jueves, 18 de noviembre de 2010

Crecer sin Crisis

El próximo mensaje que necesitas escuchar esta en tu presente .  Ram Dass

Todos hemos escuchado una y mil veces que a través de las crisis y los problemas de la vida se aprende y que las crisis son una gran oportunidad para el crecimiento y la evolución. Sin duda que cuando miramos hacia atrás nos damos cuenta que de la mayoría de las crisis que hemos vivido, salimos fortalecidos y algo hemos aprendido y madurado. Pero… ¿no es esto una creencia más y, como todas las creencias, vamos por la vida haciéndola realidad? Debido a que nuestras creencias son ingrediente fundamental en lo que vamos creando y se manifiesta en nuestro mundo, ¿será posible que nos generemos inconscientemente crisis con la finalidad de crecer y avanzar al irlas resolviendo?

Creo que sí. Creo que tenemos un arsenal de este tipo de creencias que soportan la mayoría de las crisis que vivimos, como que si no hay dolor y sacrificio, no hay ganancia; lo que tiene valor tiene un alto precio que pagar y muchísimas más. Incluso, a veces cuando estamos en terapias de sanación, llegamos a pensar y creer que si no hay drama y catarsis en una sesión terapéutica, nada ha sucedido en realidad.

Lo que he ido viviendo en los últimos años, después de una gran crisis y a raíz de profundizar en la práctica de la consciencia del instante presente, es que poco a poco, viviendo más y más en presencia, ya no es necesario vivir picos de crisis para lograr un sostenido y continuo avance en nuestro crecimiento.

La vida, así tal cual se despliega ante nosotros, con nuestras relaciones, rutinas y tareas de todos los días, nos da de manera suave y gentil lo que se requiere para liberar, integrar y manejar tanto los bloqueos del pasado como los nuevos bloqueos que puedan presentarse y que a la larga serán los que ocasionan las explosiones o crisis. Si asumimos la tarea de estar presentes en lo que sea que está pasando con nuestros pensamientos, emociones y acciones, aquí y ahora, el enorme poder del estado de presencia, comenzará a despejar y trasmutar esa energía que ha quedado bloqueada del pasado y dejaremos de bloquear la energía ahora. Estamos literalmente creando un futuro muy diferente, donde las crisis y el sufrimiento dejarán de ser necesarios.

¿Cómo podemos hacer esto? Recuerda que el momento presente tiene todos los componentes que se requieren, la vida te apoya en cada momento. Todo es ahora. Quizás no es sencillo hacerlo a la primera, pero si se puede ir creando el hábito de estar presentes más y más cada día y los beneficios no demoran en verse. Puedes escoger para comenzar un momento del día, cuando te levantas o cuando desayunas o almuerzas o llegas al trabajo y luego irlo ampliando a más y más momentos hasta hacer de esto un continuo.

En el momento que hayas seleccionado, con la actividad que estés realizando, monitorea tu aquí y ahora, tu presencia. Primero ocupa tu presencia física, es decir, respira, siente el flujo de la respiración y siente tu cuerpo. ¿Respiras de prisa, lento? ¿hay algún dolor, tensión, molestia en el cuerpo? Siente tu cuerpo. Amplía el rango hacia los sonidos, los olores, la temperatura. Ubícate físicamente en el presente. No hay nada que juzgar, bueno o malo, lo que sea está bien, es lo que es.

Luego monitorea tus pensamientos. ¿Qué estás pensando? ¿a dónde, a cuál evento, a cuál conversación mental están tratando de llevarte tus pensamientos? ¿qué imágenes vienen a tu mente? Sin juicio, todo es lo que es, simplemente date cuenta de ello.

Ahora pasa a tus emociones, ¿cómo te sientes, entusiasta, triste, enojado, alegre, apático? Busca una palabra para describir la emoción. Si no encuentras una palabra, simplemente siente la sensación, sin darle un nombre. Está bien sentir lo que estás sintiendo, acéptalo, tal como es, sin juicios.

