lunes, 27 de diciembre de 2010

El Poema eres tú

1. Escucha la sabiduría de tu cuerpo, que se expresa por señales de comodidad e incomodidad. Cuando elijas cierta conducta, pregunta a tu cuerpo que siente al respecto. Si tu cuerpo envía una señal de inquietud física o emocional, ten cuidado. Si tu cuerpo envía una señal de comodidad y anhelo, procede.

2. Vive en el presente, que es el único momento que tienes. Mantén tu atención en lo que existe aquí y ahora; busca la plenitud en todo momento. Acepta lo que viene a ti total y completamente para que puedas apreciarlo y aprender de ello; luego déjalo pasar. El presente es como debe ser. Refleja infinitas leyes de la Naturaleza que te han traído hasta este pensamiento exacto, esta reacción física precisa. Este momento es como es porque el Universo es como es. No luches contra el infinito esquema de las cosas; por el contrario, sé uno con él.

3. Dedica tiempo al silencio, a meditar, a acallar el diálogo interior. En momentos de silencio, cobra conciencia de que estás recontactándote con tu fuente de conciencia pura. Presta atención a tu vida interior para que puedas guiarte por tu intuición, antes que por interpretaciones impuestas desde fuera sobre lo que conviene o no te conviene.

4. Renuncia a tu necesidad de aprobación externa. Sólo tú eres el juez de tu valer; tu meta es descubrir el infinito valor de ti mismo, sin dar importancia a lo que piensen los demás. Al comprender esto se logra una gran libertad.

5. Cuando te descubras reaccionando con enojo u oposición ante cualquier persona o circunstancia, recuerda que sólo estás luchando contigo mismo. Presentar resistencia es la reacción de las defensas creadas por viejos sufrimientos. Cuando renuncies a ese enojo te curarás y cooperarás con el flujo del universo.

6. Recuerda que el mundo de allí fuera refleja tu realidad de aquí dentro. Las personas ante las cuales tu reacción es más fuerte, sea de amor u odio, son proyecciones de tu mundo interior. Lo que más odias es lo que más niegas en ti mismo. Lo que más amas es lo que más deseas dentro de ti. Usa el espejo de las relaciones para guiar tu evolución. El objetivo es un total conocimiento de uno mismo. Cuando lo consigas, lo que más desees estará automáticamente allí; lo que más te disgusta desaparecerá.

7. Libérate de la carga de los juicios. Al juzgar impones el bien y el mal a situaciones que simplemente son. Todo se puede entender y perdonar, pero cuando juzgas te apartas de la comprensión y anulas el proceso de aprender a amar. Al juzgar a otros reflejas tu falta de autoaceptación. Recuerda que cada persona a la que perdones aumenta tu amor a ti mismo.

8. No contamines tu cuerpo con toxinas, ya sea por la comida, la bebida o por emociones tóxicas. Tu cuerpo no es sólo un sistema de mantenimiento de la vida. Es el vehículo que te llevará en el viaje de tu evolución. La salud de cada célula contribuye directamente a tu estado de bienestar, porque cada célula es un punto de conciencia dentro del campo de la conciencia que eres tú.

9. Reemplaza la conducta que motiva el miedo por la conducta que motiva el amor. El miedo es un producto de la memoria, que mora en el pasado. Al recordar lo que nos hizo sufrir antes, dedicamos nuestras energías a asegurarnos de que el antiguo sufrimiento no se repita. Pero tratar de imponer el pasado al presente jamás acabará con la amenaza del sufrimiento. Eso sólo ocurre cuando encuentras la seguridad de tu propio ser, que es amor. Motivado por la verdad interior, puedes enfrentarte a cualquier amenaza, porque tu fuerza interior es invulnerable al miedo.

10. Comprende que el mundo físico es sólo el espejo de una inteligencia más profunda. La inteligencia es la organizadora invisible de toda la materia y toda la energía; como una parte de esta inteligencia reside en ti, participas del poder organizador del cosmos. Como estás inseparablemente vinculado con el todo, no puedes permitirte el contaminar el aire y el agua del planeta. Pero en un plano más profundo, no puedes permitirte el vivir con una mente tóxica, porque cada pensamiento crea una impresión en el campo total de la inteligencia. Vivir en equilibrio y pureza es el más elevado bien para ti y para la Tierra.

Deepak Chopra
Fuente: senderoespiritual.com/el-poema-eres-tu-deepak-chopra

martes, 14 de diciembre de 2010

La Voluntad del Presente

Hemos visto que luchar contra el ego sólo puede ser tarea del ego. La materia prima de la falsa personalidad consiste en no aceptar el mundo como es. Resistirse a “lo que es”: tal es la médula del ego. Ahora tú estás atrapado en una falsa personalidad, en un ego que reúne tu energía para que te resistas a lo que es. Mientras “tienes” una vida gobernada por el ego, eso es “lo que es”. Por lo tanto, si luchas contra el ego, estás luchando contra lo que es y todavía te hallas en territorio del ego.

Pero aclaremos las cosas: el ego es una entidad imaginaria, una ilusión, una burbuja ideal donde tu imaginación se echa a pasar el tiempo. Así que no tiene sentido luchar contra algo que no existe. Sencillamente, hay que dejarlo que desaparezca por sí mismo.

Cuando abres los ojos y te dejas envolver por el presente, te has convertido en el presente. El ego ha desaparecido. No necesitas realizar ningún esfuerzo para que desaparezca; simplemente, tienes que olvidarte del ego.

Al quedarte sin ego, estás silencioso por dentro y ese silencio puede envolver el mundo entero. Pero sólo una personalidad auténtica puede mantenerse dentro del silencio. La personalidad pervertida no soportará ni un rato en esa situación y escapará rápidamente hacia la charla interna.

El ego no existe. Deja de pensar y lo comprobarás: inmediatamente desaparece. Era nada más que un zumbido dentro de tu cabeza, una especie de moscardón que no quería irse por nada del mundo.

Esto es algo que puedes experimentar en el terreno de la práctica, con el mismo rigor de cualquier otro experimento científico. En este caso, el laboratorio es tu propia persona. Cuando dejas de pensar, de inmediato te das cuenta de que el ego no eras tú. Pensabas que eras tú, pero eso era nada más que una identificación.

Sin embargo, este acto de “dejar de pensar” no se puede mantener mucho tiempo. No tardarás en volver a pensar y pensar, no podrás evitar que el zumbido vuelva y se apodere de tu ser. Eso sucede porque has estado demasiado tiempo identificado con el ego.

La personalidad auténtica es la que te permite ser quien eres. No es una personalidad forjada por otros, sino por ti mismo. Aunque en realidad, no sólo está forjada por tu persona sino también por el presente impersonal. El rasgo principal de la personalidad auténtica es que puede vivir en el presente. De hecho, podríamos decir que está forjada por el mismo presente y que va creciendo en ti lo mismo que un bebé crece en el vientre de su madre. Por eso se habla de un segundo nacimiento cuando se indica que una persona está en condiciones de vivir en el presente o que está “iluminada”.

Lo que nace por segunda vez es una personalidad. Muere la personalidad pervertida (el ego) y nace la personalidad auténtica.

Una vez que te observas a pleno, descubres que el ego es la suma de todas las excusas que organiza una persona para no estar presente. Si te aceptas tal como eres, estás presente, eres el presente.

El ego es la negación del presente. Su estructura consiste en establecer lo que deberías ser y fingir que eres eso. Por supuesto, al fingir que eres otra cosa, no puedes ver lo que eres.

Quedarse sin ego es simple. Tan sólo tienes que dejar de pensar y permitir que te invada el presente. Sin embargo, mantenerse sin ego es otra cosa. Estás acostumbrado a fingir que eres lo que no eres y lo haces hablando contigo mismo sin parar.

Pongamos en claro que no tienes que “mantenerte” en el presente. Esa es otra exigencia del ego, que no quiere perder el control. Si estás en el presente, eso es lo que es. Si no estás, eso es lo que es. Hacer “un esfuerzo para estar presente”, tan sólo es cosa del ego. Tú no puedes estar presente; sólo el presente puede estarlo. A lo sumo, puedes convertirte en una gota sumergida en el mar del presente, en una energía que abarca todo lo que se ve y todo lo que no se ve.

Sí, el presente es omnipresente. Por eso, si lo niegas, estás en conflicto. El sufrimiento surge de resistirse al presente. Las emanaciones del presente son inexorables y por eso expulsan todo lo que no esté presente. La palabra “expulsar” no ha sido usada por azar. Durante siglos, el ser humano se ha considerado como una especie expulsada del paraíso. Hemos sido expulsados del paraíso. Es decir, se nos ha expulsado del presente. Lo absurdo del asunto es que nosotros mismos nos hemos expulsado del paraíso.

El presente es lo que es. Tú puedes decir que es real, o que es irreal, o lo que sea. Al presente no le importa tu interpretación. Y al margen de tal interpretación, puedes vivir en el presente o no. Si quieres vivir en el presente, tu pasado imaginario está demás y tu futuro anhelado también. No hay lugar posible para una voluntad personal. Sólo existe la voluntad del presente. Por eso es que se dice: “Hágase tu voluntad y no la mía”. Esto es: “Hágase la voluntad del presente y no la mía”.

Tu voluntad personal es el ego. Una entidad imaginaria que se resiste a vivir el presente y quiere hacer un “mundo aparte”. Por eso, una característica del ego es la de interpretar que existe una brecha entre el mundo y tú. El ego dice: “Yo y el mundo”, como si tú y el mundo estuvieran separados. Por supuesto, se trata de una separación imaginaria. También es imaginaria esa separación que el ego quiere hacer prevalecer entre tú y la vida. Algo así como decir: “yo y mi vida”, es decir, dos cosas separadas. La idea de que “yo controlo mi vida”, o de que “yo hago lo que quiero con mi vida” nace de esa locura fundamental. El ego considera que es el dueño de su “propia vida”. Y, por lo tanto, puede hacer lo que quiere con ella. Tiene una supuesta voluntad propia, autónoma y libre.

