaciones tóxicas. Todos los cuerpos vivos, físicos y sutiles, son manojos de energía que se pueden percibir directamente.

Octava lección:
El poder es una espada de doble filo. El poder del ego busca controlar y dominar. El poder del mago es el poder del amor. El asiento del poder está en el yo interior. El ego nos persigue como una sombra oscura. Su poder intoxica y crea adicción, pero en últimas destruye. El choque eterno del poder termina en la unidad.

Novena lección:
El mago vive en estado de conocimiento. Este conocimiento dirige su propia satisfacción.  El campo de la consciencia se organiza alrededor de nuestras intenciones. El conocimiento y la intención son fuerzas. Aquello que tenemos intención de hacer modifica el campo a nuestro favor. Las intenciones comprimidad en palabras encierran un poder mágico. El mago no trata de resolver el misterio de la vida. Está aquí para vivirla.

Décima lección:
Todos tenemos un yo-sombra que es parte de nuestra realidad total. El yo-sombra no está aquí para lastimarnos sino para señalar nuestros vacíos. Cuando acogemos a la sombra, ésta sana. Cuando sana, se convierte en amor. Cuando aprendemos a vivir con todas nuestras cualidades opuestas, viviremos nuestro yo total, al igual que el mago.

El Sendero del Mago
Deepak Chopra

lunes, 5 de septiembre de 2011

Cuando nada es algo

Recientemente tuve una conversación con alguien que había pasado por un periodo de sufrimiento. Varias veces, durante nuestros encuentros, esa persona dijo: "Pero ya sé que no es nada. Entiendo que no es nada". Ésa es la verdad, no es nada, pero estaba claro que esa persona no había tomado verdadera conciencia de ello. Para evitar ese descubrimiento directo estaba usando este mantra: Ya sé que no es nada, que no importa; realmente no es nada, en realidad no está pasando nada. Éste es el peligro, tomar la verdad y filtrarla a través de la mente hasta que se convierta en otro mecanismo de defensa. Esto es algo que cabe esperar, de modo que mantente alerta a este peligro. Decir que el sufrimiento no es nada, o incluso recordar una experiencia en la que se reveló que no era nada, es inútil. Asume que es algo, asume que es real y después mira: ¿qué es?

La manera habitual de lidiar con la incomodidad, desde la más leve hasta la más extrema, es intentar esconderse o escapar de ella. Ese escape asume muchas formas distintas. Conoces bien esas formas. Generalmente hay un culpar. Culpas a otros por tus faltas, o por las faltas de otro, o por las del mundo. Hay justificación. Te inventas excusas por regodearte en el sufrimiento y en la negatividad. Das peso, preeminencia e importancia a la excusa. Hay una negación del sufrimiento. Actúas como si no pasara nada, entras en una especie de trance disociado y vas caminando por ahí como una piedra diciendo: "No me pasa nada".

Todas estas estrategias tienen su lugar en el desarrollo de la conciencia individual. A una mente inmadura le pueden ocurrir cosas que sean demasiado grandes para poder manejarlas y por eso se inventa estrategias para sobrellevarlas. No hay nada malo en ello. Son apropiadas en ciertos momentos y lugares. Pero cuando un individuo llega a un nivel de madurez particular, surge el deseo de conocer la verdad. El ansia de ver con claridad muestra la futilidad de todas las estrategias. La madurez descubre que no es posible escaparse encubriendo, negando, expresando descontroladamente o culpando. Uno reconoce que el sufrimiento evitado mediante las estrategias no hace sino agrandarse, porque intervienen más pensamientos, más historias y más emociones. En ese momento uno puede desilusionarse y sentirse incapaz de huir. Esta decepción es el comienzo del potencial que tiene la mente para abrirse y descubrir que es posible afrontar el sufrimiento plena y directamente. Si el padecimiento vuelve a aparecer, el reto consiste en afontarlo sin recordar lo ocurrido en el último encuentro con él. Afrontar el sufrimiento con mente abierta es sufrir conscientemente. Y ello es liberarse de la reacción de escapar. Cuando te liberas de la tendencia a huir, puedes darte cuenta, finalmente, de qué es realmente el sufrimiento.

