martes, 18 de noviembre de 2014

El Ciclista

El día de la carrera, él esperaba con los otros y sintió que la vida lo esperaba en las colinas. No sabía muy bien por qué, pero estaba a punto de ocurrir una bendición. 

Cuando pasó el estruendo del disparo de salida, pudo escuchar la respiración de los demás corredores: eran como caballos jóvenes en la mañana. Había entrenado durante meses, subiendo y bajando por las colinas, reduciendo segundos a su tiempo al ir ligero e inclinarse en las curvas. Sus piernas eran puro músculo. Solía decir: “Desde mi punto de vista, esto es lo más cercano al vuelo.”

En la segunda colina, el pelotón se hizo más delgado y él pedaleaba cerca de los primeros lugares. Cruzaban el territorio como arcos de luz que circulaban por las venas del mundo. Ahora estaba a la cabeza. Conforme avanzaba en dirección a los humedales e iba ganado tiempo; entonces lo adelantó una gran garza azul. Sus enormes e intemporales alas estaban desplegadas justo frente a su manubrio.

La sombra del ave lo cubrió y daba la impresión de brindarle acceso a algo que él había estado persiguiendo. Los demás competidores se acercaban, pero él se detuvo sin más y se quedó ahí, con la bicicleta entre las piernas al tiempo que miraba el acceso que la gran garza azul le había abierto al volar por el cielo.

A lo largo de los siguientes años, la gente le preguntaba:“¿Qué impidió que ganaras la carrera?” Estuviera donde estuviera, él siempre miraba al sur y, de vez en cuando, respondía: “No perdí la carrera: la dejé".

Mark Nepo, de su libro "Tan lejos como tu corazón puede ver"

sábado, 15 de noviembre de 2014

Amistad con el Vacío

Mi testigo es el cielo vacío.
- Jack Kerouac

Nuestra mente está enfocada en las cosas, en los objetos y en las relaciones y dinámicas que se generan a través de esos objetos. Tenemos objetos sólidos como cuerpos-personas, animales, plantas, casas, árboles, trajes, comidas, ciudades y todo lo que podemos ver a nuestro alrededor, incluido nuestro cuerpo. Hay otros objetos que ya no tan sólidos como los pensamientos, las ideas, los conceptos, y también las creencias y las programaciones que hilan unos pensamientos con otros generando una infinita red de rutas de pensamientos. También están las emociones, químicos que se activan a través de los pensamientos y producen sensaciones en el cuerpo. Todo se interrelaciona formando un sentido de nosotros mismos, de los demás y de la vida y sus circunstancias.

Esta mente concreta basada en objetos, maneja procesos lineales, con tiempos pasado, presente y futuro, usa la memoria y fabrica historias alrededor de todos los objetos. Cuando se enfrenta a algo como el vacío o la nada, tiene dificultad para manejar algo que no puede clasificar como un “objeto”. Recurre a la memoria, a las referencias que posee y entonces trata de convertir el vacío o la nada en un objeto fijo y clasificable. 

Y es así como para la mayoría de las personas el vacío, la nada, se transforma en un objeto al que se le asignan significados no muy amigables. Al pensar en nada o vacío, la mente concreta, dependiendo de sus memorias y referencias, comienza a calificar ese vacío/nada como: abandono, escasez, ausencia, apatía, desgano, soledad y hasta la muerte. Nadie quiere ser “tragado por el vacío”, “caer en el vacío”, “sentir un vacío”, “estar en un vacío”. Hay muchos juicios alrededor de “hacer nada”, y por supuesto, nadie quiere “ser nada” o “tener nada”.

Las memorias y referencias condicionadas transforman el vacío en un objeto temible que hay que sustituir y tapar con otros objetos que sean más seguros y nos alejen de esa temible “nada”. De hecho nos pasamos la vida sustituyendo el vacío con objetos. Hasta en detalles muy domésticos se observa esta compulsión de llenar el vacío… comemos o miramos la tv o salimos corriendo a llamar a un amigo si nos sentimos solos o no tenemos nada que hacer. Hasta cuando alguien nos pregunta algo y desconocemos la respuesta, pues inventamos algo, nos cuesta mucho decir honestamente “no se”. No saber es una especie de vacío que hay que llenar con lo que sea. Sin embargo el vacío, la nada, es clave. 