Puedo asegurarte que vas a encontrar información sorprendente al ir haciendo esto. Vas a comenzar a hacerte consciente de que hay partes de ti, energía estancada, que está gritando para que la tomes en cuenta, para que la escuches. Estos son los gritos silenciosos que al ignorarlos, día a día, momento a momento, debido a que no estamos presentes, terminarán creando una crisis. Al ir haciendo esto, una y otra vez, tomarás consciencia, sin duda, que la mayoría, por no decir todo, de lo que se está moviendo en ti en este momento y te perturba, poco tiene que ver con el hecho de que te estás levantando, almorzando o llegando al trabajo y que esas partes están hablando de un pasado que no ha sido totalmente integrado.

Una vez detectado un aspecto mental o emocional que está pidiendo atención, dedica unos momentos cuando te sea posible y sigue los pasos descritos en el artículo “Abrir espacio y permitir” de este blog. Estoy completamente segura que comenzarás a ver cambios sorprendentes. A medida que estás presente, aquí y ahora, todo este proceso va volviéndose automático, se crea un hábito y todo se completa en breves segundos, hasta que se transforma en una forma de vivir y de ir creciendo día a día, de una manera suave, amorosa, sin la perturbación de crisis y dramas.

Como dice mi maestra Peggy Phoenix Dubro, ya somos maestros creciendo desde el dolor, es momento de darnos cuenta que hay otra manera, más amorosa, compasiva y llena de un mayor gozo para avanzar y evolucionar. La invitación es a hacernos maestros ahora de esta otra manera de avanzar. Todo lo que se requiere está aquí y ahora.

Desde mi Presencia a la tuya, que son una y la misma…

En amor,
Vero

Verónica Hernández Simeonoff.
© Todos los derechos reservados, Noviembre del 2010

Un día, Aquí y Ahora

Creo que muchos nos hacemos esta pregunta. ¿Cómo se vive cuando uno está completamente inmerso en el aquí y ahora, en la consciencia del instante presente?

Comparto esta pregunta realizada a Eckhart Tolle en una entrevista de Alberto D. Fraile Oliver para la Revista Namasté.

La simpleza, la presencia en el aquí y ahora, una nueva manera de vivir, siendo un espacio consciente que trae consciencia, luz al mundo.




¿Cómo es un día ordinario en tu vida?


Muy simple. Yo pienso relativamente poco. En la vida diaria, si estoy con una persona, la escucho hasta que las palabras surjan, o si estoy en la calle comprando también tengo pocos pensamientos y reacciones.

Las situaciones son como son. La vida es muy simple.

Muy pocas veces pienso en el pasado y la atención está en la simplicidad. El momento presente siempre es bastante simple porque es solamente eso. La consciencia está en la simplicidad del momento presente. Hay paz incluso si algo no va bien.

No llevo encima una identidad. Por ejemplo, en la enseñanza espiritual, la gente me llama maestro espiritual y ellos piensan que es mi identidad pero yo lo veo simplemente como una función. Cuando estoy con un grupo de personas y estoy hablando, entonces soy el maestro espiritual, pero en el momento en que salgo de la sala dejo de ser el maestro espiritual inmediatamente y solamente hay una consciencia abierta que no lleva una imagen de quien soy. Porque cada imagen que llevas te va a conducir al sufrimiento.

Voy por la calle sin ser nadie en particular, simplemente un espacio consciente. Das un paseo no como una persona sino como un espacio consciente, o estás tomando un café no como una persona, pensando en tu historia personal, simplemente como un espacio consciente, sin llevar las constantes definiciones de quien soy o hablándome de mi vida con esa voz interior que me cuenta cosas de mi vida: “no estoy contento con mi vida” o cosas así que son cuentos, pensamientos. (risas) Estas complicaciones, afortunadamente, no las tengo. (risas)

martes, 16 de noviembre de 2010

Respetar

Respetar significa, en primer lugar, reconocer. Respetar a alguien quiere decir que reconozco que está ahí, que es como es y que es justo que sea como es. Eso implica que me respeto a mí mismo de igual modo: respeto que estoy aquí, que soy como soy y que es justo el hecho de ser como soy.