En un verdadero encuentro se produce una explosión de amor, claridad y verdad. La esencia de uno mismo se revela de profesor a alumno, de amigo a amigo, de amante a amante, de padre a hijo, de mente a sufrimiento. Si empiezas a imaginarte qué te traerá el próximo encuentro, el verdadero encuentro se pierde, porque ahora es propiedad del pasado y la tendencia a evitar el sufrimiento empieza a enraizarse de nuevo. Al principio puede ser sutil y después, a medida que es fertilizada por la negación, la justificación, la culpa o la conceptualización de que no es nada, el sufrimiento se intensifica.

Este es el filo. Mientras haya un cuerpo funcionando y existiendo en este mundo aparente, habrá mente. No puede haber un cuerpo sin mente. Esa mente puede ser pacífica, abierta, sáttvica, acogedora, investigadora, o puede estar cerrada, disociada, ser una mente culpante y fabricadora de estrategias. En esta vida tenemos la oportunidad de decir la verdad sobre lo que está ocurriendo en la mente.

Debes ser consciente de la tendencia de la mente a tomar cualquier enseñanza y convertirla en otra estrategia, en otra excusa o en otro intento de escapar. No hay nada malo en eso. No es que esté equivocada o sea mala. Sólo está siguiendo su naturaleza. De hecho, esto es muy útil. Darte cuenta de esto te lleva a sentir humildad. Es el antídoto contra cualquier noción de arrogancia, superioridad o del intento de alcanzar algún lugar donde no puedas ser tocado. Cuando estás dispuesto a sentir y a decir: "He sido tocado por esto, duele, ¿qué es?", entonces verás lo que no puede ser tocado, pero no antes. Si es antes, es un truco de la mente, que es una gran especialista en todo tipo de ardides. Si te gusta el juego duro, entonces es una delicia. Evidentemente, te gusta recrearte estoicamente.

La vigilancia exigida es estar dispuesto a decir despiadadamente la verdad sobre la identificación. A decirla sobre cualquier historia que pase por la mente. Si hay emociones fuertes y continuas tienes que reconocer que se está contando una historia, aunque no seas consciente de su contenido. Tal vez sea subverbal. Tal vez no llegue a ser consciente, pero sigue habiendo cierta historia de sufrimiento y sobre un sufridor. Estando dispuesto a decir la verdad tienes la oportunidad de encontrarte con cualquiera de los dos. Ambos encuentros son autoindagación. Los dos revelan la inexistencia del sufrimiento y la inexistencia del sufridor. Pero esto sólo se desvela en un verdadero encuentro, no en un concepto. El concepto es simplemente un apoyo para creer en un sufridor que dice que no cree en el sufridor. Decir que no está pasando nada en realidad favorece que ese algo crezca todavía más.

Las emociones no son un problema. Las emociones forman parte de la textura de la vida. Enfado, miedo, pena y tristeza son como la meteorología cambiante. Pero la continuidad de cierta emoción a lo largo del tiempo indica que la mente está fabricándose cierta historia, con pensamientos sutiles o no tan sutiles, y que después va añadiendo otros sobre los primeros.

Éste es el desafío más complicado. Es un reto espiritual. Antes de esto, son simplemente ir tirando, mantenerse de una pieza, encontrar un escape. Éste es otro nivel de reto, y no es para encontrar una huida, no es mantenerse de una pieza, no es para hacer que todo sea tranquilo y seguro. Este desafío es nada menos que la invitación a la verdadera vigilancia.

Gangaji

viernes, 19 de agosto de 2011

Una Flor no es una Flor


Date cuenta que cualquiera que sea tu decisión al respecto de lo que tiene que ser hecho y de como y donde deba ser hecho, no pasa de imaginación. Sabe que si fuera deseo de la Existencia, contigo o sin ti, ha de suceder aquello que tiene que suceder. Aquello que te cabe hacer, sabrás muy bien hacerlo, día tras día. Este es el significado de "entrega", se trata de un "desenfreno". Llega un punto en que te rindes y dejas suceder.