Cuando dices: “Hágase tu voluntad y no la mía”, estás dejando que el presente pueda penetrarte y atravesarte. Esa es la única manera que tiene un ser humano de estar presente. No importa si es budista o cristiano, si medita o realiza trabajo social intenso, si cree en algún dios o no cree, si es intelectual o persona de acción.

“Hágase la voluntad del presente y no la mía”. Cuando lo dices y lo haces, cuando aceptas que se haga la voluntad del presente, desaparece la separación. Ya no existe el presente por un lado y tu voluntad por el otro. Has vuelto al paraíso. ero el paraíso del presente tiene una cualidad inconfundible: es irradiante. Su manifestación emana una energía que expulsa todo lo que no es presente. Así como la luz, cuando aparece, elimina toda oscuridad, el presente expulsa todo lo que no es presente.

Extraído de "El Abrazo del Presente" - Flora Espinosa

jueves, 18 de noviembre de 2010

Crecer sin Crisis

El próximo mensaje que necesitas escuchar esta en tu presente .  Ram Dass

Todos hemos escuchado una y mil veces que a través de las crisis y los problemas de la vida se aprende y que las crisis son una gran oportunidad para el crecimiento y la evolución. Sin duda que cuando miramos hacia atrás nos damos cuenta que de la mayoría de las crisis que hemos vivido, salimos fortalecidos y algo hemos aprendido y madurado. Pero… ¿no es esto una creencia más y, como todas las creencias, vamos por la vida haciéndola realidad? Debido a que nuestras creencias son ingrediente fundamental en lo que vamos creando y se manifiesta en nuestro mundo, ¿será posible que nos generemos inconscientemente crisis con la finalidad de crecer y avanzar al irlas resolviendo?

Creo que sí. Creo que tenemos un arsenal de este tipo de creencias que soportan la mayoría de las crisis que vivimos, como que si no hay dolor y sacrificio, no hay ganancia; lo que tiene valor tiene un alto precio que pagar y muchísimas más. Incluso, a veces cuando estamos en terapias de sanación, llegamos a pensar y creer que si no hay drama y catarsis en una sesión terapéutica, nada ha sucedido en realidad.

Lo que he ido viviendo en los últimos años, después de una gran crisis y a raíz de profundizar en la práctica de la consciencia del instante presente, es que poco a poco, viviendo más y más en presencia, ya no es necesario vivir picos de crisis para lograr un sostenido y continuo avance en nuestro crecimiento.

La vida, así tal cual se despliega ante nosotros, con nuestras relaciones, rutinas y tareas de todos los días, nos da de manera suave y gentil lo que se requiere para liberar, integrar y manejar tanto los bloqueos del pasado como los nuevos bloqueos que puedan presentarse y que a la larga serán los que ocasionan las explosiones o crisis. Si asumimos la tarea de estar presentes en lo que sea que está pasando con nuestros pensamientos, emociones y acciones, aquí y ahora, el enorme poder del estado de presencia, comenzará a despejar y trasmutar esa energía que ha quedado bloqueada del pasado y dejaremos de bloquear la energía ahora. Estamos literalmente creando un futuro muy diferente, donde las crisis y el sufrimiento dejarán de ser necesarios.

¿Cómo podemos hacer esto? Recuerda que el momento presente tiene todos los componentes que se requieren, la vida te apoya en cada momento. Todo es ahora. Quizás no es sencillo hacerlo a la primera, pero si se puede ir creando el hábito de estar presentes más y más cada día y los beneficios no demoran en verse. Puedes escoger para comenzar un momento del día, cuando te levantas o cuando desayunas o almuerzas o llegas al trabajo y luego irlo ampliando a más y más momentos hasta hacer de esto un continuo.

En el momento que hayas seleccionado, con la actividad que estés realizando, monitorea tu aquí y ahora, tu presencia. Primero ocupa tu presencia física, es decir, respira, siente el flujo de la respiración y siente tu cuerpo. ¿Respiras de prisa, lento? ¿hay algún dolor, tensión, molestia en el cuerpo? Siente tu cuerpo. Amplía el rango hacia los sonidos, los olores, la temperatura. Ubícate físicamente en el presente. No hay nada que juzgar, bueno o malo, lo que sea está bien, es lo que es.

Luego monitorea tus pensamientos. ¿Qué estás pensando? ¿a dónde, a cuál evento, a cuál conversación mental están tratando de llevarte tus pensamientos? ¿qué imágenes vienen a tu mente? Sin juicio, todo es lo que es, simplemente date cuenta de ello.

Ahora pasa a tus emociones, ¿cómo te sientes, entusiasta, triste, enojado, alegre, apático? Busca una palabra para describir la emoción. Si no encuentras una palabra, simplemente siente la sensación, sin darle un nombre. Está bien sentir lo que estás sintiendo, acéptalo, tal como es, sin juicios.

Puedo asegurarte que vas a encontrar información sorprendente al ir haciendo esto. Vas a comenzar a hacerte consciente de que hay partes de ti, energía estancada, que está gritando para que la tomes en cuenta, para que la escuches. Estos son los gritos silenciosos que al ignorarlos, día a día, momento a momento, debido a que no estamos presentes, terminarán creando una crisis. Al ir haciendo esto, una y otra vez, tomarás consciencia, sin duda, que la mayoría, por no decir todo, de lo que se está moviendo en ti en este momento y te perturba, poco tiene que ver con el hecho de que te estás levantando, almorzando o llegando al trabajo y que esas partes están hablando de un pasado que no ha sido totalmente integrado.

Una vez detectado un aspecto mental o emocional que está pidiendo atención, dedica unos momentos cuando te sea posible y sigue los pasos descritos en el artículo “Abrir espacio y permitir” de este blog. Estoy completamente segura que comenzarás a ver cambios sorprendentes. A medida que estás presente, aquí y ahora, todo este proceso va volviéndose automático, se crea un hábito y todo se completa en breves segundos, hasta que se transforma en una forma de vivir y de ir creciendo día a día, de una manera suave, amorosa, sin la perturbación de crisis y dramas.

Como dice mi maestra Peggy Phoenix Dubro, ya somos maestros creciendo desde el dolor, es momento de darnos cuenta que hay otra manera, más amorosa, compasiva y llena de un mayor gozo para avanzar y evolucionar. La invitación es a hacernos maestros ahora de esta otra manera de avanzar. Todo lo que se requiere está aquí y ahora.

Desde mi Presencia a la tuya, que son una y la misma…

En amor,
Vero

Verónica Hernández Simeonoff.
© Todos los derechos reservados, Noviembre del 2010

Un día, Aquí y Ahora

Creo que muchos nos hacemos esta pregunta. ¿Cómo se vive cuando uno está completamente inmerso en el aquí y ahora, en la consciencia del instante presente?

Comparto esta pregunta realizada a Eckhart Tolle en una entrevista de Alberto D. Fraile Oliver para la Revista Namasté.

La simpleza, la presencia en el aquí y ahora, una nueva manera de vivir, siendo un espacio consciente que trae consciencia, luz al mundo.




¿Cómo es un día ordinario en tu vida?


Muy simple. Yo pienso relativamente poco. En la vida diaria, si estoy con una persona, la escucho hasta que las palabras surjan, o si estoy en la calle comprando también tengo pocos pensamientos y reacciones.

Las situaciones son como son. La vida es muy simple.

Muy pocas veces pienso en el pasado y la atención está en la simplicidad. El momento presente siempre es bastante simple porque es solamente eso. La consciencia está en la simplicidad del momento presente. Hay paz incluso si algo no va bien.

No llevo encima una identidad. Por ejemplo, en la enseñanza espiritual, la gente me llama maestro espiritual y ellos piensan que es mi identidad pero yo lo veo simplemente como una función. Cuando estoy con un grupo de personas y estoy hablando, entonces soy el maestro espiritual, pero en el momento en que salgo de la sala dejo de ser el maestro espiritual inmediatamente y solamente hay una consciencia abierta que no lleva una imagen de quien soy. Porque cada imagen que llevas te va a conducir al sufrimiento.

Voy por la calle sin ser nadie en particular, simplemente un espacio consciente. Das un paseo no como una persona sino como un espacio consciente, o estás tomando un café no como una persona, pensando en tu historia personal, simplemente como un espacio consciente, sin llevar las constantes definiciones de quien soy o hablándome de mi vida con esa voz interior que me cuenta cosas de mi vida: “no estoy contento con mi vida” o cosas así que son cuentos, pensamientos. (risas) Estas complicaciones, afortunadamente, no las tengo. (risas)

martes, 16 de noviembre de 2010

Respetar

Respetar significa, en primer lugar, reconocer. Respetar a alguien quiere decir que reconozco que está ahí, que es como es y que es justo que sea como es. Eso implica que me respeto a mí mismo de igual modo: respeto que estoy aquí, que soy como soy y que es justo el hecho de ser como soy.

Si me respeto a mí mismo y respeto al otro en este sentido, renuncio a formarme una imagen de cómo deberíamos ser, tanto yo como el otro. Sin esa imagen previa no existe juicio sobre lo que sería mejor. Ninguna imagen preconcebida se interpone entre mí mismo y la realidad, tal como ésta se manifiesta.

De esta manera, se facilita un segundo elemento, que también forma parte del respeto: amo lo real, en tanto es precisamente real. Esto significa sobre todo: me amo a mí mismo tal como soy; amo al otro tal como es; y amo la manera en que somos diferentes.

Luego también es posible otro elemento, quizá el más bello, que también forma parte del respeto: me alegro de lo real tal como se manifiesta. Me alegro de mí mismo tal como soy; me alegro del otro tal como es; y me alegro de las diferencias que existen entre los dos.

Ese respeto guarda las distancias. No penetra en el otro y tampoco permite que el otro penetre en mí, que me imponga algo o que disponga de mí según su propia imagen. Por eso podemos respetarnos sin pretender nada el uno del otro.

Si nos necesitamos y pretendemos algo el uno del otro, aún tenemos que reparar en un cuarto aspecto: ¿nos fomentamos mutuamente o bloqueamos el desenvolvimiento de ambos? Si tenemos que reconocer que lo obstaculizamos, entonces el respeto no nos hará converger sino divergir. Por lo que debemos respetar que cada uno pueda y tenga que seguir su propio camino. De este modo, el amor y la alegría mutua más que menguar se profundizan. ¿Por qué? Porque el amor y la alegría son entonces como el respeto: serenos.

