viernes, 21 de septiembre de 2012

La Sabia Voz Interior

TS: Dices que a los veinticinco años, cuando experimentaste lo que denominas tu "primer despertar", escuchaste una voz que decía "sigue adelante, sigue adelante". ¿Qué era esa voz? ¿La llamarías conciencia o la pequeña y serena voz interior?

Adyashanti: Puedes llamarla por cualquiera de esos nombres.


TS: Si cada uno de nosotros tuviera ese tipo de voz interior, parece que ella impediría que convirtiéramos nuestras realizaciones en un juego de poder. Tu oíste esa voz que decía que tu realización no era completa, pero ¿tenemos todos una voz interior de ese tipo?


Adya: En cierto sentido yo diría que si. En definitiva todos somos lo mismo, de modo que todos tenemos acceso a las mismas capacidades. Sin embargo, relativamente, la cuestión es si todo el mundo oye su voz interior. Aparentemente, no todo el mundo la oye.


¿Qué es esa voz sabia? Es hacia lo que apunto cuando hablo de sinceridad. Es la inteligencia interna que nos mantiene en la pista correcta, la inteligencia que nos mantiene alineados. En cierto sentido pienso que casi todo el mundo ha experimentado esa pequeña voz serena. Suelo poner el ejemplo de cuando salimos con un hombre o con una mujer y la cosa acaba mal. Algo dentro de nosotros dice "no vuelvas a hacer eso". Pero después conocemos a otra persona y no escuchamos la voz. Nos sentimos atraídos, esa persona es sexy, y queremos estar con él o ella. Al final descubrimos que la pequeña voz estaba en lo cierto. No deberíamos haber seguido saliendo con esa persona. Finalmente, todo se colapsa, y descubrimos que la pequeña voz serena tenía la razón.


De modo que esa voz no es mística. Creo que la mayoría de la gente la ha escuchado alguna vez. Pero la descartamos con mucha facilidad. Queremos que se justifique a sí misma, que nos diga por qué. Uno de los mejores indicadores de que la voz interior es auténtica y sincera es que nunca se justifica. Si le preguntas: "¿por qué?", se quedará en silencio. Si le pides que se explique no lo hará. No necesita justificarse, y no lo hace. 


Si hablas con el ego y le preguntas "¿por qué?", él te responderá. Si le preguntas al ego, "¿significa eso que todo va a ir bien?", él te dirá que sí. Pero esa pequeña voz conlleva cierta inseguridad inherente. No ofrece garantías. La voz es un regalo. O bien la escuchamos o bien no.


Adyashanti, de su libro "El Final de tu Mundo".

martes, 18 de septiembre de 2012

Amor


Amar a un ser humano es ayudarle a ser libre. Ramayat

¿Qué mejor ofrenda hacia alguien que amamos que apoyar su libertad?, ¿de qué clase de libertad se trata?, ¿acaso de una libertad superficial que le permita hacer lo que nos molesta porque decimos que no nos importa?, ¿o más bi
en se trata de facilitar la liberación de las ataduras, posibilitando su éxito e independencia?

Cuando tratamos soterradamente de que nuestros seres queridos nos “necesiten”, lo que estamos es anulando su autonomía y su independencia. La “necesidad” de algo o alguien es un estado mental que priva de opciones y señala esclavitud y dependencia. Si en vez de manipular, para que nuestro ser amado nos “necesite”, logramos que nos “prefiera”, o simplemente que nos “elija”, estaremos dando un gran paso, el paso que va de la atadura a una voluntad libre que opta.


A menudo, y para asegurar que se nos quiera, ayudamos dando un pez cada día, en vez de entregar una caña de pescar completa. Sucede que, en nombre de la ayuda manipuladora, nos hacemos indispensables al otro para que no pueda ganarse la vida y vuele por su propia cuenta. Una manera muy sutil de enredar a una persona y hacerla orbitar a nuestro alrededor de forma parásita.


En realidad, el sentimiento noble tiene más que ver con el ofrecimiento de autonomía y desarrollo que con el propio mantenimiento de posiciones privilegiadas. La esclavitud habla de ignorancia y por ello, cuanto más conocimiento e información ofrece uno, más libertad regala. El conocimiento permite tomar decisiones bien informadas y aumentar nuestra prosperidad, mientras nos desenganchamos de dependencias pasadas. El desarrollo personal permite gestionar nuestra vida y hacer cesar el sufrimiento que produce la ignorancia. ¿Cabe mejor ofrenda?


El conocimiento de una persona no se basa en simples datos, sino en algo más integral que libera al ser humano, tanto de la escasez como de sus propias miserias. El desarrollo de la inteligencia y el cultivo del alma propician una confianza que no se basa en la presencia de nadie en concreto, ni en nada a lo que uno se aferra. Cuando trabajamos nuestro interior, sabemos que nadie nos va a regalar la felicidad, sino que más bien depende de la relación con uno mismo y la amplitud de consciencia alcanzada. Se trata de una transformación hacia la libertad que no tiene tanto que ver con la ausencia de cadenas externas, como con la maduración y sentimiento de trascendencia.