Aceptación no es un hacer, no es un acto, no tienes como cometer aceptación. La aceptación es la mera observación de que tú no puedes hacer nada en relación a ninguna cosa, en verdad. Sólo cabe una percepción del hambre, del cansancio, del amor... o de lo que quiera que sea que esté sucediendo. ¡Nada más que eso!

La mente insiste en anteponerse y decidir, mientras que las cosas aparecen y se resuelven por si mismas. La mente le da sentido a los objetos y acontecimientos, pero eso no quiere decir que los objetos ni los acontecimientos sean aquello que la mente determina. Dentro de la mente hay decisión y separación, o sea: limitación. Sin embargo, te invito a ver aquello que es inmortal - hay algo que no muere. Dar nombre a un objeto es matarlo. Definitivamente, una flor no es una flor.


Entrégate, si puedes, o aléjate. Nuestro encuentro se rige por una única condición: el amor por algo que, de verdad, no sabemos que es. No sabemos porque estamos aquí, ni por que estamos cuestionando esto. Yo insisto, la invitación es solamente: "Be here".
Pero no quieres entregarte, la mente no quiere ser discípula, ella quiere ser el Buda. ¡No te equivoques! Todo no pasa de palabras, conceptos. La razón de que estemos aquí está en simplemente ser. Comprende, no dije "ser alguna cosa", estoy diciendo: ¡Simplemente sé! Y nuestro encuentro es necesario sólo para recordarte eso: para que reserves, en tu día a día, la condición de simplemente ser, cada vez más y más.

Satyaprem

satyaprem.blogspot.com (publicado en Facebook por Haridas Prem) 

viernes, 12 de agosto de 2011

Aceptación


Dejo de resistirme a lo que rechazo de mí . También soy eso.  Chandica.

Bajo la máscara de nuestro yo consciente descansa, oculto y reprimido, un variado catálogo de emociones destructivas como a ira, el rencor, los celos... y partes repudiadas o reprimidas que conforman ese territorio arisco e inexplorado que la Psicología denomina sombra. Desde nuestra más tierna infancia, se nos fue indicando que eso que, a veces, sentíamos era “malo”, por lo que no tuvimos más remedio que reprimirlo y ocultarlo en el fondo de nosotros mismos ya que, de otra forma, corríamos el riesgo de ser amenazados por castigos y devaluaciones dolorosas.

Aquellas rabietas y frustraciones que, por una cuestión de edad y desarrollo, no pudimos resolver, fueron sepultándose en el sótano o subconsciente de nuestra mente. Y dado que todavía éramos criaturas emocionales sin casi presencia del discernimiento, cualquier ofensa a nuestra importancia personal hacía aumentar el espacio de nuestra sombra. Cuando, alguna vez, hicimos el ridículo o nos sentimos abandonados, cuando nos culpamos de tener ideas asesinas y suicidas o nos aterrábamos ante la posible pérdida de los seres queridos, cuando sentimos envidia, miedo u odio por seres que paradójicamente amábamos, y no éramos capaces de encajar apropiadamente tales sentimientos, crecía nuestra sombra. Un espacio emocional que, tarde o temprano, aflora al exterior escondido entre las más variadas exageraciones que expresamos en la vida de cada día.

Es por ello que cuando nos veamos exagerando, bien sea por defecto o por exceso, ¡Atención!, eso indica que nuestra sombra está detrás de la escena como una hidra que aflora sus tentáculos y muestra curiosamente qué parcela de uno mismo debe ser revisada y, en su caso, resuelta.