Bert Hellinger (Constelaciones Familiares)

martes, 9 de noviembre de 2010

¿Cómo utilizo mi energía?

Desde hace días he estado pensando en Pedro, agradeciéndole y honrándolo por la enseñanza que aportó a mi vida. Pedro vino hace varios años a mi consulta a solicitarme sesiones de Reiki. A sus 40 años, sufría de una diabetes avanzada que le impedía trabajar, perdía su visión día a día, vivía con muchas limitaciones y estaba muy deprimido. Había escuchado que Reiki ya se aplicaba en muchos hospitales en el mundo y consideraba que sería de ayuda para él. Acordamos que vendría 3 veces por semana y comenzamos. En la mitad de la tercera semana, Pedro me confesó con una sonrisa que las sesiones de Reiki estaban funcionando, que había comprobado que sus niveles de azúcar en la sangre bajaban después de las sesiones, que estaba más animado y que una vez que se había dado cuenta de eso, a modo de recompensa, se permitía comer un dulce o un chocolate en el camino de regreso a su casa.

Hablé con él sobre esto, de la importancia de hacerse responsable de su sanación y aprovechar este flujo de energía armónica que estaba recibiendo para permitir mayor equilibrio en su cuerpo, apoyar este proceso y lograr una mayor calidad de vida en lugar de agotar esta energía para procesar un dulce o un chocolate. Pedro me dijo que dado todo lo mal que la estaba pasando con su enfermedad, él merecía esos chocolates, que comerlos le hacía sentir bien y me dió toda una serie de razones, muy válidas desde su punto de vista, de porqué su conducta estaba justificada y no era algo a lo que darle mucha importancia.

Como muchos de los ángeles que han venido a mí, hoy recuerdo a Pedro con gratitud por la enseñanza que me dejó. Me pregunto, ¿qué decido hacer ahora con esta energía que acabo de recuperar y recibir? ¿Cómo la voy a invertir? ¿La voy a invertir en crear mayor gozo, equilibrio, bienestar en mi vida o decido usarla para seguir sosteniendo los viejos patrones, hábitos, dramas que ya sé que no me dan resultado? ¿Cómo me estoy justificando a mi misma para no hacer un mejor uso de esta energía a mi disposición? Si la energía fuera visible como el dinero, por ejemplo y estuviera en bancarrota y un amigo me da una buena suma para ayudarme, ¿volvería a decidir y hacer exactamente lo mismo que me llevó antes a la bancarrota? Seguramente no, haría ajustes, me informaría más en materia financiera, realizaría cambios para evitar caer en la misma situación. Sin embargo, hacer lo mismo en relación a la energía de los pensamientos y emociones que manejamos a diario, ya no es tan obvio y no le prestamos mucha atención.

Desde pequeños hemos aprendido a pensar y sentir de determinada manera y eso condiciona nuestra conducta y reaccionamos así de forma automática ante muchísimas situaciones de nuestra vida. Además defendemos esa manera de ser como la apropiada, auténtica y totalmente justificada. Muchas veces hay una especie de orgullo, de defensa de nuestra identidad y de nuestros patrones disfuncionales y entonces nos decimos que nos merecemos tal o cual gratificación, que yo soy así y de esa manera soy autentica, que tengo el derecho a ese comportamiento. No solo nos volvemos inconscientes y reaccionamos, sino que defendemos nuestras disfunciones con todo un arsenal de razonamientos. ¿A quién queremos convencer en realidad, al otro o a nuestra propia voz interior que nos está alertando una y otra vez sobre la manera en que usamos nuestro poder?

Estas reacciones automáticas y todas nuestras justificaciones nos muestran en qué y cómo utilizamos e invertimos la energía, día a día. Incluso aunque hayamos detectado que ciertas formas de pensar, sentir y actuar no nos son útiles, es tal la velocidad con que se genera nuestra reacción que antes de poder hacer algo distinto ya estamos de nuevo en medio del mismo patrón que nos desgasta. Podemos recibir muchas terapias y tener así mayor energía a nuestra disposición pero la auto observación, el darse cuenta y responder con consciencia en lugar de reaccionar es un paso importante para el cambio hacia la sanación, un mayor bienestar y plenitud en nuestra vida. Este paso es nuestra responsabilidad darlo, nadie lo puede dar por nosotros. Ni la mejor técnica o el más entrenado de los terapeutas y maestros puede realizar los cambios en nombre de nosotros. Si no nos hacemos cargo y realizamos inversiones de energía con mayor consciencia, no importa cuánta energía recibamos y recuperemos, la seguiremos gastando en los mismos y viejos patrones que ya no nos sirven y nuevamente nos veremos en medio da las mismas situaciones que no nos dan alegría, abundancia y plenitud.

Aunque no sepa bien por donde comenzar, el solo hecho de plantearme observar qué estoy haciendo con mis pensamientos, emociones y acciones, es decir, en qué estoy invirtiendo mi energía, genera una perspectiva distinta. “Observar” se realiza en el presente, en este momento, en las tareas que vamos haciendo todos los días, incluso las que nos parecen más pequeñas e insignificantes. Observar implica monitorear no solo el exterior, lo que estoy haciendo, con quien y de qué manera, sino lo que sucede en mi interior, como me siento y qué pensamientos están tras las cortinas de mis acciones. Y puedo preguntarme a menudo ¿en dónde y cómo decido invertir mi energía ahora? De esta forma comienzo poco a poco a reconocer mi poder sobre mis pensamientos, emociones y acciones y hacerme responsables de ellos. Esto va abriendo una pequeña brecha de tiempo antes de la reacción. Al principio es pequeña, pero con el tiempo y debido a que estoy pudiendo sostener y conservar más energía, la brecha será más grande y podremos por fin comenzar a responder conscientemente en lugar de reaccionar. La diferencia entre responder y reaccionar, es en sí mismo un cambio monumental.

Es momento de reclamar nuestro poder y hacernos dueños de nuestros pensamientos, emociones y acciones para crear la vida de paz, armonía, salud, amor y abundancia que sueña nuestro corazón. Y ese momento, como siempre, es ahora.

Verónica Hernández Simeonoff.

© Todos los derechos reservados, Noviembre del 2010

sábado, 6 de noviembre de 2010

El desapego

El desapego implica – ” vivir el momento presente” – vivir en el aquí y en el ahora -. Permitimos que en la vida las cosas se den por sí solas en lugar de forzarlas y tratar de controlarlas. Renunciamos a los remordimientos por el pasado y a los miedos por el futuro. Sacamos el mayor provecho a cada día.

El desapego nos da la libertad de disfrutar de las relaciones o de las cosas que poseemos en la vida.

El desapego también implica aceptar la realidad, los hechos. Requiere fe en nosotros mismos, en Dios, en otras personas, en el orden natural y en el destino de las cosas en este mundo.

Desapegarse a las cosas o relaciones no se trata de ser frío o desinteresado o señal de desamor, más bien es no tener miedo a perder sea lo que sea a lo que estamos apegados. Las recompensas que el desapego nos brinda son muchas: serenidad, una profunda sensación de paz interior, la capacidad de dar y recibir amor de una manera que nos enaltece y nos llena de energía, y la libertad para encontrar soluciones reales a nuestros problemas.

Encontramos la libertad para vivir nuestra propia vida sin sentimientos excesivos de culpa o responsabilidad hacia los demás. En ocasiones el desapego llega a motivar y a liberar a la gente que se encuentra a nuestro alrededor para empezar a solucionar sus problemas.

Amar libremente a tu pareja promueve la entrega de afecto sin opresión. El desapego es sostener nuestra libertad, permitiendo, también, ser libres a quienes amamos. El desapego no es abandono, por el contrario, es un acto de amor incondicional. Quien ama verdaderamente, deja libre al otro.

El desapego se basa en las premisas de que cada persona es responsable de sí misma, en que no podemos resolver problemas que no nos corresponde solucionar, y que preocuparnos no nos sirve de nada. Adoptamos una política de no meter las manos en las responsabilidades de otras personas y en vez de ello, de atender a las nuestras.

El desapego a las cosas materiales nos permite disfrutarlas y atraerlas más a nuestras vidas. El desapego no significa abandonar todo, no trabajar más o no desear nada material, no, desapego significa no DEPENDER de nada de lo que poseemos o de ninguna persona con la cual tengamos un vínculo afectivo. Es lograr la autonomía, de ser felices aun sino poseemos o encontramos alguna cosa o una persona en específico.

Muchas veces nos centramos y vemos las cosas solo con la mirada calculadora y nos fijamos en las posesiones materiales o personales que tenemos, esto es apego a las cosas materiales. Vivir de esta forma es vivir esclavizado, es vivir con temor.Aprender en la vida el desapego nos permitirá trascender hacia un plano espiritual más elevado. No es algo fácil y dependerá de cada persona el lograr desatarse y cortar esos lazos que no le permiten crecer.

“Esta ley dice que para adquirir cualquier cosa en el universo físico, debemos renunciar a nuestro apego a ella” Esto no significa que renunciemos a la intención de cumplir nuestro deseo. No renunciamos a la intención ni al deseo; renunciamos al interés por el resultado.

Es grande el poder que se deriva de esto. Tan pronto como renunciamos al interés por el resultado, combinando al mismo tiempo la intención concentrada y el desapego, conseguimos lo que deseamos.
“Podemos conseguir cualquier cosa que deseemos a través del desapego, porque éste se basa en la confianza incuestionable en el poder del verdadero yo”.

Deepak Chopra

domingo, 31 de octubre de 2010

Abrir espacio y permitir

Sabemos que una emoción es “energía en movimiento”. Cuando experimentamos una emoción, cualquiera que sea, y nos damos el permiso de sentirla, podemos poner la atención en nuestro cuerpo y nos daremos cuenta de que esta emoción se percibe como oleadas de energía que se mueven a través nuestro. Se siente como cosquilleo, presión, cambio de temperatura, pulsaciones, sudoración, aumento de los latidos del corazón y muchas otras respuestas y cambios a nivel físico. La emoción es energía que se mueve a través de nuestro cuerpo y este movimiento genera respuestas de los distintos sistemas del cuerpo. Adicionalmente la emoción es un movimiento de energía que se origina a través de nuestros pensamientos, por lo cual podemos decir que es la manifestación de nuestros pensamientos (conscientes o inconscientes) en el cuerpo. Por lo tanto, cuando estamos sintiendo una emoción, hay una conexión mente-cuerpo a través de una energía que se mueve por ambos.

