domingo, 31 de octubre de 2010

Abrir espacio y permitir

Sabemos que una emoción es “energía en movimiento”. Cuando experimentamos una emoción, cualquiera que sea, y nos damos el permiso de sentirla, podemos poner la atención en nuestro cuerpo y nos daremos cuenta de que esta emoción se percibe como oleadas de energía que se mueven a través nuestro. Se siente como cosquilleo, presión, cambio de temperatura, pulsaciones, sudoración, aumento de los latidos del corazón y muchas otras respuestas y cambios a nivel físico. La emoción es energía que se mueve a través de nuestro cuerpo y este movimiento genera respuestas de los distintos sistemas del cuerpo. Adicionalmente la emoción es un movimiento de energía que se origina a través de nuestros pensamientos, por lo cual podemos decir que es la manifestación de nuestros pensamientos (conscientes o inconscientes) en el cuerpo. Por lo tanto, cuando estamos sintiendo una emoción, hay una conexión mente-cuerpo a través de una energía que se mueve por ambos.

Existe una perfección, una sabiduría en nuestra biología que maneja el paso de esta energía en movimiento de una manera armónica y natural y equilibra las diferentes intensidades, respuestas y flujos energéticos. El cuerpo está diseñado para manejar el flujo de las emociones. Podemos experimentar todas las emociones de una forma sana y segura, desde que se inician, pasando por distintos picos de intensidad hasta su transformación y agotamiento. Cuando el movimiento de energía de la emoción sigue su camino libremente, la emoción cambia, y así, por ejemplo, si estamos enojados y permitimos que la energía que llamamos enojo, se mueva como decida hacerlo, la emoción cambiará y quizás decimos que estábamos enojados, luego avergonzados y al final nos tranquilizamos. No hay un patrón establecido de cambio, pero si hay un cambio, una transformación en el tono vibratorio a medida que la energía se mueve por nosotros. Este patrón de cambio tiende al equilibrio. Seguramente todos hemos experimentado que si estamos muy tristes por algo que sucedió (una interpretación mental que hicimos de los hechos) y nuestros ojos se llenan de lágrimas (una respuesta física), al permitir el llanto (permitir el movimiento de energía), no pasa mucho tiempo sin que comencemos a sentir cierto alivio (la energía fluye con tendencia al equilibrio).

Lamentablemente, debido a nuestra deficiente educación en el manejo de las emociones, todos hemos sido programados en relación a que existen emociones que son dañinas, que no se pueden expresar, que no están bien vistas, que son “malas” y debemos evitarlas. Y así, desde muy temprana edad, en lugar de aprender como permitir que esta energía se mueva y se exprese de una manera sana y natural, lo que hemos aprendido es como bloquearla, como frenar el flujo, como crear barreras que impidan y controlen el movimiento. Al hacer esto estamos estancando la energía que fluye por nosotros y toda energía estancada, frenada, contenida, pierde su capacidad de auto equilibrarse generando desarmonías a todo nivel, físico, mental y emocional.

Todos tenemos en mayor o menor medida, la idea incorrecta de que si permitimos que la emoción siga su flujo de movimiento, será como una bola de nieve que no podremos parar haciéndose más y más grande sin que poder controlarla. Si sentimos tristeza, nos preocupa que podamos estar tristes por siempre y que terminemos con una severa depresión, entonces nos apuramos por buscar algo o alguien que nos alegre. Si nos sentimos enojados, tenemos miedo de que el enojo crecerá y terminaremos manifestando violencia contra nosotros mismos, otros o nuestro entorno. Entonces buscamos a toda costa alguien o algo que mitigue o me haga olvidar mi enojo. Y así, cuando una emoción que consideramos inapropiada y por lo tanto le tememos, se mueve por nosotros, lo que buscamos es negarla, evitarla, sedarla, controlarla y tenemos muchísimas estrategias para hacer esto que hemos ido aprendiendo y perfeccionando a través de nuestra vida.

Lo que quizás no hemos aprendido aún es que el flujo de energía de la emoción se vuelve peligroso cuando no le permitimos su fluir, cuando no permitimos que se exprese tal como es, energía en movimiento. En este sentido no es esa emoción “negativa” la que nos aleja del bienestar y nos quita la paz, sino el hecho de que no queremos sentirla y por lo tanto no le permitimos moverse, seguir su curso y transformarse. Entonces constantemente bloqueamos el flujo de energía y la estancamos, la contraemos, la paralizamos. Y es justamente de esa manera que estamos creando una bola de nieve que se agranda y agranda y un día terminará por desbordarnos y caer sobre nosotros en la forma de una enfermedad o una gran crisis en nuestra vida.

¿Qué podemos hacer ahora? Es importante que tomemos consciencia de que debido a que no hemos sido educados en un apropiado manejo emocional, tenemos energía bloqueada y estancada de eventos que nos han sucedido en el pasado, que han disparado emociones y no hemos permitido que esta energía se moviera. Ya existen capas y capas de energía emocional congeladas en nosotros. Entonces podemos tener mucho enojo, por ejemplo, estancado en nosotros. Ese enojo congelado hace las veces de unos lentes que colorean el mundo que vemos, por lo tanto vemos constantemente en nuestras situaciones de vida muchos motivos por los cuales enojarnos y la bola de nieve sigue creciendo. Como vibramos en la energía del enojo, debido a que esa energía está congelada en nosotros, atraemos situaciones que generarán más enojo. Eckhart Tolle llama a estas capas de energía bloqueadas “el cuerpo del dolor” y lo define como un ente que va tomando vida propia y que gobierna nuestras vidas y no nos permite vivir en el presente tal como es. Entonces, si queremos ser responsables de la calidad de nuestro cuerpo emocional hay que comenzar a mover la energía del pasado que está estancada y además no crear más estancamientos en nuestro momento presente. Si seguimos la analogía de la bola de nieve, tenemos que no continué creciendo y además que disminuya en tamaño hasta desaparecer.