El “disolvente mágico” más terapéutico y eficaz para resolver la sombra es la Luz de la Consciencia. El hecho de observar y examinar, de manera sostenida, todas las ramificaciones que dicha parte reprimida ha desarrollado en nuestra mente subconsciente, transforma sus neuróticas reacciones en opciones voluntarias. Al aceptar la sombra, ensanchamos el ámbito del yo a un territorio cuya integración aporta poder personal y dinamiza el propio proceso de liberación y madurez. En realidad, lo primero que requiere dicho proceso de maduración es reconocer las diferentes partes del yo persona, ya sean bonitas o feas. Se trata de sub-personalidades que nos resistimos a mirar porque, sencillamente, no nos gustan. Una vez reconocidas, conviene pasar a la aceptación del fardo psíquico negativo con el que nos vemos obligados a vivir y del que no somos, en absoluto, culpables. Por último, y a partir de tal reconocimiento y aceptación, conviene proceder a elaborar nuevas y más deseables opciones de pensamiento y conducta.

No podemos seguir creyendo ingenuamente que la virtud se alcanza tapando el vicio. Tal vez, la vida no consista en lograr el bien aislado del mal, sino a pesar de él. Realmente, las únicas personas “malvadas” que pueden existir, son aquellas que se niegan a admitir su propia negatividad. Desde la perspectiva de la consciencia, todos los errores pueden corregirse, excepto los que se cometen de manera inconsciente. De hecho, para la parte “malvada” de la persona, el hecho de ejercitarse en la autoobservación sostenida es como una especie de suicidio. Es por ello que la “medicina mágica” que todo transforma está basada en el observar todas las ramificaciones y móviles de la propia conducta negativa. Se trata de una atestiguación ecuánime sin reproche ni culpa. En realidad, sólo seremos conscientes de que somos Luz sin opuesto cuando seamos capaces de abrazar compasivamente el lado oscuro de nuestra realidad mental y permitir que se ilumine de manera progresiva.

José María Doria, de su libro "Inteligencia del Alma"

viernes, 5 de agosto de 2011

No Hay Nadie En Casa

Hay una historia de un pianista que ilustra bastante bien la importancia de comprender esta idea del no-hay-nadie-en-casa. La historia es la siguiente:

Un pianista muy famoso vive en una bella casa de campo frente a un río. Cada domingo por la mañana, al amanecer, da un pequeño paseo en su barca por el río para evadirse durante algunas horas del ajetreo de la vida cotidiana.

Un día deja que la barca sea arrastrada corriente abajo y, después de un rato, echa el ancla en medio del río. Y ahí está él, sentado en su pequeña barca, muy temprano por la mañana. No hay nadie alrededor. El pianista contempla la superficie del agua, disfrutando la paz y el silencio de estar en medio de la naturaleza sin hacer nada. Al estar sentado tan tranquilo no puede evitar pensar por qué las personas tienen siempre tantos problemas las unas con las otras. Al escuchar el canto de los pájaros, al contemplar los colores del sol reflejados en el agua, piensa en lo difícil que se hace creer que existan tantos problemas en el mundo. Se pregunta por qué estamos siempre enfrentados a nuestros vecinos y amigos.

De repente, sus pensamientos se ven interrumpidos por alguien que ha chocado con su barca por detrás. El pianista se sobresalta sorprendido y furioso, y se da la vuelta maldiciendo. Entonces, en un momento intemporal, se da cuenta de que la barca que lo había embestido ¡estaba vacía! Que le estaba gritando a ... nadie. Comprende que su barca había chocado con otra que iba a la deriva. Su rabia desaparece inmediatamente y, en un instante intemporal, una paz absoluta desciende sobre él y sobre todas las cosas. Se produce una unidad con todo lo que existe y al mismo tiempo se ve envuelto por un amor infinito.

Poco después el pianista se da cuenta de que esta colisión constituye una metáfora para las preguntas filosóficas que se estaba planteando. Todas esas personas con las que creemos tener problemas son como barcas vacías. No hay ningún capitán en las otras barcas. ¡Que increíble descubrimiento! Todos los habitantes de este planeta han sido hipnotizados por la creencia de que somos individuos separados, cada uno viviendo en un cuerpo diferente que camina por la superficie de la Tierra. Esto es lo que todos creemos porque imaginamos ser el capitán de nuestra propia barca.