Existe una perfección, una sabiduría en nuestra biología que maneja el paso de esta energía en movimiento de una manera armónica y natural y equilibra las diferentes intensidades, respuestas y flujos energéticos. El cuerpo está diseñado para manejar el flujo de las emociones. Podemos experimentar todas las emociones de una forma sana y segura, desde que se inician, pasando por distintos picos de intensidad hasta su transformación y agotamiento. Cuando el movimiento de energía de la emoción sigue su camino libremente, la emoción cambia, y así, por ejemplo, si estamos enojados y permitimos que la energía que llamamos enojo, se mueva como decida hacerlo, la emoción cambiará y quizás decimos que estábamos enojados, luego avergonzados y al final nos tranquilizamos. No hay un patrón establecido de cambio, pero si hay un cambio, una transformación en el tono vibratorio a medida que la energía se mueve por nosotros. Este patrón de cambio tiende al equilibrio. Seguramente todos hemos experimentado que si estamos muy tristes por algo que sucedió (una interpretación mental que hicimos de los hechos) y nuestros ojos se llenan de lágrimas (una respuesta física), al permitir el llanto (permitir el movimiento de energía), no pasa mucho tiempo sin que comencemos a sentir cierto alivio (la energía fluye con tendencia al equilibrio).

Lamentablemente, debido a nuestra deficiente educación en el manejo de las emociones, todos hemos sido programados en relación a que existen emociones que son dañinas, que no se pueden expresar, que no están bien vistas, que son “malas” y debemos evitarlas. Y así, desde muy temprana edad, en lugar de aprender como permitir que esta energía se mueva y se exprese de una manera sana y natural, lo que hemos aprendido es como bloquearla, como frenar el flujo, como crear barreras que impidan y controlen el movimiento. Al hacer esto estamos estancando la energía que fluye por nosotros y toda energía estancada, frenada, contenida, pierde su capacidad de auto equilibrarse generando desarmonías a todo nivel, físico, mental y emocional.

Todos tenemos en mayor o menor medida, la idea incorrecta de que si permitimos que la emoción siga su flujo de movimiento, será como una bola de nieve que no podremos parar haciéndose más y más grande sin que poder controlarla. Si sentimos tristeza, nos preocupa que podamos estar tristes por siempre y que terminemos con una severa depresión, entonces nos apuramos por buscar algo o alguien que nos alegre. Si nos sentimos enojados, tenemos miedo de que el enojo crecerá y terminaremos manifestando violencia contra nosotros mismos, otros o nuestro entorno. Entonces buscamos a toda costa alguien o algo que mitigue o me haga olvidar mi enojo. Y así, cuando una emoción que consideramos inapropiada y por lo tanto le tememos, se mueve por nosotros, lo que buscamos es negarla, evitarla, sedarla, controlarla y tenemos muchísimas estrategias para hacer esto que hemos ido aprendiendo y perfeccionando a través de nuestra vida.

Lo que quizás no hemos aprendido aún es que el flujo de energía de la emoción se vuelve peligroso cuando no le permitimos su fluir, cuando no permitimos que se exprese tal como es, energía en movimiento. En este sentido no es esa emoción “negativa” la que nos aleja del bienestar y nos quita la paz, sino el hecho de que no queremos sentirla y por lo tanto no le permitimos moverse, seguir su curso y transformarse. Entonces constantemente bloqueamos el flujo de energía y la estancamos, la contraemos, la paralizamos. Y es justamente de esa manera que estamos creando una bola de nieve que se agranda y agranda y un día terminará por desbordarnos y caer sobre nosotros en la forma de una enfermedad o una gran crisis en nuestra vida.

¿Qué podemos hacer ahora? Es importante que tomemos consciencia de que debido a que no hemos sido educados en un apropiado manejo emocional, tenemos energía bloqueada y estancada de eventos que nos han sucedido en el pasado, que han disparado emociones y no hemos permitido que esta energía se moviera. Ya existen capas y capas de energía emocional congeladas en nosotros. Entonces podemos tener mucho enojo, por ejemplo, estancado en nosotros. Ese enojo congelado hace las veces de unos lentes que colorean el mundo que vemos, por lo tanto vemos constantemente en nuestras situaciones de vida muchos motivos por los cuales enojarnos y la bola de nieve sigue creciendo. Como vibramos en la energía del enojo, debido a que esa energía está congelada en nosotros, atraemos situaciones que generarán más enojo. Eckhart Tolle llama a estas capas de energía bloqueadas “el cuerpo del dolor” y lo define como un ente que va tomando vida propia y que gobierna nuestras vidas y no nos permite vivir en el presente tal como es. Entonces, si queremos ser responsables de la calidad de nuestro cuerpo emocional hay que comenzar a mover la energía del pasado que está estancada y además no crear más estancamientos en nuestro momento presente. Si seguimos la analogía de la bola de nieve, tenemos que no continué creciendo y además que disminuya en tamaño hasta desaparecer.

La consciencia del instante presente, abrir el espacio y permitir

Pensar en todo lo que hay que liberar de nuestro pasado y además estar atentos para no generar más bloqueos y aprender a hacerlo, puede parecernos una tarea inmensa. Pero como toda tarea pequeña o inmensa, solo hay un punto en el cual poner nuestra atención: este que está justo enfrente de nosotros, el momento presente. Cuando nos situamos en el momento presente, se abre un espacio de aceptación y se reduce nuestro impulso de negar, proyectar, controlar, sedar. Nos conectamos con un poder superior, la Presencia. Esta estado del ser sabe perfectamente cómo mover la energía que está estancada, en qué cantidad o intensidad y cómo y lo hace de una manera sana y segura, si lo permitimos, si abrimos el espacio para que así sea.

Pero es muy difícil abrir el espacio y permitir cuando no confiamos. Si por muchos años por ejemplo, hemos recibido el mensaje de que dejar fluir el enojo no es bueno, no es adecuado y que podemos dañarnos o dañar a otros, vemos la energía del enojo con mucha desconfianza y no estamos dispuestos a dejarla fluir, nos contraemos ante ella. Entonces lo que yo te sugiero es que abras un espacio que sea confiable para ti. A medida que la confianza aumente y que compruebes que puedes permitir que más y más energía se mueva por ti, permitirás más. Tu Presencia, con su infinita sabiduría te conoce y quiere lo mejor para ti, así que el espacio seguro se abrirá de acuerdo a límites seguros. En este sentido, abre el espacio a la Presencia para que opere a través de su infinita sabiduría.

¿Cómo abrir el espacio?

Dedica unos momentos de tu día para conectar con la energía emocional, cualquiera que sea, que está estancada y congelada en ti.

Siéntate o recuéstate y comienza a conectar con el momento presente, con tu respiración, con los sonidos, la temperatura. Ve tomando consciencia de la respiración y de tu cuerpo al mismo tiempo.

Habla con tu cuerpo, puedes preguntarle ¿hay alguna energía que necesita moverse en este momento? Permite que tu atención se mueva hacia cualquier parte de tu cuerpo. Puede ser un cosquilleo, una presión, una puntada, algo llamará tu atención físicamente. Con la atención en ese lugar del cuerpo y en tu respiración di: “tienes permiso de moverte, de fluir, este es un espacio seguro, confiable”. Continúa respirando y prestando toda la atención a tu cuerpo. La molestia o sensación inicial puede aumentar, disminuir, desaparecer y cambia hacia otra zona del cuerpo. Respira y sigue el movimiento de la energía hacia cualquier parte del cuerpo que llame tu atención y continúa diciendo “este es un espacio seguro, puedes continuar tu movimiento”.

Vendrán muchos pensamientos, imágenes a tu mente que quizás te darán información, pero lo importante es respirar suavemente, poner tu atención en el cuerpo, abrir espacio y permitir que la Presencia guíe el proceso y genere el movimiento adecuado para ti en este momento. Mantente realizando este ejercicio hasta que sientas que el movimiento de la energía se completó.

Con la práctica de este ejercicio, verás magia en tu vida. Podrás experimentar como todo tu tono energético va cambiando hacia un estado de mayor libertad, placer, alegría y cómo emociones en desequilibrio que hasta ahora habían sido repetitivas en tu vida, ya no lo son tanto. La vida se transforma, tu realidad cambia y tu estado emocional es otro.

Este ejercicio también puedes realizarlo cuando eres dominado por alguna emoción que te quita la paz y el bienestar en tu vida. Puede costar un poco más iniciar el ejercicio y conectarte con tu respiración y el presente cuando uno es dominado por una emoción de baja vibración, respira y conecta con tu cuerpo y permite que la energía se mueva. Si sientes necesidad de respirar más profundo, suspirar, moverte, permítelo manteniendo la consciencia en el instante presente.

En siguientes artículos continuaremos compartiendo este maravilloso camino para ser quienes somos.

Desde mi Presencia a la tuya, que son una y la misma…
En amor,
Vero

Verónica Hernández Simeonoff.

© Todos los derechos reservados, Octubre del 2010

domingo, 24 de octubre de 2010

Voluntad

He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad esta en la forma de subir la escarpada.
Gabriel García Márquez

Nuestra mente lineal se marca objetivos para tener un rumbo y no despistarse en tiempos de tormenta. Una meta sucede a otra mientras el Universo pone en juego recursos que a nuestra voluntad apoyan. Sin embargo, una vez llegados a la cima de la montaña, no tardamos en escudriñar el horizonte tras sentir una fuerza interna que demanda seguir la marcha. Una fuerza por la que comenzamos a mirar otra montaña, a veces más alta y escarpada.