La consciencia del instante presente, abrir el espacio y permitir

Pensar en todo lo que hay que liberar de nuestro pasado y además estar atentos para no generar más bloqueos y aprender a hacerlo, puede parecernos una tarea inmensa. Pero como toda tarea pequeña o inmensa, solo hay un punto en el cual poner nuestra atención: este que está justo enfrente de nosotros, el momento presente. Cuando nos situamos en el momento presente, se abre un espacio de aceptación y se reduce nuestro impulso de negar, proyectar, controlar, sedar. Nos conectamos con un poder superior, la Presencia. Esta estado del ser sabe perfectamente cómo mover la energía que está estancada, en qué cantidad o intensidad y cómo y lo hace de una manera sana y segura, si lo permitimos, si abrimos el espacio para que así sea.

Pero es muy difícil abrir el espacio y permitir cuando no confiamos. Si por muchos años por ejemplo, hemos recibido el mensaje de que dejar fluir el enojo no es bueno, no es adecuado y que podemos dañarnos o dañar a otros, vemos la energía del enojo con mucha desconfianza y no estamos dispuestos a dejarla fluir, nos contraemos ante ella. Entonces lo que yo te sugiero es que abras un espacio que sea confiable para ti. A medida que la confianza aumente y que compruebes que puedes permitir que más y más energía se mueva por ti, permitirás más. Tu Presencia, con su infinita sabiduría te conoce y quiere lo mejor para ti, así que el espacio seguro se abrirá de acuerdo a límites seguros. En este sentido, abre el espacio a la Presencia para que opere a través de su infinita sabiduría.

¿Cómo abrir el espacio?

Dedica unos momentos de tu día para conectar con la energía emocional, cualquiera que sea, que está estancada y congelada en ti.

Siéntate o recuéstate y comienza a conectar con el momento presente, con tu respiración, con los sonidos, la temperatura. Ve tomando consciencia de la respiración y de tu cuerpo al mismo tiempo.

Habla con tu cuerpo, puedes preguntarle ¿hay alguna energía que necesita moverse en este momento? Permite que tu atención se mueva hacia cualquier parte de tu cuerpo. Puede ser un cosquilleo, una presión, una puntada, algo llamará tu atención físicamente. Con la atención en ese lugar del cuerpo y en tu respiración di: “tienes permiso de moverte, de fluir, este es un espacio seguro, confiable”. Continúa respirando y prestando toda la atención a tu cuerpo. La molestia o sensación inicial puede aumentar, disminuir, desaparecer y cambia hacia otra zona del cuerpo. Respira y sigue el movimiento de la energía hacia cualquier parte del cuerpo que llame tu atención y continúa diciendo “este es un espacio seguro, puedes continuar tu movimiento”.

Vendrán muchos pensamientos, imágenes a tu mente que quizás te darán información, pero lo importante es respirar suavemente, poner tu atención en el cuerpo, abrir espacio y permitir que la Presencia guíe el proceso y genere el movimiento adecuado para ti en este momento. Mantente realizando este ejercicio hasta que sientas que el movimiento de la energía se completó.

Con la práctica de este ejercicio, verás magia en tu vida. Podrás experimentar como todo tu tono energético va cambiando hacia un estado de mayor libertad, placer, alegría y cómo emociones en desequilibrio que hasta ahora habían sido repetitivas en tu vida, ya no lo son tanto. La vida se transforma, tu realidad cambia y tu estado emocional es otro.

Este ejercicio también puedes realizarlo cuando eres dominado por alguna emoción que te quita la paz y el bienestar en tu vida. Puede costar un poco más iniciar el ejercicio y conectarte con tu respiración y el presente cuando uno es dominado por una emoción de baja vibración, respira y conecta con tu cuerpo y permite que la energía se mueva. Si sientes necesidad de respirar más profundo, suspirar, moverte, permítelo manteniendo la consciencia en el instante presente.

En siguientes artículos continuaremos compartiendo este maravilloso camino para ser quienes somos.

Desde mi Presencia a la tuya, que son una y la misma…
En amor,
Vero

Verónica Hernández Simeonoff.

© Todos los derechos reservados, Octubre del 2010

2 comentarios:

  1. Hola Vero, muchas gracias por esta aportación. Hace varios años que estoy leyendo artículos en Reskarendaya, hay uno sobre Madurez Emocional que me ha servido mucho y lo utilizo cada vez que puedo en los cursos de desarrollo humano que imparto. En este momento estoy vivenciando la sesión 3 de El Proceso de la Presencia y también estoy leyendo la canalización de Tobías. Leer hoy tu aportación complementa perfectamente el trabajo interior que estoy realizando. ¡Muchas gracias! ¡Que sigas llenándote de bendiciones, luz, presencia consciente y amor! Un abrazo desde Campeche, México. Blanca Santos

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  2. Querida Blanca, gracias por tu comentario. Me da mucha alegría que estés haciendo el proceso de la presencia. Adelante! Y seguimos juntas en este camino, desde mi presencia a la tuya, que son una y la misma!

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