lunes, 27 de octubre de 2014

¿Alguien tiene el secreto?

No te preocupes; todo el mundo está desesperado. Parece que para algunos 
está bien. "No puedo ver el porque de todo este alboroto", dicen. "La vida parece sencilla para mí." ¡Tienen tanto miedo que ni siquiera pueden verlo!

¿Y qué pasa con los expertos? Su confusión es más sofisticada, envuelta en 

impresionante jerga y elaboradas construcciones mentales. Tienen sistemas de 
creencias predeterminados dentro de los cuales intentan aplastarte. Parece que 
funcionan por un tiempo y, luego, de vuelta al estado original.

Antes solíamos contar con las instituciones sociales, pero ya ha pasado su 

momento; ya nadie confía en ellas. Ahora hay más organismos de control que 
instituciones. Los hospitales son controlados por múltiples agencias. Nadie tiene 
tiempo para los pacientes, que se pierden en la confusión. Mira los pasillos. No hay médicos ni enfermeras. Se encuentran en las oficinas haciendo el papeleo. Toda la escena está deshumanizada.

"Bueno", dices, "tiene que haber algún experto que tenga respuestas." 

Cuando tienes molestias, vas al médico o al psiquiatra, a un analista, a un trabajador social, o a un astrólogo. Te haces de una religión, entiendes la filosofía, vas a Seminarios de Entrenamiento Erhard (est, siglas en inglés) o te das un empujoncito con las EFT (Técnicas de Liberación Emocional). Equilibras los chakras, pruebas la reflexología, acudes a la acupuntura en la oreja, a la iridología, a la sanación con luces y cristales.

Meditas, cantas un mantra, tomas té verde, pruebas con los Pentecostales, 

aspiras fuego y hablas en lenguas. Consigues centrarte, aprendes PNL, intentas las realizaciones, trabajas las visualizaciones, estudias psicología, te unes a un grupo Junguiano. Te Rolfean, pruebas los psicodélicos, la lectura psíquica, corres, haces jazzercicio, te haces una colonia, te interesas por la nutrición y el aerobic, te cuelgas boca abajo, llevas joyas psíquicas. Consigues mayor intuición, bio- feedback, terapia Gestalt.

Visitas a tu homeópata, quiropráctico, y naturópata. Pruebas la kinesiología, 

descubres tu Eneagrama tipo, equilibras tus meridianos, te unes a un grupo de 
elevación de la conciencia, tomas tranquilizantes. Consigues algunos chutes de 
hormonas, pruebas las sales de células, equilibras tus minerales, ruegas, suplicas e imploras. Aprendes la proyección astral. Te haces vegetariano. Comes solamente repollo. Pruebas la macrobiótica, lo orgánico, no comes OGM. Te reúnes con curanderos Nativos Americanos, haces una cabaña de sudación. Pruebas las hierbas chinas, la moxicombustión, el shiatsu, la acupresión, el feng shui. Vas a la India. Encuentras a un nuevo gurú. Te quitas la ropa. Nadas en el Ganges. Miras fijamente al sol. Te afeitas la cabeza. Comes con los dedos, te vuelves realmente sucio, y te duchas con agua fría.

Cantas cantos tribales. Revives vidas pasadas. Tratas la regresión hipnótica. 

Gritas un grito primario. Golpeas las almohadas. Haces Feldenkraised. Te unes a un grupo de encuentros matrimoniales. Vas a Unity. Escribes afirmaciones. Haces un esquema de visión. Pruebas el renacer. Tiras el I Ching. Tiras las cartas del Tarot. Estudias Zen. Tomas más cursos y talleres. Lees montones de libros. Haces el análisis transaccional. Recibes clases de yoga. Entras en el ocultismo. Estudias magia. Trabajas con un kahuna. Haces un viaje chamánico. Te sientas debajo de una pirámide. Lees a Nostradamus. Te preparas para lo peor.