Todos decimos: "En mi cabeza tengo un capitán que goza de libre albedrío y capacidad de elección", y por lo tanto concluímos: "Como todos los cuerpos que andan por ahí se me parecen, entonces también deben tener un capitán". Y todos nos dejamos hipnotizar por esta creencia simplemente porque .... parece tan real.

Ahora todo ha quedado clarísimo en la mente del pianista. Su propia barca también navega sin nigún capitán... Sólo sigue la corriente que la ha llevado hasta donde se encuentra. En otras palabras, ve que su cuerpo, en el que siempre había creído vivir, es una caja vacía. Es como una radio que toca música de piano, ¡no tiene ningún pianista dentro! Ahora se da cuenta de que "¡no hay nadie viviendo en este cuerpo, no hay nadie en casa! No existe ningún capitán en mi barca y tampoco capitanes en las otras barcas". Y éste fué el final de sus preguntas y de su sensación de separación. El pianista necesita sentarse por un momento para asimilar las consecuencias de lo que le ha ocurrido.

Después de permanecer sentado un buen rato, empieza a sentir hambre. Su estómago lo trae de vuelta al mundo real. Sin embargo, la paz y el amor siguen ahí, en un segundo plano. Todo es asombroso y normal al mismo tiempo. Vuelve a su casa remando contra corriente para poder desayunar. Mientras bebe su café se da cuenta de que todas las cosas son tal como son. Sin bien, sin mal, sin pasado, sin futuro, sin ahora. ¿Cómo puede ser tan obvio y tan simple y, sin embargo, nadie se da cuenta? El sonido de la nevera, el olor del café, el sabor de la mermelada, todo es un expresión de Esto.

Se da cuenta de que este Secreto abierto a todos se encuentra más allá de la comprensión ordinaria y por mucho que le gustaría compartirlo con sus amigos, sabe que no tiene las palabras para expresarlo. Y a pesar que la vida del pianista cambió por completo ese domingo por la mañana y nunca volvió a ser la misma, nadie se dio cuenta de lo que le había ocurrido. Él siguió tocando el piano igual que siempre.

Jan Kersschot, de su libro Nadie en Casa

lunes, 1 de agosto de 2011

Adicción Espiritual

Una persona espiritual se puede volver adicta a subidones espirituales, y de esa forma se pierde la experiencia de la Verdad. La adicción espiritual aparece cuando sucede algo estupendo y lo sientes igual que si estuvieses bajo el efecto de una fuerte droga. En cuanto lo obtienes deseas más. No hay droga más potente que la experiencia espiritual. El componente intelectual de esta adicción te hace creer que si tuvieses suficientes experiencias de este tipo, te sentirías bien todo el tiempo.

...Una persona espiritual está convencida de que no tiene ningún problema, cree que su ebriedad es distinta de las demás y opina que la solución reside en seguir espiritualmente ebrio permanentemente... Este problema perdurará mientras una parte de tí siga esperando el subidón de la experiencia... Te sientes genial durante un breve período de tiempo y después experimentas la reacción contraria... Cuando estas experiencias de subidones y bajones se suceden durante un tiempo suficientemente largo, empiezas a entender que la experiencia del subidón no es más que un péndulo al que le sigue un bajón...

Este es el movimiento del buscador, pero también es el movimiento del yo, pues siempre está interesado en las reacciones opuestas y en las iguales, y siempre está intentando mantener una experiencia y evitando otras... Mientras la identidad siga ligada a este movimiento, aunque estés en un subidón espiritual que te parezca muy noble, nunca llegarás a ser libre. Así no podrás ser libre, pues no podrás mantener la experiencia. Por su propia naturaleza, la libertad no tiene nada que ver con el mantenimiento de una experiencia concreta, pues la naturaleza de la experiencia reside en el movimiento... El yo personal cree que cuando se siente mejor está más cerca de su verdadera naturaleza y que cuando se siente mal está más lejos.

