lunes, 21 de marzo de 2016

Pensamiento Positivo


Pensar positivamente es la versión psicológica de una cirugía plástica en el cuerpo. No funciona.

Pensar positivamente es en realidad un tipo de pensamiento obsesionado con la negatividad, centrado en la negatividad, en guerra con la negatividad, lo cual es bastante negativo, si lo piensas bien. 

Pensar positivamente sólo enmascara los defectos, las imperfecciones, las peculiaridades, las singularidades, tapando el aspecto 'oscuro' de la experiencia sin ocuparse de ella realmente, no la enfrenta, no la acoge, no la sana, no la ama. Podríamos sentirnos mejor temporalmente, sin embargo, no habrá nunca ninguna fuente externa de felicidad. 

La mente dual divide lo positivo de lo negativo, la luz de la oscuridad, y después intenta sanar sus auto-creadas heridas a través de más división, de más guerra

Pero, independientemente a qué tanta cirugía plástica mental o física te sometas, siempre terminarás sintiéndote incompleto y lejos de Casa. La guerra no puede terminar con la guerra. La oscuridad no puede terminar con la oscuridad. La luz es el poder

¿Qué pasaría si en realidad tú no eres la mente? ¿Qué pasaría si tanto los aspectos positivos como los negativos son bienvenidos para llegar e irse en la inmensidad que tú eres, como las nubes en el cielo, como la olas en el océano?

¿Que pasaría si ninguna cantidad de cirugías plásticas, ningún 'cuerpo perfecto', o 'mente perfecta', pudieran jamás llevarte hacia tu verdadera naturaleza, que ya está brillando en medio de toda esa aparente imperfección? 


El pensamiento positivo crea el pensamiento negativo. Esa es la única cosa de lo que puedes estar seguro. 

Jeff Foster 

lunes, 22 de febrero de 2016

Pasando por alto nuestro mayor regalo

Buscamos por todas partes fuera de nosotros mismos tratando de encontrarnos.

Acumulamos experiencias, relaciones, conocimiento y objetos.

Anhelamos reconocimiento por parte de los demás para verificar nuestra importancia. 

Pero aunque podamos haber encontrado placer o premios de diversas maneras, frecuentemente hemos pasado por alto nuestro mayor regalo, oculto a simple vista: nuestra apasionada presencia.

No nos damos cuenta de este regalo porque estamos muy ocupados buscando otras cosas en otras partes. En tanto dependamos del aumento de la sensación de ser nosotros mismos para ser felices, nos sentiremos decepcionados. El contarnos cuentos acerca de lo que nos falta es lo que nos obliga a una incesante persecución de nuestros deseos, lo cual nos asemeja -como diría mi maestro Poonjaji- a bestias de carga guiadas por un loco.

La felicidad surge en la relajada simplicidad, viviendo el presente y contentándonos con esta vida que nos ha sido concedida.

Lo que se conoce como "realización" es, simplemente, la percepción de esta inmaculada presencia aquí y ahora, dándonos cuenta o percibiendo claramente el milagro tan vulgar de simplemente ser. 

Esto no requiere alcanzar nada puesto que está ya sucediendo. No requiere circunstancias especiales, ni epifanías vitales, ni preparaciones meritorias. Es plenamente presente en cada instante de nuestras vidas, siempre fresco e inocente a pesar de nuestras tristezas, quejas y por muchos fracasos o males que creamos haber soportado.

Ni sufrimientos ni transgresiones lo disminuyen, de la misma manera que las buenas acciones no lo mejoran. 

Catherine Ingram

jueves, 11 de febrero de 2016

¿Cómo te relacionas?

Nos relacionamos con los demás desde el lugar que hemos descubierto en nuestra conciencia. Si no hemos hecho ningún descubrimiento y estamos en el pensamiento, nos relacionamos desde el pensamiento, es un intercambio de pensamientos con el correspondiente cortejo de emociones.

O bien tenemos envidia de una persona, o bien la queremos manipular según nuestra ambición, o bien queremos hacerla un objeto para nuestras satisfacciones sensoriales. Se disimula a menudo la intención última, pero es patente. Se ve que una persona me es simpática porque sirve para mis intereses. Y me agrada porque me va a proporcionar placer o porque podría hacer un negocio favorable con ella. Y me resultará desagradable si no corresponde a mis intereses. Así son las relaciones cuando estamos en el pensamiento.

¿Hay algo más? Si, hay algo más, desde luego, porque si no hay algo más ni siquiera veríamos esto. Cuando somos capaces de ver en la sociedad actual el grado de competitividad, de agresividad de unos con otros, siempre manipulados, es porque hay algo diferente que puede verlo.

La dirección es seguir mirando, darse cuenta, no ocultarlo, no disimularlo, no volver al pasado. El pasado no fue mejor con todas sus ilusiones porque el pasado tenía sus problemas también. La solución es mirar y mirar.

Cuando me doy cuenta de esa mirada que es creativa porque viene de la verdad, puede brotar una relación entre los seres humanos más auténtica. Cuando ya no busco nada puedo relacionarme con un ser humano de una manera serena y amistosa, pero cuando necesito afirmarme con el otro le estoy utilizando para conseguir mis deseos: si busco poder estoy utilizando a otros con ese fin, sea político, social o cualquiera que sea.