Si se apoya a todo ser humano en el desarrollo de su mente y en el cultivo de la sensibilidad interna, se dispondrá de más opciones para lograr el bienestar y la paz duradera. ¿Acaso existe mejor regalo que aprender a generar la dicha propia?, ¿cabe mejor ofrenda a los seres que uno ama?


Facilitar el método y la energía al ser que comparte nuestras horas, es una forma de amar que no sólo dota de posibilidades, sino de todo un mapa para desplegar ideas más amplias y liberadoras. Cuando una persona se abre a la expansión que ofrecemos con nuestro abrazo del alma, recibe un regalo sin precio. Recibe el código de la salida del miedo y las claves del despertar de su consciencia. Amar es compartir la medicina que nos ha liberado y ofrecer aquello que nos dio más poder y templanza. Amar es regalar la llama que un día se encendió en lo alto de la montaña y compartirla  en conversaciones cotidianas.


José María Doria, de su libro "Inteligencia del Alma"

sábado, 1 de septiembre de 2012

El Condicionamiento


Se ha escrito mucho sobre el condicionamiento humano y sobre la necesidad de superarlo. Hay quien cree que para vivir una vida despierta debemos ir más allá de todo condicionamiento. Esta idea puede crear tensión y hacer que uno sienta que no es capaz de lograrlo. Estoy seguro de que debe de haber algunas personas, quizá muchas, que simplemente se dan por vencidas y creen que el despertar está reservado a quienes tienen un control sobrehumano de sus vidas. No es verdad.

Es muy importante comprender que el condicionamiento es lo que ha creado el equívoco que ha provocado la separación entre el ego y el resto de la vida. Si no vemos el problema claramente, es mucho menos probable que podamos despertar. Los seres humanos llevamos en nuestras cabezas muchos condicionamientos que no significan nada.


En cierto sentido, todo lo que hacemos es, de un modo u otro, una forma de condicionamiento. Nuestra manera de vestir, lo que comemos, dónde preferimos vivir y un millón de cosas más pueden verse como condicionamientos, pero esos condicionamientos no son el problema. El único problema real es esa parte de nuestro condicionamiento que hace que pensemos continuamente que, de algún modo, somos especiales, o no especiales, o que odiamos a esta o aquella persona, a este o aquel grupo, y todos los demás disparates

creados por la comprensión errónea que nos ha llevado a este estado de hipnosis que vemos como «ego».

Cuando vemos claramente este proceso, empezamos a salir de la visión limitada de la realidad. Estamos objetivando aquello que ha objetivado todo lo demás en nuestras vidas. Con el tiempo, veremos que no existe eso que llamamos ego. Cuando despertemos profundamente a este hecho y no sólo lo aceptemos intelectualmente, ya no estaremos atrapados en juegos mentales como la religión, el racismo, el odio, el nacionalismo, etc. Nos convertiremos en seres nuevos. Descubriremos nuestra identidad con toda la Vida; nos transformaremos en algo divino. En realidad ya lo somos en este preciso instante. No podríamos ser otra cosa.


Lo único en que tienes que centrarte es en poner fin a ese condicionamiento. No imponiéndote una práctica, sino simplemente observando cómo funciona tu mente. En este proceso tenemos que ser muy honestos con nosotros mismos. No te limites a aceptar lo que estoy diciendo. Descubre por ti mismo si es verdad o no. Observa tus reacciones en cada situación en la que te encuentres. Observa cuán protectora es la mente con su identidad. Observa cómo queremos proteger esas cosas que nos dan una sensación de seguridad, con las que nos podemos identificar y que respaldan la creencia en nuestra identidad. Observa cómo cuando nuestra imagen de nosotros mismos es cuestionada aparece el enfado.


Realmente observa y fíjate si cuando decimos que amamos a alguien es verdad. Pregúntate lo que significa para ti morir. ¿Qué es lo que teme a la muerte? ¿Es el cuerpo o es la identidad? Al principio, te parecerá que esto supone un gran esfuerzo, pero con el tiempo se convertirá en un puro observar lo que está ocurriendo, sin hacer caso de ningún condicionamiento. Esto continuará incluso mientras el cuerpo duerme. Se puede aprender mucho de los sueños.


No te preocupes por los pequeños problemas del condicionamiento. Muy pronto se resolverán solos. Preocupándonos por pequeñeces, podemos hacer que el proceso del ego se prolongue más tiempo del necesario. Del mismo modo, si nos castigamos por algo que detestamos vernos hacer, no haremos más que mantener vivo al ego, en la forma de un juez que dice que debe superarse eso. Limítate a observar al ego en acción. El ego es una actividad del pasado. El pasado nunca es real, y tampoco lo es el ego.


Melvyn Wartella, de su libro "Ego, Evolución e Iluminación"

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