lunes, 30 de enero de 2012

Relaciones

Mis tempranas experiencias con los padres y otros establecen mis creencias y mis modelos sobre las relaciones, y estos modelos prosiguen e influencian cada relación hasta que descubro quién soy.

En cualquier relación que tengo, aquellos con quienes me relaciono devendrán, en lo principal, compatriotas en este juego, y lo reforzarán y alimentarán. Si necesito ser necesitado, crearé necesidad. Si necesito ser rechazado, entonces atraeré rechazo. Hay tantas variaciones como personas. Pero los modelos sólo son una confirmación de mis necesidades y creencias particulares, y reflejan eso que todavía no he redescubierto. Son perfectamente apropiados; son, simplemente, una parte del principio oculto del amor incondicional invitándome a ver otra posibilidad.

Lo que experimento como una relación en mi mundo de tiempo y separación parece un lazo entre otro y mí mismo. Puede ser un intercambio de sentimientos, de intereses y de entusiasmos, de risas y de lágrimas, de pensamientos y de reflexiones. Una parte que comunica con otra parte. Yo estoy relacionándome con eso que proyecto fuera, aparte de mí mismo. Hay muy poca fusión en el sentido más pleno. Parece más bien como una comunicación entre dos proyecciones, dos condicionamientos, dos modelos, o un acuerdo para halagar entre sí los egos.

Cuando encuentro por primera vez a alguien, mi computadora coloca a veces a la otra persona en una caja en la que le mantengo aprisionado. A veces ampliaré la capacidad de la caja aquí y allá, o la haré más grande o más pequeña. De esta manera, permanezco a salvo y en relación con mis conceptos sobre las personas, más bien con quien las personas son realmente.

Cuando me esfuerzo por devenir eso que pienso que es mi causa, puedo vivir en un estado de comparación con otros o verlos como mis jueces. Es una suerte de competición sutil. También puedo ver a las otras personas como alguien que creo que puede satisfacer mi sensación de carencia. A su vez, ellos pueden reconocer la imagen que quiero proyectar, o pueden reforzar mi sensación de ser meritorio. Pueden entusiasmarme y confortarme con su presencia. Satisfacen una necesidad.

La manera en que me relaciono con otros es un reflejo muy poderoso de la relación más fundamental de todas, y esa es la relación conmigo mismo. Sin embargo, cuando he redescubierto quién soy, ya no se plantea la cuestión de las relaciones. En esa presencia abierta y acogedora no hay ninguna necesidad de la memoria o la repetición, de la comparación o la expectativa; no hay ningún lugar para una parte que encuentra a la otra. No hay ninguna distancia entre las dos y, por consiguiente, no hay nada que necesite relacionar.

Toda nuestra energía se sumerge en una continua frescura y en la simple celebración de "lo que es".

Es una comunión de dar y recibir espontáneos que puede iluminar esas ocasiones en las que volvemos a encontrarnos. A menudo hay silencio porque no se necesita llenar el vacío que una vez se vio como amenazador. Estos silencios están llenos simplemente de estar unidos en una existencia que está danzando continuamente.


Tony Parsons, de su libro "Lo que Es"

miércoles, 18 de enero de 2012

Más Allá de la Mente Pensante: El Aburrimiento

La mente existe en un estado de "nunca tener suficiente", por lo que siempre ambiciona más. Cuando te identificas con la mente, te aburres y te inquietas fácilmente. El aburrimiento significa que la mente tiene hambre de nuevos estímulos, de más alimento para el pensamiento y su hambre no está siendo satisfecha.

Cuando estás aburrido, puedes satisfacer el "hambre mental" leyendo una revista, haciendo una llamada telefónica, poniendo la tele, navegando en Internet, yéndote de compras o, y esto es bastante común, transfiriendo al cuerpo la sensación mental de carencia y la necesidad de querer siempre algo más, y satisfaciéndolas brevemente ingiriendo más comida.

O puedes sentirte aburrido o inquieto, y observar la sensación de estar aburrido e inquieto. A medida que vayas dándote cuenta de estas sensaciones, empezará a surgir algún espacio y quietud en torno a ellas. Al principio sólo habrá un poco, pero, conforme crezca la sensación de espacio interno, el aburrimiento empezará a disminuir en intensidad y significado. De modo que incluso el aburrimiento te puede enseñar quién eres y quién no eres.