“Veo una meta, la alcanzo, veo otra meta”, dice Sagitario apuntando con su arco, dispuesto a lanzar otra flecha. Cada objetivo es un pretexto para que nuestra mente concrete y movilice partes insospechadas. Al parecer, el ser humano goza optimizando capacidades que su peculiar diseño “trae de fábrica”. Cada cima es un cliché que activa la sensación de ir hacia alguna parte y así, evitar la confusión ante los vientos y las mareas. En realidad, los objetivos y las metas son los grandes pretextos que una parte de nosotros requiere para afirmar sus propósitos en el tipo de vida por el que opta.

Cada ser humano, mientras sube y baja de las muchas cimas de la vida, busca la felicidad que se supone encontrará en cada llegada. Sin embargo, si uno se detiene y se pregunta, ¿qué es la felicidad?, tal vez sepa que ésta es una, pero la manera de encontrarla es realmente variada. Cada persona modela la forma que tiene su cima anhelada. Y esa víspera gozosa de logro amortigua los efectos dolorosos de las tormentas de montaña. Habrá personas para quienes la cima será construir la casa de sus sueños, amplitud, jardines, vistas amplias. Sin embargo, a menudo, lo que en realidad quieren es un lienzo en el que hoy se planta y mañana se adorna, una base sobre la que crear lo que nunca acaba. En realidad, saben que el goce está en el construir, más que en la obra construida.

Otras personas centrarán su cima en el hecho de viajar a diferentes culturas y cuestionar otros puntos de vista. Y en realidad, lo que a menudo desean, es el viaje hacia dentro que los conecte con la paz de la esencia. Algo que puede suceder mientras descubren otras culturas y parlotean en otros idiomas. En realidad, saben que el goce está en el acción de descubrir, no en la cosa ya descubierta.

Para otras personas, la cima será crear, expresar su visión en la familia, en los negocios, en la política o en papeles de fama y riqueza. Pero unos y otros saben que el gozo está de nuevo, en el proceso de llegada, en el cada paso recorrido para finalizar la obra. Otras personas pondrán sus metas en ver crecer a sus hijos, acompañarles en la construcción de sus propias gafas, contemplar la llegada de los nietos y entregarse al ocaso, mientras llega cada nueva alba. Finamente, uno realiza que el goce está en el abrazar, no en lo abrazado, y en el crear vida, no en lo vida creada.

Hay personas que consideran la cima de su montaña como el logro de vivirse en una mente sosegada. Un estado de consciencia desde el que fluir como fluye el río dejando que el océano nos encuentre, mientras damos de beber, lavamos las heridas y regamos los árboles y facilitamos cosechas. Un flujo más allá del tiempo en el que a nuestro paso refrescamos a los que parecen tener la lengua y el alma seca. Una mente sosegada para vivir en paz, tanto en los claros como en la oscuridad de las tormentas. Una mente sosegada para ver más allá de las los valles y de las cimas. Una mente sosegada para atestiguar con ecuanimidad el vaivén de todos los opuestos de la existencia.

José María Doria, de su libro "Inteligencia del Alma"

jueves, 14 de octubre de 2010

Los Abrazos del Hombre Nuevo

Sin lugar a dudas esta ha sido una maravillosa semana. No solo para Chile y el mundo sino que me atrevo a decir que para el Universo entero. Me siento profundamente conmovida y en un estado de serena y profunda alegría. Un pensamiento ronda por mi mente en los últimos días: “ha nacido un hombre nuevo, la nueva humanidad ya está aquí y he tenido el enorme privilegio de ser testigo y protagonista de ese nacimiento”. ¡Qué infinita gratitud!

Al inicio de este año 2010, desde mi interior sentí que este era un año para hacerse cargo de nuestras vidas, para ser responsables de nuestras creaciones y comenzar a transitar un territorio nuevo de madurez, en plenitud y armonía con todo y todos. Ahora, faltando pocos meses para terminar el año, veo como los 33 mineros chilenos y todo lo sucedido para su rescate exitoso y renacimiento, me muestra como hasta en las mínimas tareas de todos los días, hacerse cargo, responsabilizarse y actuar con consciencia, solo nos lleva adelante y hacia arriba.

Es muy impresionante como lo sucedido desde el mismo momento en que estos 33 hombres quedaron sepultados bajo tierra, nos muestra lo que significa asumir el compromiso total para el logro del resultado más elevado. Ellos, en lo profundo de la montaña no se dieron por vencidos y pasaron 17 difíciles días sin saber siquiera si serían alguna vez rescatados o si lograrían salir de ese lugar. Qué difíciles deben haber sido esos días allí en la oscuridad, sin comunicación, sin alimentos suficientes, a 700 metros bajo tierra y en medio da tanta adversidad y miedo. Pero no se dieron por vencidos, se organizaron y sostuvieron la esperanza. Y en la superficie, sucedía lo mismo. Un gobierno y un pueblo que se comprometió y se organizó alrededor de una sola meta: encontrarlos y rescatarlos.

Luego vinieron otros muchos días, esperando ser rescatados. Pero no fue una espera inactiva para ellos sino totalmente participativa, vital, completa. Día a día, momento a momento. Difícil de contabilizar las lecciones que podemos compartir y que ojalá se queden con nosotros y podamos integrarlas. Son tantas y tantas las cualidades que vimos manifestarse en todos los involucrados. Fe, esperanza, compromiso, unidad, solidaridad, perseverancia, orden, planificación, liderazgo, generosidad, conocimiento, sabiduría, dedicación, alegría, humor, gratitud, honestidad, confianza, sólo por nombrar algunas. Y todos estos atributos hilados, entretejidos por la red de la infinita energía del amor. Amor a si mismo, al otro y a la vida.

La madre tierra parió al hombre nuevo y el hombre nuevo al nacer, nos envolvió en mil abrazos. Uno a uno los mineros abrazaron a sus compañeros al salir de las profundidades y abrazaron a los que los recibían en la superficie. El planeta entero se llenó de abrazos que tocaron profundo en nuestros corazones y nuestro ser, y nos hicieron renacer a todos. Nos abrazamos todos y al hacerlo, algo cambió para siempre.

Una nueva humanidad ha visto la luz, somos los 33, somos Chile, somos todos. Y Así Es!


¡Gracias!

Verónica Hernández Simeonoff.
© Todos los derechos reservados, Octubre del 2010

lunes, 27 de septiembre de 2010

Transformación

"El propio hecho de la observación altera al observador y a lo observado". Heisenberg

En el campo de la Psicología ha habido un gran descubrimiento. Se trata del poder curativo de la consciencia. Una capacidad que señala la gran influencia que en sí mismo tiene el puro darse cuenta. Por ejemplo, cuando somos capaces de “observar” de manera sostenida todos aquellos procesos de conducta que nos traen problemas, producimos transformaciones en el patrón observado que a su vez conllevan nuevas opciones y programas más óptimos de acción futura.

En realidad, se trata de lograr mantener la atención sobre aquellas ideas y mecanismos que nos originan tensión y dolor ya que de esta manera, afloramos y resolvemos las viejas heridas “tapadas”. Así, creamos una sabia y sanadora “distancia”. Una medida que, como terapia sutil, permite nuevas posibilidades en el sosiego del alma. Los grandes místicos y sanadores hindúes confirmaron este principio señalando que un conflicto “observado” es un conflicto resuelto. Y tal vez, desde la perspectiva científica de un Occidente prosaico y racional, uno se pregunte, ¿en qué se basa este axioma?.

Una respuesta a esta pregunta la ofrece la Física Cuántica al afirmar que el sujeto observador, mediante el acto de la simple observación, altera el objeto observado. Cuando, por ejemplo, se “observa” una partícula subatómica sucede que, automáticamente, ésta se ve afectada en su carga y en su órbita por la influencia de dicha observación. Evidentemente, el único contacto que ha existido en este hecho modificador ha sido el campo de consciencia desencadenado con la acción de observar. Y en realidad, observar, en términos de la propia persona, es tan sólo darse cuenta. Un hecho que nada tiene que ver con el pensamiento y sus elucubraciones, sino más bien con el acto instantáneo y neutral de atestiguar lo que pasa.

Cuando uno deviene espectador consciente de sí mismo y logra darse cuenta de sus propias máscaras, cuando indaga en sus reacciones y el modo en que su mente interpreta las cosas, si se da cuenta de la verdadera raíz de aquello que le duele y le inquieta, si pone atención en las justificaciones y autoengaños que su mente maneja, cuando observa los miedos soterrados y los anhelos que su corazón guarda, estará transformando el programa mental que los sustenta. Sucederá que las conductas automáticas se tornarán voluntarias y lo que antes le dolía y frustraba, ahora fluirá con calma.

Y, si además de devenir consciente de los procesos mentales, devenimos conscientes de que somos seres libres, habitantes del Universo, capaces de elegir las opciones que nos convengan y que, cada día, captamos mejor los aspectos más sutiles de las personas, estará naciendo al Testigo, a su verdadera identidad que todo lo observa. Un estado de conciencia análogo al de un espectador que no se identifica con los escenarios, tanto físicos como mentales, en los que se desarrolla su obra. El Testigo es la identidad Real del ser humano, una apertura, un claro Vacío y neutral, absoluto y supramental que, como cielo azul, vive inmutable mas allá de las nubes del pensamiento que, en cada instante, cambian de forma.

Saberse testigo de nuestra pequeña identidad personal y reconocerse como observador de la máscara que uno representa, permite vivirse en todas las opciones que nuestra diversidad demanda. Cuando lo inconsciente deviene consciente por el mágico poder del darse cuenta, todo tiene más sentido y se disfruta de la propia independencia. El viaje más importante de la vida: la gran aventura de la consciencia.

José María Doria, de su libro "Inteligencia del Alma"

sábado, 25 de septiembre de 2010

Fuera Juicios, Emociones y Expectativas

Este es un artículo de Georgina, amiga, Maestra y practicante de un Un Curso de Milagros® ¡Gracias Geo por compar tu camino con "Vivir en Presencia"!