...La naturaleza de la experiencia consiste en cambiar o agitarse como las olas del mar. Se supone que eso es lo que debe hacer. La identidad empieza a salir del "yo", del buscador, para perseguir alguna experiencia en particular, hasta que llega, precisamente, a esto. Precisamente a esto. El centro está siempre aquí mismo. El centro ha estado aquí desde siempre. El buscador era el único que insistía en intentar llegar al centro de la experiencia espiritual del subidón... Aunque tu experiencia emocional o psicológica sea muy ordinaria, infeliz o extraordinaria, el centro seguirá estando aquí mismo. Y sólo desde aquí podrás empezar a asimilar que todo es una expresión del centro. Todo. Ninguna expresión es más auténtica que otra, pues en su centro no existe buscador alguno. Aquí mismo no hay nada. Todo es Uno.

Descubrirás que en ese centro no hay ningun yo. Sin ese yo en el centro, nadie puede juzgar si una experiencia determinada es la adecuada o si es espiritual... Todo es una expresión de ese centro y no hay nada separado de él.

...Cuando veas que el centro está vacío y que no contiene a nadie intentando ser otra cosa, te darás cuenta de que es mucho mejor que el mayor subidón espiritual. La verdad es igual de agradable, pero infinitamente más libre.

Adyashanti

martes, 19 de julio de 2011

Yo Soy

Yo Soy ... LA EXPRESIÓN divina exactamente como yo soy, justamente aquí, justamente ahora. Usted es la expresión divina exactamente como usted es, justamente aquí, justamente ahora. Ello es la expresión divina, exactamente como ello es, justamente aquí, justamente ahora. Nada, absolutamente nada, necesita ser agregado ni quitado. Nada es más válido o sagrado que nada. No se necesita cumplir ninguna condición. Lo infinito no está en alguna parte esperando que nosotros devengamos dignos de ello.

Yo no tengo que experimentar "la noche oscura del alma", ni la sumisión, ni ser purificado, ni pasar por ningún tipo de cambio ni proceso. ¿Cómo puede el ilusorio sí mismo separado practicar algo para revelar que es ilusorio?

Yo no necesito ser serio, honesto, deshonesto, moral o inmoral, estético o grosero. No hay ningún punto de referencia. La historia de la vida que aparentemente ha acontecido es única y exactamente apropiada para cada despertar. Todo es justo y como debe ser, justamente ahora. No porque sea un potencial para algo mejor, sino simplemente porque todo eso es una expresión divina.

La invitación a descubrir que no hay nadie que necesita la liberación es constante. No hay ninguna necesidad de esperar momentos de transformación, de buscar al no-hacedor, de felicidad permanente, de un estado sin ego o de una mente tranquila. Ni siquiera tengo que esperar que descienda la gracia, pues yo soy ya, usted es ya, ello es ya la gracia permanente.

Tony Parsons
Del libro "Lo que es". El secreto abierto a una vida despertada. Gaia Ediciones

jueves, 14 de julio de 2011

Yo no soy

Yo NO SOY... la historia de mi vida, la mente, el cuerpo, las sensaciones, las experiencias de dolor o de placer, el esfuerzo, el éxito o el fracaso. Yo no soy la soledad, la tranquilidad, la frustración o la compasión. Yo no soy tampoco lo que pienso que es mi propósito, la búsqueda, el hallazgo, ni nada de lo que se llama una experiencia espiritual.

Cuando no sé lo que soy santifico estas experiencias, tomo propiedad de ellas y les doy una gran significación. Creo que significan algo que, una vez comprendido, me proporcionará respuestas y fórmulas. Pero estas experiencias son sólo la conciencia ocultándose y revelándose a sí misma a fin de ser reconocida.

Cuando sé "lo que" soy, descubro que yo no soy existencia; yo soy la presencia que permite que la existencia sea. La existencia puede florecer en esa presencia o reflejar mi sentido de separación.