En el vacío hay espacio, amplitud, potencial, en el vacío todo es posible, es inagotable y todo tiene permiso de ser y estar. El vacío todo lo abraza. Todo tiene permiso de estar, cambiar y de mutar en el vacío. El sabio Lao Tse nos dice: "Las paredes no son la casa. ¿Cómo vas a vivir en las paredes? Vives en el vacío, en lo hueco, no en las paredes. El vacío es la verdadera casa, el hogar".

Pero claro, cuando la mente concreta piensa en la casa, piensa en la estructura que rodea al vacío y compara esas paredes con otras y claro no es lo mismo vivir en una choza que en un palacio. Pero se pasa por completo por alto que es el vacío el que te permite habitar la casa y convertirla en tu hogar. Las paredes están cristalizadas, solidificadas. El vacío permite todas las posibilidades de paredes y contenidos y al permitirlo, todas las mutaciones son posibles y fáciles.

Lo mismo sucede con nuestros pensamientos y puntos de vista. Existen gracias al vacío, al espacio que los contiene, y ese vacío les permite el cambio y la mutación. Pero si nos aferramos a nuestros pensamientos, a las ideas y conceptos y los cristalizamos, quedamos atrapados en ideas fijas, como quien queda atrapado entre paredes de una casa sin percibir el potencial mayor de hogar que confiere el vacío.

Acercarse al vacío requiere de una mente capaz de ir más allá de los objetos, de lo concreto, una mente que se abre al poder de todas las posibilidades y suelta los conceptos y condicionamientos cristalizados que la aprisionan. Implica la valentía de dejar de aferrarnos y permitir, como el vacío, la libertad a las creencias y los objetos y quedarnos, aunque sea un instante, en los brazos de lo que siempre está aquí y nos acepta sin condiciones.

Un impulso, un instante amistoso hacia el vacío, abre un camino de libertad y autenticidad en la mente que permite un cambio profundo hacia nuestra verdadera naturaleza, quizás sea al principio un cambio sutil, pero no tiene marcha atrás.


Verónica Hernández Simeonoff

© Todos los derechos reservados

jueves, 13 de noviembre de 2014

Permiso para Indignarte

Esta mañana, revisando mi TL en twitter me encontré con una frase de Rafael Vidac que venía como anillo al dedo para mucho de lo que he observado y experimentado este año: “la bondad impuesta crea violencia reprimida”.

En febrero de este año, en Venezuela se iniciaron una impresionantes protestas liderizadas por los estudiantes y parte de la sociedad que nos mostraron de una cruda manera la violencia del estado, la capacidad de tortura, mentira, autoritarismo, decadencia y oscuridad. 42 personas, en su mayoría estudiantes, fueron asesinados en las calles, más de 3000 detenidos, y una maldad desplegada ante nuestros ojos, que muchos jamás imaginaron presenciar.
 No lo vi solamente en las redes sociales y en las pocas noticias que se mostraban en la TV, lo viví también desde un balcón del edificio donde vivo… en primera fila.


Pero muchas más situaciones “grandes” pasaron en el mundo, Siria, Ucrania, las niñas secuestradas por Boko Haram, Israel y Palestina, ISIS, el ébola, las protestas en Hong Kong, la desaparición y asesinato de 43 estudiantes en México… Y esto solo por nombrar algunas, pero son muchas y muchas las situaciones de violencia, injusticia e inconsciencia y, quizás como a mí, te ha tocado vivir alguna desde muy cerca.


Una de las cosas que se hicieron muy obvias para mi gracias a esta vivencia en primera fila, es como un gran número de personas que están en el camino espiritual, utilizan frases, enseñanzas y técnicas para la negación, la anestesia, el rechazo, para no enfrentar lo que en realidad están pensando y sintiendo frente a lo que sucede. No se dan permiso a sentir, pararse en su verdad y expresarse desde esta verdad, sino que rápidamente adoptan una postura según las enseñanzas espirituales o de “crecimiento personal” les indican.