Si me respeto a mí mismo y respeto al otro en este sentido, renuncio a formarme una imagen de cómo deberíamos ser, tanto yo como el otro. Sin esa imagen previa no existe juicio sobre lo que sería mejor. Ninguna imagen preconcebida se interpone entre mí mismo y la realidad, tal como ésta se manifiesta.

De esta manera, se facilita un segundo elemento, que también forma parte del respeto: amo lo real, en tanto es precisamente real. Esto significa sobre todo: me amo a mí mismo tal como soy; amo al otro tal como es; y amo la manera en que somos diferentes.

Luego también es posible otro elemento, quizá el más bello, que también forma parte del respeto: me alegro de lo real tal como se manifiesta. Me alegro de mí mismo tal como soy; me alegro del otro tal como es; y me alegro de las diferencias que existen entre los dos.

Ese respeto guarda las distancias. No penetra en el otro y tampoco permite que el otro penetre en mí, que me imponga algo o que disponga de mí según su propia imagen. Por eso podemos respetarnos sin pretender nada el uno del otro.

Si nos necesitamos y pretendemos algo el uno del otro, aún tenemos que reparar en un cuarto aspecto: ¿nos fomentamos mutuamente o bloqueamos el desenvolvimiento de ambos? Si tenemos que reconocer que lo obstaculizamos, entonces el respeto no nos hará converger sino divergir. Por lo que debemos respetar que cada uno pueda y tenga que seguir su propio camino. De este modo, el amor y la alegría mutua más que menguar se profundizan. ¿Por qué? Porque el amor y la alegría son entonces como el respeto: serenos.

Bert Hellinger (Constelaciones Familiares)

martes, 9 de noviembre de 2010

¿Cómo utilizo mi energía?

Desde hace días he estado pensando en Pedro, agradeciéndole y honrándolo por la enseñanza que aportó a mi vida. Pedro vino hace varios años a mi consulta a solicitarme sesiones de Reiki. A sus 40 años, sufría de una diabetes avanzada que le impedía trabajar, perdía su visión día a día, vivía con muchas limitaciones y estaba muy deprimido. Había escuchado que Reiki ya se aplicaba en muchos hospitales en el mundo y consideraba que sería de ayuda para él. Acordamos que vendría 3 veces por semana y comenzamos. En la mitad de la tercera semana, Pedro me confesó con una sonrisa que las sesiones de Reiki estaban funcionando, que había comprobado que sus niveles de azúcar en la sangre bajaban después de las sesiones, que estaba más animado y que una vez que se había dado cuenta de eso, a modo de recompensa, se permitía comer un dulce o un chocolate en el camino de regreso a su casa.

Hablé con él sobre esto, de la importancia de hacerse responsable de su sanación y aprovechar este flujo de energía armónica que estaba recibiendo para permitir mayor equilibrio en su cuerpo, apoyar este proceso y lograr una mayor calidad de vida en lugar de agotar esta energía para procesar un dulce o un chocolate. Pedro me dijo que dado todo lo mal que la estaba pasando con su enfermedad, él merecía esos chocolates, que comerlos le hacía sentir bien y me dió toda una serie de razones, muy válidas desde su punto de vista, de porqué su conducta estaba justificada y no era algo a lo que darle mucha importancia.