En ninguna etapa de nuestra vida nos fue enseñado cómo hacer frente a nuestros conflictos, cómo relacionarnos amorosa y compasivamente con otras personas y, menos aún cómo sentirnos seguros en un mundo aparentemente inseguro y agresivo. (Susan Trout)

En la mayoría de las casos, y sin generalizar, durante nuestro proceso educativo sociocultural, a la mayoría de las personas durante la etapa infantil, que es en la que se forman los conceptos y actitudes que en la etapa adulta nos conforman y se manifiestan, no nos enseñaron cómo observar, mantener y cuidar nuestra mente, y pareciese que sabemos más sobre cómo abusar de ella, experimentando así en nuestras vidas y en nuestros cuerpos obstáculos que nuestra mente fabrica a través de un sistema de pensamiento erróneo, basado en la idea del pecado que nos genera culpa que nos hace introducirnos en la idea de un castigo esperado, negándonos con ello la paz y la felicidad.

A través de estos años de desarrollo emocional fuimos construyendo expectativas en base al pasado y en base a este pasado hacemos juicios en el presente, nos enjuiciamos permanentemente a nosotros mismos y como una proyección natural de esto hacemos juicios sobre las personas que nos acompañan, y ni siquiera nos damos cuenta de ello.

¿Nos hemos preguntado alguna vez por qué nos enjuiciamos y enjuiciamos a todos y todo? ¿Cual es la causa real de que una determinada persona nos haga sentir tristes o contentos o, simplemente nos caiga bien o mal? ¿Qué ocasionó que a la persona que creíamos amar en el pasado ahora en este presente nos sea casi imposible soportarla? ¿Por que recurrimos casi al sacrificio por agradar a las personas con las que convivimos pero sin agradarnos a nosotros mismos en algunas ocasiones? ¿Por qué buscamos en el exterior la aprobación que nosotros mismos no podemos otorgarnos? ¿Qué es lo que nos detiene para ser realmente felices y unirnos a la voluntad de Dios?

Las respuestas a estas preguntas estarán apoyadas en nuestro especial sistema de pensamiento que hemos formado y desarrollado a través del tiempo, un sistema basado en falsos conceptos de pecado, culpa y castigo, incapacidad de experimentar el Cielo de Dios que nos sume en el infierno del ego, uno en el que todo lo tenemos apoyado en el pasado sin poder vivir el presente que es lo único importante, el aquí y ahora, un mundo en el que “vemos y creemos” pero no observamos y conocemos.

La decisión de juzgar en vez de conocer es lo que nos hace perder la paz. Juzgar es el proceso en el que se basa la percep­ción, pero no el conocimiento... Los juicios siempre entrañan rechazo. Nunca ponen de relieve solamente los aspectos positivos de lo que juzgan, ya sea en ti o en otros. Lo que se ha percibido y se ha rechazado, o lo que se ha juzgado y se ha determinado que es imperfecto permanece en tu mente porque ha sido percibido. Una de las ilusiones de las que adoleces es la creencia de que los juicios que emites no tienen ningún efecto. Esto no puede ser verdad a menos que también creas que aquello contra lo que has juzgado no existe. Obvia­mente no crees esto, pues, de lo contrario, no lo habrías juzgado. En última instancia, no importa si tus juicios son acertados o no, pues, en cualquier caso, estás depositando tu fe en lo irreal. Esto es inevitable, independientemente del tipo de juicio de que se trate, ya que juzgar implica que abrigas la creencia de que la realidad está a tu disposición para que puedas seleccionar de ella lo que mejor te parezca. (T.3.VI.2)

No nos damos cuenta de nuestros juicios porque vemos todo fuera de nosotros. Si empezamos a auto observarnos podremos encontrar que todo está en nuestro interior, nos conoceremos de forma tal que podremos ahora distinguir con claridad los juicios que permanentemente hacemos. Y tal vez lo más importante no es dejar de hacer estos juicios, pero sí de observar que los hacemos y poder desde ahí empezar a modificar e incrementar nuestra energía al poder aceptarnos sin tratar de modificar lo de afuera, modificando solo nuestro sistema de pensamiento y descubriendo que, como se plantea en Un Curso de Milagros®, afuera no hay nada que nos pueda causar placer o dolor, esto está solo en nuestras mentes y esa es exactamente una decisión personal. Cuando nos hacemos cargo de nosotros mismos empezamos a experimentar una profunda paz, y podemos hacer frente a los problemas que se nos presenten con una mayor claridad, y por lo mismo ofreciéndonos mejores soluciones.

Georgina Arteaga-Carlebach

Para reflexionar y disfrutar

Cuando me amé de verdad...

Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y, entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.

Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.

Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.

Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.

Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… amor hacia uno mismo.

Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es… simplicidad.

Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la… humildad.

Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.

Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es… saber vivir!
No debemos tener miedo de cuestionarnos… Hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas.

Charles Chaplin
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

De Anthony de Mello

Disfrutar cada instante

Un hombre se acercó a un anciano y le dijo:“Me han dicho que tú eres sabio… Por favor, dime qué cosas puede hacer un sabio que no están al alcance de las demás personas.”

El anciano le contestó: “Cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo, y cuando hablo contigo, sólo hablo contigo.”

“Pero eso también lo puedo hacer yo y no por eso soy sabio”, le contestó el hombre, sorprendido.

“Yo no lo creo así”, le replicó el anciano. “Pues cuando duermes, recuerdas los problemas que tuviste durante el día o imaginas los que puedes tener al levantarte. Cuando comes, estás planeando lo que vas a hacer más tarde. Y mientras hablas conmigo piensas qué vas a preguntarme o cómo vas a responderme, antes de que yo termine de hablar.”

El secreto es estar consciente de lo que hacemos en el momento presente y así disfrutar cada instante del milagro de la vida.

Imbecilidad

Cuando se le preguntaba por su iluminación, el Maestro siempre se mostraba reservado, aunque los discípulos intentaban por todos los medios hacerle hablar. Todo lo que sabían al respecto era lo que en cierta ocasión dijo el Maestro a su hijo más joven, el cual quería saber cómo se había sentido su padre cuando obtuvo la iluminación. La respuesta fue: "Como un imbécil".

Cuando el muchacho quiso saber por que, el Maestro le respondió: Bueno, veras..., fue algo así como hacer grandes esfuerzos por penetrar en una casa escalando un muro y rompiendo una ventana... y darse cuenta después de que estaba abierta la puerta.

Silencio

En ocasiones los ruidosos visitantes ocasionaban un verdadero alboroto que acababa con el silencio del monasterio. Aquello molestaba bastante a los discípulos; no así al Maestro, que parecía estar tan contento con el ruido como con el silencio. Un día, ante las protestas de los discípulos, les dijo: El silencio no es la ausencia de sonido, sino la ausencia de ego.

Presencia

¿Dónde debo buscar la iluminación?
Aquí.
¿Y cuándo tendrá lugar?
Está teniendo lugar ahora mismo.
Entonces, ¿por qué no la siento?
Porque no miras.
¿Y en que debo fijarme?
En nada. Simplemente mira.
Mirar ¿qué?
Cualquier cosa en la que se posen tus ojos.
¿Y debo mirar de alguna manera especial?
No. Bastará con que mires normalmente.
Pero ¿es que no miro siempre normalmente?
No.
¿Por qué demonios...?
Porque para mirar tienes que estar aquí, y casi siempre no lo estás.

sábado, 4 de septiembre de 2010

No soy yo, eres tú

Hay una pregunta que siempre queda sin respuesta y esta pregunta es: ¿quién soy? El ego, tal como lo veo, es la parte de nuestra mente que trata constantemente de contestarnos esa pregunta. Para poder darnos una respuesta, el ego va recolectando una cantidad enorme de datos a través de todas las experiencias de nuestra vida y así se crea una estructura que va creciendo y aprendiendo en nosotros y a través de la cual, interactuamos como un individuo en esta realidad.

Para poder interactuar en esta realidad el ego es imprescindible. Si vamos al banco a hacer una transacción de dinero, es importante que poder decir que soy Pedro Pérez y que el número de cuenta es la 84321. Para vivir en esta realidad, tenemos consciencia de nuestro cuerpo, del país donde vivimos, dirección, familia, profesión, trabajo, amigos, gustos y preferencias, normas sociales y culturales, las leyes, y así muchos aspectos más. El ego le da estructura a toda esta información y nos define como seres individuales.

Hasta aquí todo va relativamente bien, entonces, ¿cuál es el problema con el ego? Uno de los problemas es que el ego se desarrolla a través de la interpretación de las circunstancias que nos rodean. Y esa interpretación se basa, sobre todo, en la misma interpretación que hacen y por lo tanto aprendemos, de las otras personas en nuestro mundo, llámense padres, familia, maestros, amigos, sociedad. En este sentido, el ego se forma en base a lo que dicen y hacen otros egos. Y de esa manera es que el ego pretende responder a la pregunta de ¿quién soy? Y le creemos, identificándonos completamente con la imagen que ha fabricado.

El ego deduce rápidamente que esta es una realidad dual y polarizada, que todo está clasificado en bueno-malo, y, para que ser aceptado y puedernos relacionar con otras personas (otros egos) comenzará a aceptar como lo que somos, lo que las circunstancias y los otros egos, juzguen como "positivo" y descartará, esconderá y negará, todo lo que considere como "negativo". De esta manera el ego esconde todos los aspectos o cualidades que considera negativas o destructivas y dice que no somos eso, que eso no está en nosotros.

Para poder decirnos lo que somos, el ego utiliza el mecanismo de la separación, creando un muro firme que nos diferencia de lo que él considera que no somos. Pero somos mucho más de lo que el ego puede creer en cualquier momento de nuestra vida, y esta realidad en la que estamos es solo un ínfimo espectro de la gran realidad de la creación. Somos seres espirituales, multidimensionales, un espíritu viviendo en esta realidad, somos chispas de Dios. Pero cualquier cosa que el ego no pueda medir, clasificar, razonar, darle un sentido acorde a esta realidad, lo sacará inmediatamente de nosotros y dirá: esto no soy yo, esto está fuera de mí, esto es peligroso.

Una vez que entendemos cómo opera el ego para separarnos de nuestra esencia, es posible comenzar a cambiar y a expandirnos, integrando esta parte de nosotros a la totalidad que somos.

Negación y Proyección

Hace muchos años, "Un Curso en Milagros" me mostró cómo funcionan dos mecanismos básicos y neuróticos del ego. El curso no inventó los términos negación y proyección, se los debemos en realidad a Freud, pero me ayudó a entenderlos.