Si necesito poder, incluso las relaciones que parecen más bonitas, las familiares, las de pareja, quedarán incluidas en mi error, y serán falsas. Parecerán bonitas en mi imaginación pero en cualquier momento querré ejercer poder en la relación, porque al sentir que no soy, buscaré ser en una manera particular.

Consuelo Martín (La Revolución del Silencio)


viernes, 29 de enero de 2016

Nada especial



No creo que la iluminación te vaya a hacer especial, no. Si te sientes especial de alguna manera, entonces la iluminación no se ha producido. Me encuentro con muchas personas que piensan que están iluminados y despiertos, simplemente porque han tenido una experiencia espiritual muy conmovedora. Llevan su iluminación en su manga como una medalla al honor. Se sientan entre amigos y hablan de lo despiertos que están mientras se toma un café en una cafetería.

Lo curioso es que cuando la iluminación es auténtica, no hay nadie que la reclame. La iluminación es muy normal; no es nada especial. En lugar de hacerte más especial, va a hacerte menos especial. Te coloca justo en el centro de una maravillosa humildad e inocencia. Todos los demás pueden o no llamarte iluminado, pero cuando estás iluminado toda la idea de la iluminación y de alguien que está iluminado es una gran broma. Yo uso la palabra iluminación todo el tiempo - no para dirigirte hacia ella sino para que vayas más allá. No te atasques en la iluminación.

Adyashanti

miércoles, 13 de enero de 2016

Lo más sencillo es contemplar

La contemplación no es algo separado de la vida; forma parte del vivir.

En un momento atemporal de nuestra existencia, descubrimos la contemplación, y con ella descubrimos la vida auténtica y el significado profundo de la vida.

No pensemos, por tanto, que la contemplación es ajena a nuestras actividades diarias. En todas las situaciones del vivir se puede contemplar. Se vive con todo, y así todo puede ser transformado. Contemplando descubrimos el porqué de la existencia, por qué sufrimos, por qué amamos. La unidad que se crea al contemplar deshace todas las dudas que la separación creó, y las preguntas que nos hacemos, todas aquellas que quedan sin aclarar desde el nivel del pensamiento, encuentran respuesta en la contemplación.

A menudo, escuchamos que el camino contemplativo es difícil. Mientras dicen esto, los seres humanos se enfrascan en grandes dificultades existenciales por no comprender... Pero contemplar no es difícil ni fácil. Es sencillo, como lo es la verdad.

Al contemplar se avanza directo desde la verdad hasta la verdad. Y cualquier método o intención estudiada que no deje nuestra mente en estado contemplativo será mero entretenimiento del pensar o, dicho de otra manera, provendrá del mundo de los sueños.

Entretenerse en el campo mecánico de lo conocido, de lo que es habitual, parece fácil; pero no hay nada que cree más dificultades que mantenerse distraído en lo falso, creyendo que es lo verdadero.

Contemplar es acceder a lo natural; por eso ha de ser sencillo, aunque a partir de nuestros hábitos nos parezca complicado. Si a un niño que sólo sabe avanzar a gatas por el suelo se le dice que ande erguido, es normal que le parezca difícil. Sólo si, con confianza y decisión, lo intenta una y otra vez acabará descubriendo que estaba en su naturaleza, y ya no usará más las manos para asegurarse. Con ello cambiará su visión.

La mente contemplativa está hecha de lucidez sin esfuerzo. Comprobémoslo contemplando. Es la única prueba posible.

Creemos que comprendemos algo cuando lo analizamos comparándolo con otras cosas. En eso se entretiene el pensamiento. Pero comprender desde la verdad es algo distinto. En la verdadera comprensión se presenta lo real directamente en una simple toma de conciencia. A eso lo llamamos contemplar.

Cuando nos movemos dentro de la memoria del pasado, afirmamos y negamos, o aceptamos y rechazamos sin salir nunca de la influencia invisible de lo ya sabido, de lo viejo repetido una y mil veces por unos y por otros. La contemplación rompe este proceso mecánico; allí se vive en lo nuevo. Sin separación entre el contemplador y lo contemplado, cesan las dependencias creadas por los apegos y los rechazos, y se descubre lo que siempre estuvo presente: el ámbito sagrado de la unidad total.

Para contemplar hay que atravesar el silencio. Desde el bullicio del pensar, sentir, desear, temer, no se presentará la contemplación. Para contemplar hay que atravesar el silencio, amplios ámbitos de profundo silencio. Es entonces cuando se hace en la mente un espacio vacío envuelto en una gran serenidad, en una gran paz. Se deshace así lo que creía ser y lo que creía eran los otros, lo que pensaba eran la vida o el mundo. Y una mente que no se encuentra encadenada en las experiencias del pasado y los proyectos del futuro vive un presente eterno.

Estemos atentos a ese instante en el que sobreviene el silencio de lo psicológico, porque en él puede revelarse la verdad por inspiración. Comprenderemos entonces que la vida no se copia, no se repite, no se obedece, no se deduce lógicamente, no se conquista por la fuerza. La verdad es lo que es más allá de las apariencias; es lo que soy. Y si la mente se encuentra en equilibrio, silenciosa y serena, porque ha comprendido la lección de las apariencias, habrá revelación. Se revelará lo siempre nuevo. Y podré vivir a partir de lo verdadero, recién estrenado en cada instante atemporal.

Consuelo Martín - Introducción del libro El Arte de la Contemplación
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