Como muchos de los ángeles que han venido a mí, hoy recuerdo a Pedro con gratitud por la enseñanza que me dejó. Me pregunto, ¿qué decido hacer ahora con esta energía que acabo de recuperar y recibir? ¿Cómo la voy a invertir? ¿La voy a invertir en crear mayor gozo, equilibrio, bienestar en mi vida o decido usarla para seguir sosteniendo los viejos patrones, hábitos, dramas que ya sé que no me dan resultado? ¿Cómo me estoy justificando a mi misma para no hacer un mejor uso de esta energía a mi disposición? Si la energía fuera visible como el dinero, por ejemplo y estuviera en bancarrota y un amigo me da una buena suma para ayudarme, ¿volvería a decidir y hacer exactamente lo mismo que me llevó antes a la bancarrota? Seguramente no, haría ajustes, me informaría más en materia financiera, realizaría cambios para evitar caer en la misma situación. Sin embargo, hacer lo mismo en relación a la energía de los pensamientos y emociones que manejamos a diario, ya no es tan obvio y no le prestamos mucha atención.

Desde pequeños hemos aprendido a pensar y sentir de determinada manera y eso condiciona nuestra conducta y reaccionamos así de forma automática ante muchísimas situaciones de nuestra vida. Además defendemos esa manera de ser como la apropiada, auténtica y totalmente justificada. Muchas veces hay una especie de orgullo, de defensa de nuestra identidad y de nuestros patrones disfuncionales y entonces nos decimos que nos merecemos tal o cual gratificación, que yo soy así y de esa manera soy autentica, que tengo el derecho a ese comportamiento. No solo nos volvemos inconscientes y reaccionamos, sino que defendemos nuestras disfunciones con todo un arsenal de razonamientos. ¿A quién queremos convencer en realidad, al otro o a nuestra propia voz interior que nos está alertando una y otra vez sobre la manera en que usamos nuestro poder?

Estas reacciones automáticas y todas nuestras justificaciones nos muestran en qué y cómo utilizamos e invertimos la energía, día a día. Incluso aunque hayamos detectado que ciertas formas de pensar, sentir y actuar no nos son útiles, es tal la velocidad con que se genera nuestra reacción que antes de poder hacer algo distinto ya estamos de nuevo en medio del mismo patrón que nos desgasta. Podemos recibir muchas terapias y tener así mayor energía a nuestra disposición pero la auto observación, el darse cuenta y responder con consciencia en lugar de reaccionar es un paso importante para el cambio hacia la sanación, un mayor bienestar y plenitud en nuestra vida. Este paso es nuestra responsabilidad darlo, nadie lo puede dar por nosotros. Ni la mejor técnica o el más entrenado de los terapeutas y maestros puede realizar los cambios en nombre de nosotros. Si no nos hacemos cargo y realizamos inversiones de energía con mayor consciencia, no importa cuánta energía recibamos y recuperemos, la seguiremos gastando en los mismos y viejos patrones que ya no nos sirven y nuevamente nos veremos en medio da las mismas situaciones que no nos dan alegría, abundancia y plenitud.

Aunque no sepa bien por donde comenzar, el solo hecho de plantearme observar qué estoy haciendo con mis pensamientos, emociones y acciones, es decir, en qué estoy invirtiendo mi energía, genera una perspectiva distinta. “Observar” se realiza en el presente, en este momento, en las tareas que vamos haciendo todos los días, incluso las que nos parecen más pequeñas e insignificantes. Observar implica monitorear no solo el exterior, lo que estoy haciendo, con quien y de qué manera, sino lo que sucede en mi interior, como me siento y qué pensamientos están tras las cortinas de mis acciones. Y puedo preguntarme a menudo ¿en dónde y cómo decido invertir mi energía ahora? De esta forma comienzo poco a poco a reconocer mi poder sobre mis pensamientos, emociones y acciones y hacerme responsables de ellos. Esto va abriendo una pequeña brecha de tiempo antes de la reacción. Al principio es pequeña, pero con el tiempo y debido a que estoy pudiendo sostener y conservar más energía, la brecha será más grande y podremos por fin comenzar a responder conscientemente en lugar de reaccionar. La diferencia entre responder y reaccionar, es en sí mismo un cambio monumental.

