jueves, 14 de octubre de 2010

Los Abrazos del Hombre Nuevo

Sin lugar a dudas esta ha sido una maravillosa semana. No solo para Chile y el mundo sino que me atrevo a decir que para el Universo entero. Me siento profundamente conmovida y en un estado de serena y profunda alegría. Un pensamiento ronda por mi mente en los últimos días: “ha nacido un hombre nuevo, la nueva humanidad ya está aquí y he tenido el enorme privilegio de ser testigo y protagonista de ese nacimiento”. ¡Qué infinita gratitud!

Al inicio de este año 2010, desde mi interior sentí que este era un año para hacerse cargo de nuestras vidas, para ser responsables de nuestras creaciones y comenzar a transitar un territorio nuevo de madurez, en plenitud y armonía con todo y todos. Ahora, faltando pocos meses para terminar el año, veo como los 33 mineros chilenos y todo lo sucedido para su rescate exitoso y renacimiento, me muestra como hasta en las mínimas tareas de todos los días, hacerse cargo, responsabilizarse y actuar con consciencia, solo nos lleva adelante y hacia arriba.

Es muy impresionante como lo sucedido desde el mismo momento en que estos 33 hombres quedaron sepultados bajo tierra, nos muestra lo que significa asumir el compromiso total para el logro del resultado más elevado. Ellos, en lo profundo de la montaña no se dieron por vencidos y pasaron 17 difíciles días sin saber siquiera si serían alguna vez rescatados o si lograrían salir de ese lugar. Qué difíciles deben haber sido esos días allí en la oscuridad, sin comunicación, sin alimentos suficientes, a 700 metros bajo tierra y en medio da tanta adversidad y miedo. Pero no se dieron por vencidos, se organizaron y sostuvieron la esperanza. Y en la superficie, sucedía lo mismo. Un gobierno y un pueblo que se comprometió y se organizó alrededor de una sola meta: encontrarlos y rescatarlos.

Luego vinieron otros muchos días, esperando ser rescatados. Pero no fue una espera inactiva para ellos sino totalmente participativa, vital, completa. Día a día, momento a momento. Difícil de contabilizar las lecciones que podemos compartir y que ojalá se queden con nosotros y podamos integrarlas. Son tantas y tantas las cualidades que vimos manifestarse en todos los involucrados. Fe, esperanza, compromiso, unidad, solidaridad, perseverancia, orden, planificación, liderazgo, generosidad, conocimiento, sabiduría, dedicación, alegría, humor, gratitud, honestidad, confianza, sólo por nombrar algunas. Y todos estos atributos hilados, entretejidos por la red de la infinita energía del amor. Amor a si mismo, al otro y a la vida.

La madre tierra parió al hombre nuevo y el hombre nuevo al nacer, nos envolvió en mil abrazos. Uno a uno los mineros abrazaron a sus compañeros al salir de las profundidades y abrazaron a los que los recibían en la superficie. El planeta entero se llenó de abrazos que tocaron profundo en nuestros corazones y nuestro ser, y nos hicieron renacer a todos. Nos abrazamos todos y al hacerlo, algo cambió para siempre.

Una nueva humanidad ha visto la luz, somos los 33, somos Chile, somos todos. Y Así Es!


¡Gracias!

Verónica Hernández Simeonoff.
© Todos los derechos reservados, Octubre del 2010

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