Tony Parsons
Del libro "
Lo que es". El secreto abierto a una vida despertada. Gaia Ediciones

sábado, 9 de julio de 2011

No estas deprimido, estas distraído

La vida no te quita cosas: te libera de cosas... te alivia para que vueles más alto, para que alcances la plenitud. De la cuna a la tumba es una escuela; por eso, lo que llamas problemas, son lecciones. No perdiste a nadie: El que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos. Además, lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón.

- Facundo Cabral -




Y en tu memoria
Con tus propias palabras...
El día que yo me vaya:



viernes, 8 de julio de 2011

Gran Camino, por Osho

¿Entonces qué es este Gran Camino? Este Gran Camino es tu naturaleza; ¡tú ya eres eso! Es por eso que no es una meta. No es algo que esté en el futuro. No se necesita tiempo para que ocurra. Tú siempre has estado en él; ya es. Ya estás en la meta, tú existes en la meta. No puedes existir fuera de ella, ni hay posibilidad de que te salgas de ahí. Por muy lejos que te vayas no puedes salirte de ahí. Donde sea que vayas tu Tao irá contigo. Es tu naturaleza intrínseca. No es prescindible, no puedes ponerla a un lado y olvidarla. Ya estás ahí porque ese «ahí» es aquí. No necesitas mirar al futuro: simplemente estate aquí, y lo encontrarás.

Si lo buscas, no lo encuentras. No busques, sólo sé, y ahí está. Y te reirás, porque siempre ha estado ahí; era sólo debido a tu búsqueda que no te dabas cuenta, que al tener tanta prisa no podías verlo dentro de ti.

Vivir en el Gran Camino no es ni fácil ni difícil, pero aquellos que tienen una visión limitada son miedosos e indecisos: cuanto más se apresuran, más lentos van, y el apego no tiene límites; estar apegado, aunque sea a la idea de la iluminación, es desviarse. Deja que las cosas sean a su manera y no habrá ni ir ni venir.

ERES EL CAMINO y la meta. No hay ninguna distancia entre tú y la meta. Eres el buscador y lo buscado. No hay ninguna distancia entre el buscador y lo buscado. Eres el devoto y la devoción. Eres el discípulo y el maestro. Eres el medio y el fin. Ese es el Gran Camino.

Ha estado siempre a tu alcance. En este mismo instante estás en él. Despierta, y estás en él. Te vas a dormir, y permaneces en él, sólo que al estar dormido no puedes verlo. Y entonces te pones a buscar.

Osho

domingo, 3 de julio de 2011

Meditación Auténtica

La Meditación Auténtica no sigue dirección, objetivo o método alguno. Todos los métodos intentan lograr un determinado estado mental. Todos los estados son limitados, impermanentes y condicionados. La fascinación por los estados sólo conlleva a la vinculación y a la dependencia.

La Meditación Auténtica es vivir desde la conciencia primordial.

La Meditación Auténtica surge espontáneamente en la conciencia cuando no la fijamos sobre los objetos de la percepción. Cuando empiezas a meditar te das cuenta de que la conciencia está permanentemente concentrada en algún objeto: en los pensamientos, en las sensaciones corporales, en las emociones, en los recuerdos, en los sonidos etcétera. Esto responde a un condicionamiento mental hacia la concentración y la fijación sobre los objetos. Después, la mente interpreta compulsivamente aquello de lo que es consciente (el objeto) de un modo mecánico y tergiversado. Empieza a sacar conclusiones basadas en antiguos condicionamientos.

En la Meditación Auténtica abandonamos todos los objetos a su funcionamiento natural. Esto implica dejar de esforzarse en manipular la conciencia o en suprimir de ésta cualquier objeto. En la Meditación Auténtica ponemos el énfasis en estar conscientes: no en estar conscientes de los objetos, sino en descansar en la conciencia primordial. Esta conciencia primordial es la fuente de la que surgen y desaparecen todos los objetos. Al irte relajando en la conciencia, en la escucha, se irá atenuando la contracción compulsiva de la mente sobre los objetos. Serás más consciente del silencio del ser, que te da la bienvenida al descanso y a la aceptación. Si tu actitud es de abierta receptividad, exenta de cualquier objetivo o anticipación, tu condición natural de silencio y quietud se manifestará con más facilidad.