Aunque no estemos conscientes nos sentimos abrumados por el miedo y el terror, sintiéndonos culpables por no ser buenos y esperando un castigo por ello. Tratamos de esconder en todo momento eso que no queremos que los demás vean en nosotros y que nosotros mismos no queremos ver y quizás así seamos aceptados en lugar de ser castigados con el desamor y la soledad. Nuestro ego, para podernos definir como personas buenas y ser aceptadas y amadas, alimenta todo ese resentimiento en nosotros una y otra vez. Los mecanismos más comunes que utiliza son la negación y la proyección.

Cuando nos sentimos presa del terror y el miedo y sintiéndonos muy mal, aunque no seamos conscientes de ello, ¿a quién recurrimos por ayuda? Recurrimos a esa parte nuestra que es nuestra identidad y le pedimos ayuda. Esa parte nuestra no es más que el ego mismo. Y el ego, que está siempre dispuesto a ayudarnos lo hace muy bien. Lo primero que el ego hace es que nos dice que todo ese miedo, terror y culpa que sentimos no existe, que no es parte de lo que nosotros somos, que no está ahí. Nos dice es que no nos preocupemos porque no estamos sintiendo ni miedo, ni terror, ni culpa. Eso es la negación y créeme que funciona a las mil maravillas.

A través de la negación las personas se pasan horas y horas frente a la TV, el computador, trabajando. Otros se drogan o emborrachan, estudian, leen, investigan, compran, ayudan a los demás, cualquier cosa que nos mantenga muy ocupados y nos ayude a desconectarnos de lo que estamos sintiendo. Hay mil formas de evasión que utilizamos para decirnos a nosotros mismos: esto desagradable que estoy sintiendo no está en mi, no existe.

Lo que sucede con la negación es que es un mecanismo débil y, aunque al principio da resultado, no podemos negar por mucho tiempo algo que sentimos y que está allí. Así que el ego necesita otra herramienta más astuta y también la utiliza. Y entonces lo que el ego nos dice es que eso que estoy sintiendo, no está en realidad dentro de mi, sino que está en alguna cosa o persona fuera. Es decir, toma algo que está nosotros y nos dice que no está en mi interior sino que está en el exterior. Eso es la proyección.

Por medio de la proyección tomamos el resentimiento, odio y culpa en nosotros y lo proyectamos hacia afuera y al verlo afuera decimos que no nos pertenece. Así nos decimos que no somos culpables, que nunca nos hemos traicionado, y consideramos que no somos responsable por nuestra infelicidad, tristeza, escasez, dolor sino que otros o algo externo lo es. Todas esas cualidades y emociones que sentimos pero que no queremos ver en nosotros y que por lo general son las que hemos calificado como negativas, las lanzamos al exterior y se las adjudicamos a alguien o algo en nuestro entorno.

Por medio de la negación y la proyección, vivimos una vida llena de miedo, pero decimos "el miedo no está en mí, sino en ti". Vivimos una vida llena de agresión, pero decimos "yo no soy agresivo, el agresivo eres tú". Vivimos una vida sin amor pero decimos "yo soy amoroso, el que no eres amoroso eres tú". Tomamos esa gran lista de aspectos negativos y lo colocamos en el exterior. Y por supuesto, después que colocamos todo lo negativo en el otro, lo que queremos hacer es alejarnos del otro. Y nos separarnos física, emocional o mentalmente de esa persona, situación o cosa sobre la que hemos proyectado lo que en realidad es parte de nosotros.

El ataque y la supervivencia del ego

La existencia del ego depende de lo separados que nos sintamos, de Dios, de nosotros mismos y de los demás. Por este motivo, negar toda nuestra oscuridad y proyectarla a otros y luego separarnos del otro, es un mecanismo muy inteligente que utiliza el ego para mantenernos estancados.

Al ego le encanta la culpa, si nos sentimos culpables es porque consideramos que algo que hicimos, merece un castigo. Para librarme del miedo de ser castigado, nada mejor que decir que no es mi culpa y proyectarla afuera. Pero el hecho de proyectar la culpa en otros, aunque aparentemente me libera a mí de todo ese miedo, en realidad lo está reforzando, porque me confirma una y otra vez que vivimos en un mundo peligroso y agresivo, que hay cosas horribles que hacemos y que merecen castigo y que no tengo poder sobre eso.

El ego nos dice, esta culpa que sientes no está en ti, está en el otro (o en una situación o cosa). Una vez que coloca la culpa en otro, obviamente el otro es un ser con cualidades muy negativas del cual me tengo que separar. Para separarme, lo ataco. Pero resulta que cualquier ataque a otro, seamos o no conscientes de ello, nos genera más culpa. Parece ser que sicológicamente, al hacer daño o atacar a otros, nos sentimos culpables a niveles profundos. Cuando atacamos a alguien ya sea física, emocional o sicológicamente sentimos que nuevamente somos malos y por lo tanto aparecerá la culpa y el miedo al castigo. Y nos preparamos para defendernos contra el castigo (el ataque), que el otro ego a su vez mandará contra nosotros. La guerra no termina y nos seguimos separando.

Como comenzar a sanar

Todo viaje comienza con un paso. Adopta una posición de observador en cada día de tu vida, irás encontrando y descubriendo cómo utilizas, sin darte cuenta, la negación, proyección, ataque y defensa. Ese es el primer paso: darte cuenta que el mecanismo está operando en ti.

Poco a poco comienza a intentar pequeños cambios en el mecanismo, y cuando sientas que es el momento, conscientemente, no uses la negación. No niegues y acepta lo que estás sintiendo tal como es, hazte dueño de lo que sientes. Abraza lo que sea que estés sintiendo y observa qué sucede en tu interior si no usas la negación. Observa que pasa en tus relaciones con los demás cuando no usas la negación.

Luego date el permiso, conscientemente, de no usar la proyección, asume que lo que sucede está en ti y es parte de tu presente, tu ahora, tu responsabilidad. Observa cómo te sientes y que pasa a tu alrededor cuando dejas de proyectar, como te ves a ti mismo y al mundo.

No te presiones, ve poco a poco y siéntete seguro con cada paso que des. Vas a comenzar a ver cambios asombrosos en la manera en que te ves a ti mismo y al mundo. De pronto hay una sutil y poderosa sensación de empoderamiento en ti, te estás haciendo dueño de tu vida y tu mundo, estás más auténticamente presente. Y este impulso irá en aumento y serás más consciente y observarás más y más oportunidades para no negar, no proyectar, no atacar. Con cada paso, más y más plenitud, seguridad y confianza se irá desplegando en tu ser. Lo que realmente eres ha comenzado a expresarse.

Verónica Hernández Simeonoff.
© Todos los derechos reservados, Septiembre del 2010

Sobre la Presencia

La sufusión de la presencia a través de la totalidad y de la esencia
de todo cuanto existe es exquisita en su suavidad, y su tacto,
es como de algo que se derrite.
El yo interior es su verdadero núcleo.
En el mundo ordinario, sólo se puede tocar la superficie de las cosas,
pero en la Presencia, la esencia más profunda de cualquier cosa
se halla entremezclada con la de todas las demás cosas.
Este tacto, que es la Mano de Dios en su tierna suavidad,
es al mismo tiempo una expresión y la morada del poder infinito.
En su contacto con la esencia interior de todo,
uno es consciente de que la Presencia está siendo sentida
por todas las demás cosas, objetos o personas.
El poder de su suavidad es ilimitado, y dado que es total y omnipresente,
es imposible oposición alguna.
Impregna “todo lo que es”, y de su poder surge la propia existencia,
que es al mismo tiempo creada y sustentada por el poder.
Este poder es una cualidad intrínseca de la Presencia
y su presencia es la esencia de la propia existencia.
Está presente en todos los objetos.
Cada hoja sabe cómo está siendo experimentada por todo lo demás y
comparte el gozo de la divina Presencia.
Todo se halla en un estado de silencioso regocijo,
por cuanto su consciencia es una experiencia de la Divinidad.
Una peculiaridad de todo cuanto existe es la de una serena gratitud,
siempre presente, por habérsele concedido el don
de experimentar la presencia de Dios.
Esta gratitud es la forma en la cual se expresa la adoración.
Todo lo que es creado y tiene existencia comparte el reflejo de la gloria de Dios.

Libro “El Ojo del Yo” por David R. Hawkins

jueves, 2 de septiembre de 2010

Reflexión

Estamos condicionados a buscar en el mundo la fuente de nuestra satisfacción. Y cuando las cosas no salen como queremos, intentamos encontrar alguien o algo a quien culpar.

El intento de controlar es tratar de hacer que la vida funcione. Pero la vida ya funciona. Colocar la culpa fuera de nosotros es un intento mal guiado para recuperar una sensación de control.

El hecho es que nunca estamos al control. Nunca hemos tenido ningún control que podamos perder. No tenemos el control de nada fuera de nosotros mismos. La vida siempre ha venido sucediendo de acuerdo con sus propias reglas, no con las nuestras. Cuando entramos a cooperar completamente con la vida, puede parecer que estamos al control, pero en realidad estamos flyuendo armoniosamente con la vida.

- John-Roger con Paul Kaye

sábado, 14 de agosto de 2010

Si usted no es su pasado, ¿quién es?

Por Wayne Dyer

El famoso poeta libanés Kahlil Gibran escribió que sólo hubo una ocasión en su vida en que le faltaron las palabras. Fue cuando alguien le preguntó:

“¿Quién es usted?”. Es una cuestión imposible de responder con apalabras, porque lo que somos carece de forma, y las palabras pertenecen al mundo de las formas. La respuesta a esta pregunta no se encuentra en el ámbito formal.

Cada uno de nosotros es un alma con un cuerpo, no un cuerpo con un alma. El alma no puede ser medida ni observada. Quizá la mejor manera de responder a la pregunta sea observando lo que no somos.