Es momento de reclamar nuestro poder y hacernos dueños de nuestros pensamientos, emociones y acciones para crear la vida de paz, armonía, salud, amor y abundancia que sueña nuestro corazón. Y ese momento, como siempre, es ahora.

Verónica Hernández Simeonoff.

© Todos los derechos reservados, Noviembre del 2010

sábado, 6 de noviembre de 2010

El desapego

El desapego implica – ” vivir el momento presente” – vivir en el aquí y en el ahora -. Permitimos que en la vida las cosas se den por sí solas en lugar de forzarlas y tratar de controlarlas. Renunciamos a los remordimientos por el pasado y a los miedos por el futuro. Sacamos el mayor provecho a cada día.

El desapego nos da la libertad de disfrutar de las relaciones o de las cosas que poseemos en la vida.

El desapego también implica aceptar la realidad, los hechos. Requiere fe en nosotros mismos, en Dios, en otras personas, en el orden natural y en el destino de las cosas en este mundo.

Desapegarse a las cosas o relaciones no se trata de ser frío o desinteresado o señal de desamor, más bien es no tener miedo a perder sea lo que sea a lo que estamos apegados. Las recompensas que el desapego nos brinda son muchas: serenidad, una profunda sensación de paz interior, la capacidad de dar y recibir amor de una manera que nos enaltece y nos llena de energía, y la libertad para encontrar soluciones reales a nuestros problemas.

Encontramos la libertad para vivir nuestra propia vida sin sentimientos excesivos de culpa o responsabilidad hacia los demás. En ocasiones el desapego llega a motivar y a liberar a la gente que se encuentra a nuestro alrededor para empezar a solucionar sus problemas.

Amar libremente a tu pareja promueve la entrega de afecto sin opresión. El desapego es sostener nuestra libertad, permitiendo, también, ser libres a quienes amamos. El desapego no es abandono, por el contrario, es un acto de amor incondicional. Quien ama verdaderamente, deja libre al otro.

El desapego se basa en las premisas de que cada persona es responsable de sí misma, en que no podemos resolver problemas que no nos corresponde solucionar, y que preocuparnos no nos sirve de nada. Adoptamos una política de no meter las manos en las responsabilidades de otras personas y en vez de ello, de atender a las nuestras.

El desapego a las cosas materiales nos permite disfrutarlas y atraerlas más a nuestras vidas. El desapego no significa abandonar todo, no trabajar más o no desear nada material, no, desapego significa no DEPENDER de nada de lo que poseemos o de ninguna persona con la cual tengamos un vínculo afectivo. Es lograr la autonomía, de ser felices aun sino poseemos o encontramos alguna cosa o una persona en específico.

Muchas veces nos centramos y vemos las cosas solo con la mirada calculadora y nos fijamos en las posesiones materiales o personales que tenemos, esto es apego a las cosas materiales. Vivir de esta forma es vivir esclavizado, es vivir con temor.Aprender en la vida el desapego nos permitirá trascender hacia un plano espiritual más elevado. No es algo fácil y dependerá de cada persona el lograr desatarse y cortar esos lazos que no le permiten crecer.

“Esta ley dice que para adquirir cualquier cosa en el universo físico, debemos renunciar a nuestro apego a ella” Esto no significa que renunciemos a la intención de cumplir nuestro deseo. No renunciamos a la intención ni al deseo; renunciamos al interés por el resultado.

Es grande el poder que se deriva de esto. Tan pronto como renunciamos al interés por el resultado, combinando al mismo tiempo la intención concentrada y el desapego, conseguimos lo que deseamos.
“Podemos conseguir cualquier cosa que deseemos a través del desapego, porque éste se basa en la confianza incuestionable en el poder del verdadero yo”.

Deepak Chopra
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...