Vas a un retiro. Ayunas. Tomas aminoácidos. Consigues un generador de 

iones negativos. Te unes a una escuela de misterios. Aprendes el apretón de manos secreto. Pruebas la tonificación. Pruebas la terapia de color. Pruebas las cintas subliminales. Tomas enzimas cerebrales, antidepresivos, remedios florales. Vas a balnearios de salud. Cocinas con ingredientes exóticos. Buscas extrañas rarezas fermentadas de lugares lejanos. Vas al Tíbet. Vas a la caza de hombres santos. Juntas las manos en un círculo y te mareas. Renuncias al sexo y a ir al cine. Vistes túnicas amarillas. Te unes a una secta.

Pruebas las infinitas variedades de psicoterapia. Tomas medicamentos 

milagrosos. Te suscribes a un montón de revistas. Pruebas la dieta Pritikin. Comes sólo pomelo. Te leen la palma de la mano. Piensas como los de la Nueva Era. Mejorar la ecología. Salvar el planeta. Te leen el aura. Llevas un cristal. Obtienes una interpretación astrológica sideral Hindú. Visitas a una trans- medium. Vas a terapia sexual. Pruebas el sexo Tántrico. Eres bendecido por algún Baba. Te unes a un grupo de anónimos. Viajas a Lourdes. Te sumerges en aguas termales. Te unes a Arica. Usas sandalias terapéuticas. Te enclaustras. Consigues más prana y exhalas la negra rancia negatividad. Pruebas la acupuntura con agujas de oro. Le echas un vistazo a la vesícula biliar de las serpientes. Intentas la respiración chakra. Te limpian el aura. Meditas en Keops, la gran pirámide de Egipto.

Ustedes han intentado todo esto, ¿que dicen? ¡Oh, la humanidad! 

¡Maravillosa criatura eres! ¡Trágica, cómica y sin embargo tan noble! ¡Tanto coraje para seguir buscando! ¿Qué nos impulsa a seguir buscando una respuesta? ¿El sufrimiento? Oh, sí. ¿La esperanza? Por supuesto. Pero hay algo más que eso. Intuitivamente, sabemos que en algún lugar hay una respuesta definitiva. Tropezamos en caminos oscuros, en cul-de-sacs y callejones sin salida; Somos explotados y llevados, estamos desilusionados y hartos, y seguimos intentándolo. ¿Dónde está nuestro punto ciego? ¿Por qué no podemos encontrar la respuesta?

No entendemos el problema; por eso no podemos encontrar la respuesta.

Tal vez sea ultra sencilla, y es por eso que no la podemos ver.
Tal vez la solución no esté "allí fuera", y por eso no la podemos encontrar.
Tal vez tengamos tantos sistemas de creencias que estamos ciegos a lo 
obvio.

A lo largo de la historia, algunos individuos han alcanzado una gran claridad y 

han experimentado la solución definitiva a nuestros problemas humanos. ¿Cómo llegaron allí? ¿Cuál fue su secreto? ¿Por qué no podemos entender lo que tenían que enseñar? ¿Realmente es casi imposible o próximo a la desesperanza? ¿Qué pasa con la persona común que no es un genio espiritual?

Multitudes siguen caminos espirituales, pero escasos son los que finalmente 
tienen éxito y se dan cuenta de la verdad última. ¿Por qué es así? Seguimos rituales y dogmas, y celosamente practicamos la disciplina espiritual, ¡y nos estrellamos de nuevo! Incluso cuando funciona, el ego rápidamente viene y nos atrapa con el orgullo y la presunción, pensando que tenemos las respuestas. Oh, Señor, ¡Sálvanos de los que tienen las respuestas! ¡Sálvanos de los rectos! ¡Sálvanos de os benefactores!

La confusión es nuestra salvación. Para los confundidos, todavía hay 

esperanza. Aférrate a tu confusión. Al final es tu mejor amiga, tu mejor defensa contra la naturaleza moribunda de las respuestas de los demás, contra el ser violado por sus ideas. Si estás confundido, sigues siendo libre.

David R. Hawkins, de su libro "Dejar Ir"

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