El silencio y la quietud no son estados y, por tanto, no podemos crearlos ni producirlos. El silencio es el no-estado en el que todas las cosas surgen y desaparecen. El silencio, la quietud y la conciencia no son estados, y nunca los percibiremos totalmente como objetos. El silencio es el eterno testigo sin forma ni atributos. Al ir descansando más profundamente en el testigo, los objetos irán adquiriendo su funcionalidad natural y la conciencia se irá liberando de las contracciones compulsivas, regresando a su no-estado natural de Presencia.

En ese momento, la sencilla pero profunda pregunta de "¿quién soy?" revelará que el ser de cada uno es la indefinida Libertad el Ser, y no la tiranía interminable del ego-personalidad; el ser de cada uno es la Conciencia Primordial en la que todos los objetos surgen y desaparecen como manifestaciones del Eterno Ser No Nacido que TÚ ERES.

Adyashanti (prólogo de Meditación Auténtica).
Tomado de wuweiscorner.blogspot.com

domingo, 26 de junio de 2011

No, Gracias

Mira hacia dentro, no pares.

Entonces, mi invitación es seria, a pesar de que no lo parezca, es: ¿vamos a preguntar, vamos a investigar juntos quien eres tú? Puede que no entiendas, puede que no quieras lo que estoy proponiendo que veas, no hay problema, significa sólo que aun estás esperando alguna directriz, algún método o alguna estrategia que te salve, ¿te salve de que? Del conflicto, y hay un conflicto que es supremo, del cual la gente está siempre huyendo, de una manera u otra, principalmente cuando los cabellos comienzan a ponerse blancos. La gente comienza a ver que la curva desciende ¿y ahora? ¿Para dónde voy, será que voy, será que no voy?

Tengo un chiste para ustedes: Un turco y un judío estaban discutiendo en el bar, el turco tenía una deuda con el judío, el judío dijo: "Tú me vas a pagar". Y el turco: "No te pago". Agarró un revolver, se lo puso en la cabeza y dijo: "Ni en el infierno te pago" y, pum, se mató. El judió lo vió y dijo: "Yo no voy a dejar esto así, él me paga aunque sea en el infierno". Agarró el revolver y, pum, se dió un tiro en la cabeza. Había un portugués mirando, se puso el revolver en la cabeza y dijo: "Yo no me pierdo esa pelea por nada de este mundo". (risas) Pero había otra figura insana sentada en el bar y dijo: "No, gracias".

La gente está siempre yendo detrás de alguna cosa. El sufrimiento de cualquiera de nosotros en esta sala sólo puede estar sucediendo porque hay alguna cosa que debería de estar sucediendo que no está sucediendo, sino, reza conmigo: todo está bien. Ah, no, pero si tú no estuvieses con tos sería mejor, ¿no Satyaprem? Cómo voy a saberlo, no voy a especular contigo, no sé si sería mejor. Si observas de cerca a las personas que conversan vas viendo que ellas no dicen, en verdad, nada, es todo fantasioso y especulativo, y a la hora de la hora si comienzas a conversar, comienzas a desmaterializar eso. Mi invitación es ésta: desconstruye esa "cosa", no con los otros, eso que ni te importe... Contigo mismo, tu propio diálogo interno tiene que ser desconstruido.

¿Cómo hacer eso? Ya expliqué eso: "No thanks", no, gracias. Al principio parece que es medio complicado, pero si insistes y notas que esos espacios de stop, de silencio, de "no thanks", de no diálogo con la mente se vuelven cada vez más accesibles y más sensibles. Yo noto, sólo mira, (silencio...), parece que los huesos se acomodan en los músculos, parece que todo se acomoda, parece que hay una relajación que afecta todo el sistema como un todo y eso no proviene de "hacer alguna cosa". Pie en el freno, "no thanks".

Satyaprem
satyaprem.blogspot.com (publicado en Facebook por Haridas Prem) 
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...