Muchas personas bloquean completamente sus emociones, se tragan literalmente sus opiniones y frenan sus acciones, porque las evalúan como “negativas”, porque son “juicios”, porque están cargadas de “enojo”, porque si expreso mi indignación atraigo más indignación, porque  hay que “unirse y todos somos uno” y entonces salen a expresar al mundo una bondad impuesta, pero que en realidad no están sintiendo ni viviendo dentro de sí mismas. En su interior, están confundidos,  indignados y enojados, pero en el exterior se muestran neutrales y llenos de “amor incondicional”, tolerancia y “aceptación”.


Frente a estas situaciones de crisis se hacen muy obvias las confusiones de niveles y los baypass espirituales que vamos adoptando alrededor de las enseñanzas espirituales. Por ejemplo, pensamos que la aceptación viene dada por algo que hacemos o dejamos de hacer en el exterior cuando el primer punto de aceptación es en relación a lo que está sucediendo en nuestro interior.


Si sientes enojo en tu interior es ese y no otro el espacio donde debe desplegarse tu aceptación, aceptarte con enojo tal como eres. Ya después que has aceptado lo que sea que sucede en tu interior con profunda honestidad, la acción, cualquiera que sea, incluyendo no hacer nada, surgirá hacia el exterior.


Cuando no atendemos lo que sucede en nuestro interior frente a las situaciones del mundo, no nos paramos en nuestra verdad, no somos auténticos, nos paramos en un falso yo, entonces
 somos movidos por condicionamientos sobre lo que creemos que “debería” hacer o no hacer una persona espiritual en esa situación. Así vamos acumulando más enojo en nuestro interior y esa parte auténtica en nosotros mismos es traicionada una y otra vez.

Muchísimos de mis clientes en esas semanas de crisis que pasamos en Venezuela y hasta la fecha, se han sentido sumamente mal no solo por lo que estaba sucediendo en el exterior, sino por la gran incomodidad y la culpa que sentían en su interior debido a que no se estaban expresando como su autenticidad pedía, con honestidad,  sino que lo hacían a través de un condicionamiento desde una “enseñanza espiritual”.

Lo que querían realmente era emitir opiniones e informar a través de las redes sociales denunciando lo que sucedía y entonces se cohibían y pensaban que eso era juzgar o que entrar en temas políticos era muy mundano. Querían salir a manifestar o protestar y se frenaban considerando que eso era “agresivo” y lo que se requería era “desapego”. Se sentían muy culpables al pensar que “ellos habían creado esa realidad” y que lo que “veían en el exterior era un espejo de lo que estaba en su interior”.

Se repetían frases como “es un proceso karmático”, “es el plan divino”, “es la voluntad de Dios”, “es un proceso de purificación cósmica” y sentían al mismo tiempo un profundo enojo por todas esas frases. Todo les sonaba contradictorio y hasta falso, sin embargo seguían diciéndolo una y otra vez.

Todo esto, si lo miramos con lupa, es algo muy común que sucede todo el tiempo, simplemente que en las situaciones críticas, bien sean personales o del colectivo, se hace más obvio y es más sencillo observarnos y darnos cuenta. Observarnos y darnos cuenta de nuestra incoherencia, genera de inmediato un cambio hacia una mayor coherencia.
Es importante permitirte, darte el permiso de estar enojado e indignado, se auténtico, párate en tu verdad. No necesitas hacerlo frente a nadie más que tu mismo.

Una vez que te paras en tu verdad de manera clara y honesta, date el permiso de que la acción que procede de tu interior surja y entonces actúa. Si previamente te has parado en lo verdadero en ti, la acción que surja será la acción correcta. No la juzgues, no te juzgues.


Comienza a liberarte de los condicionamientos y las programaciones, incluso las espirituales, y permítete ser genuino.
El Despertar requiere de honestidad y autenticidad, ser tal como somos.

Durante ese período crítico en Venezuela, dediqué un programa de “Vivir en Presencia” titulado: “Situación en Venezuela, Potencial de Luz”, donde se aborda con con más detalle este tema, puedes escucharlo aquí:



También te recomiendo un programa de “Vivir en Presencia” dedicado al Baypass Espiritual:



Verónica Hernández Simeonoff
© Todos los derechos reservados
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