Me encanta la manera en que Nisargadatta Maharaj responde a este interrogante en I Am That (yo soy eso). Este autor escribe:

Del mismo modo que los colores de esta alfombra los origina la luz, pero la luz no es el color, así el mundo es obra tuya, pero tú no eres el mundo. A eso que crea y mantiene el mundo puedes llamarlo Dios o providencia, pero en definitiva tú eres la prueba de que Dios existe, no al revés. Porque antes de que pueda plantearse ninguna pregunta acerca de Dios, tú debes estar allí para plantearla. Usted es la esencia, invisible, que demuestra la existencia de Dios y del mundo.

Más adelante en este pasaje, Maharaj añade:

El cuerpo está hecho de alimento y la mente de pensamientos. Considéralos tal como son. El desasimiento del cuerpo, cuando es natural y espontáneo, constituye la liberación. No necesitas saber lo que eres. Basta saber lo que no eres. Lo que eres nunca lo sabrás, porque cada descubrimiento revela nuevas dimensiones que conquistar. Lo desconocido no tiene límites... Imponte tareas en apariencia imposibles... ésa es la manera.

Su historia ha intentado convencerle de que a usted le corresponde tal o cual etiqueta que le han asignado. Usted adoptó esas etiquetas. Para borrar su pasado, es necesario que se quite todas esas etiquetas artificiales.

He aquí algunas de las cosas que usted no es:

Usted no es su nombre. Mi nombre, Wayne, traducido literalmente significa “constructor de carretas”. El apellido Dyer significa “tintorero”. Los indios de Norteamérica usaban nombres como Baila con Lobos o Pequeña Paloma Blanca para describirse los unos a los otros. En ambos casos, los nombres, las etiquetas, no expresan lo que las personas son.

El nombre le fue dado para ayudar a distinguir su cuerpo de los otros cuerpos de su entorno, y para proporcionarles a los demás una palabra que pudieran usar cuando querían referirse a usted. Pero ni por un momento piense que el nombre es usted. En realidad, el nombre es quien usted no es.

Usted no es su cuerpo. Fíjese en el posesivo de la expresión “su cuerpo”. Esto da a entender que el cuerpo es algo que se posee. Usted es el poseedor del cuerpo y la fuerza invisible que hay en él, pero no es el cuerpo en sí.

El cuerpo no es nada más que un conglomerado que incluye huesos, cartílagos, sangre, hierro, calcio, piel... Al consultar su pasado, hallará muchísimos traumas en torno a la importancia del cuerpo. ¿Le enseñaron que el aspecto decía mucho acerca de usted? A la mayoría de nosotros nos enseñaron a pasar horas delante de los espejos preocupándonos por la postura, el físico, la piel, la ausencia o presencia de pelo vello, el peso, la estatura y demás. Pero estamos ante un falso yo.

Usted posee un cuerpo. No es un cuerpo. Usted no es su mente. Del mismo modo que decimos “su” cuerpo, también decimos “su” mente. Esto da a entender que usted es el dueño de la mente.

Con la mente piensa, y por lo tanto hay unos pensamientos y existe un ente pensante. Cuando le preguntaron a Maharaj si la mente era la persona, contestó:

“Examínala con atención y verás que la mente siempre bulle en ideas. En ocasiones puede quedarse en blanco, pero lo hace durante un rato y retorna a su habitual inquietud. Una mente calmada no es una mente plácida. Dices que quieres pacificar tu mente. ¿Está en paz el que quiere pacificarla?”. ¡Qué maravillosa pregunta, qué estimulante!

¿Quién es el dueño de la mente? ¿El dueño que busca paz está él mismo en paz? Quien en realidad es usted no es la mente sino el yo que hay tras de la mente. Y tal dueño no se encuentra en el plano de lo físico. Durante la mayor parte de la vida le han enseñado que usted es su mente. Ha estado formándose, asistiendo a clases ad infinitum e identificándose de alguna forma con lo que sabe.

Al dejar atrás su pasado, dejará atrás la idea de que usted es su mente. Usted no es su ocupación. Usted no es ni ingeniero ni profesor ni secretario ni tendero. Son elecciones que ha hecho su invisible yo como forma de cumplir con su misión en el aquí y ahora.

Cuanto más defina su trabajo su personalidad, más difícil le resultará conocer la verdad y alcanzar la libertad. Le es más fácil lograr la satisfacción y ser consciente de ser una criatura divina a cualquier vagabundo anónimo que haya desempeñado muchos trabajos, que a una celebridad atrapada en su imagen pública.

Identificarse con el trabajo que se desempeña puede mantenerle apartado de su verdadero yo superior. Puede inhibir su capacidad para conocer su yo espiritual, puesto que usted ha hecho que su vida gire en torno a su trabajo. Deshacerse del pasado implica despojarse de la idea de que uno es lo que hace. Recuerde este ejercicio de lógica: si uno es lo que hace, entonces uno no es lo que no hace.

Cuando se cree que uno es su trabajo, lo que se está haciendo es seguir una rutina establecida para dar un valor a vida; pero un valor que no tiene sentido. Nuestro yo espiritual no participa en esa tarea.

Al deshacerse de su pasado, abandona esta idea. Se convierte en lo que Stuart Wilde, en su sincero y brillante libro, The Whispering Wind of Change (Los susurrantes vientos del cambio), llama “volverse un minimalista”. Los siguientes fragmentos despertarán su deseo de leer esta magnífica obra:

Nunca avances con prisa. Camina con lentitud, habla sopesando las palabras. Nunca te dejes llevar por las emociones y jamás permitas que la gente te manipule... Siempre hay otra posibilidad, siempre otro momento, y hay cinco mil millones de personas... Diles que tienes todo el tiempo del mundo, porque lo tienes, eres infinito. Recuerda que la más grande sabiduría que puedes alcanzar es la del no hacer. Son los tratos y situaciones que evitas los que te ayudan a conservar energía y permanecer independiente y fuerte... Con cada cosa que te comprometas, aumentarás tu carga.

Haga el esfuerzo de quitarse las etiquetas, y tenga presente que no es lo que hace. Usted es el que observa al yo que hace. Usted no es sus relaciones. Sin duda, la corriente de amor que existe entre usted y los integrantes de su círculo inmediato es muy importante, pero no es quien usted es.

Usted es un alma individual conectada con el todo, pero no es esa relación que mantiene con el todo. Identificarse con las relaciones proporciona gran frustración porque cada vez que hay un pequeño problema en ellas, como siempre habrá, uno se siente desdichado.

Recuerde que es eterno, y eso es inmutable. Mantiene un gran número de relaciones, todas las cuales son importantes, pero llegan y se van como su vida corporal, que va de la nada al aquí y ahora y acaba volviendo a la nada. Es un ir y venir y por lo tanto algo mutable.

Deshacerse del pasado implica despojarse de la creencia de que una relación fracasada le convierte a uno en un fracasado. No existen relaciones fracasadas. Con cada persona que entra en su vida y sale de ella se ha procedido a un mutuo compartir de lecciones de vida.

Algunos tienen papeles más largos que otros en la representación, pero a la postre, usted volverá a su relación con el absoluto. Nunca tiene que juzgarse a sí mismo de manera negativa por la naturaleza de sus relaciones. Puede aprender de todas ellas, sabiendo que usted es el observador de cuanto ocurre.

Usted no es su país, ni su raza ni su religión. Usted es un espíritu eterno, no un estadounidense, chino o africano. Carece de importancia el cuerpo que habite, el punto geográfico al que haya llegado, y la religión en la que crea. En la nada no hay ni budistas, ni católicos ni presbiterianos. Éstas son clasificaciones hechas para distinguirnos los unos de los otros en nuestra forma presente.

Estas identidades sólo tienen sentido en el paréntesis de la eternidad que denominamos vida. Rechácela y se identificará con el reino del espíritu. Entonces ya no estará dispuesto a librar las luchas de sus ancestros, que han intentado convencerle de a quién debe odiar y a quién amar. Ya no asumirá la creencia tribal que le hace percibirse como mejor que otros en virtud de su lugar de nacimiento o color de piel.

Su pasado le ha transmitido las costumbres de su grupo. Pero usted no necesita estas limitaciones. Despójese de esa identificación con las etiquetas, y escoja la nueva perspectiva; la conciencia de la unidad. Usted está unido con todas las almas. Su apariencia o lugar de nacimiento carecen de relevancia.

Los que aún se encuentran atrapados por esas creencias le llamarán traidor, ingrato. Usted será capaz de darles amor y no tener en cuenta sus acusaciones.

En nombre de Dios y de la patria se han hecho las guerras y se ha asesinado a millares de millones de seres humanos. Usted sabe, al igual que todos, que esto es una violación de las leyes de Dios, que es inconsecuente con las enseñanzas de todos los maestros espirituales que alguna vez han caminado
entre nosotros.

Sin embargo, la pauta persiste. ¿Por qué? Porque nos aferramos a nuestros pasados como si fueran nuestras identidades. Niéguese a identificarse con las etiquetas del grupo.

Verse a sí mismo como un ser espiritual sin etiquetas es una manera de transformar el mundo y alcanzar un lugar sagrado. Comience por tomar la decisión de ser libre despojándose de su pasado. Cuando uno se deshace de su historia sabe que no es ni su nombre, ni su cuerpo, ni su mente, ni su ocupación, ni sus relaciones, ni su identidad étnica o cultural. Así pues, ¿quién es usted? Lo que queda es lo invisible, lo intangible, aquello que constituye el núcleo del mensaje de este libro.

Lo que tenemos es similar a lo que un seguidor le pidió a Nisargadatta Maharaj que le aclarara. “Cuando miro a mi interior, encuentro sensaciones y percepciones, pensamientos y sentimientos, deseos y temores, recuerdos y expectativas. Estoy inmerso en esa nube y no veo nada más”, le explicó.

Nisargadatta Maharaj, que vivía en los suburbios de Bombay, en una humilde choza de adobe, evitando toda posesión y entregado a aquellos que buscaban conciencia espiritual, respondió: “El que ve todo esto, y también la nada, es el maestro interior. Sólo el es, todo lo demás parece ser. Es tu propio yo, tu esperanza y seguridad de libertad; encuéntralo, aférrate a él, y estarás seguro y a salvo”

¡Qué gran mensaje! El ser espectador es todo su ser. Es la respuesta. No puede describirse con palabras, pero lo conocerá mejor cuando se despoje de su pasado.

Por Wayne.W. Dyer
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...