Descubres que ser "una persona aburrida" no es tu identidad esencial. El aburrimiento, simplemente, es un movimiento interno de energía condicionada. Tampoco eres una persona enfadada, triste o temerosa. El aburrimiento, el enfado, la tristeza o el miedo no son "tuyos", no son personales. Son estados de la mente humana. Vienen y van.

Nada de lo que viene y va eres tú.

"Estoy aburrido"; ¿quién sabe ésto?

"Estoy enfadado, triste, atemorizado"; ¿quién lo sabe?

Tu eres el conocimiento, no el estado conocido.

Eckhart Tolle, de su libro "El Silencio Habla"

lunes, 9 de enero de 2012

La Cura de la Imaginación

Si no piensas que eres aquello que se te enseñó a pensar como si fueras "tú", ¿quién eres tú? El secreto está abierto y el primer paso para alcanzarlo es percibir que todo lo que piensas e imaginas como si fueras tú, no eres tú. Para de imaginar y mira qué es lo que queda. 

Aquello que eres no puede ser pensado y no puede ser imaginado, por tanto, no sirve de nada hablar al respecto. La única forma de acceder es a través de una investigación directa.

La mente, conscientemente, proyecta en el futuro tu encuentro contigo mismo. Pero, el pasado y el futuro no existen. ¿Cómo podrías estar "allá"? Eso me recuerda algo que leí el otro día. Uno de los discípulos de Gurdjieff, cuando le preguntaron al respecto de lo que había sido la más grande lección absorvida de su maestro, él respondió: "El me curó de mi imaginación. Paré de imaginar".

Imaginar significa contener una imagen. Una imagen es un objeto dentro de tu mente. Accedes a ella y a partir de allí pasas a moldearla, a remodelarla, a mejorarla o empeorarla - dependiendo de las circunstancias. Sin embargo, este objeto, la imagen-en-acción, sólo existe dentro de la mente.

La  mente es un objeto observable más, así como todos los otros objetos observables. Ella intenta observar y tú crees que ella observa - la confusión, en ese sentido, es inmensa, porque observar no es un hacer y la mente jamás podrá comprender eso.

Para de imaginar todo lo que imaginas y mira aquello que eres, en toda su pureza, libre de toda y cualquier mancha causada por la imaginación. Y, dentro de esta propuesta, estate muy atento, encuentra un punto donde la imaginación simplemente no existe o, inclusive, donde ella no tiene el menor valor. No intentes parar de imaginar con la mente, ella tampoco puede hacer eso. Déjala imaginar y permanece atento a quien tú eres. Tú eres observación.

Satyaprem
satyaprem.blogspot.com (publicado en Facebook por Haridas Prem) 

martes, 3 de enero de 2012

Silencio y Quietud

La gente suele imaginar que estar en silencio implica una ausencia de ruido, e intentan suprimir cualquier cosa que parezca interrumpir esa quietud. La quietud es, y estar aquietado es reconocer lo que siempre está aquietado, independientemente de los hechos o de los comentarios sobre los hechos. Incluso lo que parece ser ruido surge del silencio. Retorna a eso. Sé eso.

Qué sorpresa, esta quietud. En medio del torbellino, en medio de toda la actividad mental, hay quietud. En la apertura entre los pensamientos, hay quietud. Antes del pensamiento hay quietud. Después de los pensamientos hay quietud. Ningún pensamiento existe separado de la quietud.

Aquiétate. Saborea la quietud. Sé quien eres.

El reto consiste en reconocer esa quietud que siempre está presente. Compruébalo dirigiendo tu mente hacia  adentro en lugar de seguir su flujo hacia afuera. En lugar de esforzarte por detener el flujo externo de la mente, déjala descansar. Relájate.

Yo no soy "anti-intelecto", pero te sugiero que des un descanso a toda la actividad del pensamiento. Deja que la mente descanse en su fuente. Este descanso es nutritivo. El intelecto está ávido de verdadero alimento.

Al descansar, la conciencia individual se expande y se reconoce a sí misma como no separada del mar universal de conciencia. En la quietud no existe separación entre "mi mente" y la "conciencia". La separación sólo se experimenta cuando el pensamiento "mi mente"  se acepta como realidad. Aquiétate y observa.

Permanece abierto a lo desconocido, a tu propio ser, a tu verdadero ser, a tu ser eterno.

Abre tu mente. Permanece abierto a lo que es incondicionado, inimaginado, inesperado, innombrado. Abrir la mente provoca unas consecuencias maravillosas, pero no vayas en pos de esas consecuencias. Seguir a los objetos de la experiencia es la gran distracción de la mente.

Gangaji, de su libro "Tu eres eso".
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