jueves, 24 de marzo de 2011

Iluminación

La iluminación es la propia naturaleza de las cosas. Pero eso es algo que nunca se ha dicho; al contrario, las mentes de las personas se han corrompido por haber creado metas contrarias a la naturaleza, otorgándoles nombres como "supernaturaleza".

El hombre cayó en esa trampa por una razón muy simple: la naturaleza de las cosas ya está donde tu estás. No es una diversión ni un desafío, ni una invitación a poner tu ego a prueba. No es una estrella lejana. Para nutrirse, la mente necesita algo que sea muy difícil, algo que sea casi imposible. Solo cuando alcanzas lo imposible puedes sentir que eres alguien especial.

La iluminación no es un talento. No es un don para la pintura, para la poesía o para la ciencia, con el que uno nace; esos son talentos. La iluminación es simplemente la propia fuente de vida de todos y cada uno.

Para encontrarla, ni siquiera tienes que salir de tu casa. En cuanto sales de tu casa a buscarla, te estás alejando, y quién sabe cuándo serás capaz de regresar a tu casa.

La iluminación no es otra cosa que darse cuenta del hecho de que "yo soy lo que siempre he querido ser, y nunca he sido otra cosa ni lo podría ser, nunca".

Osho, Creer en lo imposible antes del desayuno

lunes, 14 de marzo de 2011

La Broma Cósmica

No hay truco para vivir en el momento presente. No tiene que ser un asunto largo, demarcado. Ni siquiera necesitamos etiquetarlo como un “viaje espiritual”. De hecho, el término viaje espiritual es una contradicción ridícula. No se requiere de un “viaje” para alcanzar el momento presente, y el momento presente es lo único verdaderamente espiritual o real que existe.

Puede accederse a él inmediatamente. No tienes que tomar un curso para aprender cómo hacerlo. No necesitas que un gurú te lleve allí. No necesitas cantar, o recitar el “om”, o volverte vegetariano para experimentarlo. No tienes que rasurar tu cabeza, quemar incienso, llevar cristales, o vivir una vida de renunciación para llegar allí.

Y aunque no hay nada malo en hacer estas cosas, si las estás hacienda porque piensas que te harán “más espiritual” – piensa otra vez. No será así.

El momento presente solamente es. Y es para todos si estamos dispuestos a simplemente NOTARLO.

En resumen, todos simplemente queremos ser felices, sentirnos satisfechos, y sentirnos amados. Nos ponemos en increíbles y frecuentemente dolorosos giros en un intento por conseguir este honesto anhelo en nuestros corazones, cuando todo lo que necesitamos hacer es simplemente sentir ese anhelo y dejar que nos lleve al hogar.

Hogar para el Alma…
Hogar para el momento presente…
Hogar para la Belleza de Ser…

Esto es vivir el momento presente, y es el único lugar en donde seremos capaces de cumplir nuestro deseo de genuina felicidad, alegría, y amor, porque el único lugar en el que existen es en el interior, y cuando estamos viviendo desde allí, estamos viviendo el momento presente.

Es verdad que frecuentemente nos toma a muchos de nosotros toda una vida entera de viajes y caídas para llegar a darnos cuenta de esto, pero eso no convierte nuestra vida en un “viaje espiritual”. Una descripción más honesta sería “¡el berrinche del sordo, ciego y testarudo ego!”

El Espíritu está justo allí todo el tiempo. La puerta hacia el deseo de nuestros corazones siempre está allí, Y siempre está abierta. Es la astuta, fuerte y manipuladora voz de nuestro ego la que seguimos escuchando, la cual también, desafortunadamente, sucede que es todavía la voz dominante de nuestra conciencia masiva, aunque está cambiando rápidamente ahora. No es difícil ver cómo hemos sido llevados tan fácilmente a descarriarnos de nuestra fuente… nuestra alma.

Convertirse en real, en natural y auténtico, requiere de la comprensión y la experiencia de quienes somos realmente, y lo que somos realmente es Espíritu.

En mi propia vida, frecuentemente se ha sentido como vivir esta verdad en un mundo aún profundamente enredado en la mente del ego, ha sido como intentar voltear el Titanic. Ha sido como tratar de nadar contra corriente. Pero de lo que he llegado a darme cuenta es las aparentes penurias, cansancio, e increíble resistencia que parecieran requerirse para alcanzar la Belleza de Ser han sido simplemente la resistencia mental de mi ego a caminar a través de esa puerta abierta que el Espíritu me ha mantenido abierta desde siempre. Siempre tuve acceso inmediato. Nunca se requirió un largo y difícil viaje.

Mi mente del ego se había resistido, porque si caminaba a través de esa puerta, entonces mi ego y mi alma se unirían, se volverían Uno, y mi mente del ego odia absolutamente el hecho de dejar de ser especial, singular, jefe y superior. Patearía, gritaría, pelearía, incluso crearía enfermedades o accidentes para seguir en su conocido y familiar, y tan aburrido mundo centrado en el drama.

De lo que no se da cuenta es de que una vez que cruza ese umbral hacia el desconocido y misterioso mundo del Espíritu, finalmente se siente en casa. Finalmente se siente unido. Puede finalmente dejar ir, confiar y relajarse. Puede finalmente sentirse humilde en lugar de especial. Puede finalmente sentirse pleno, porque el mundo del Espíritu es pleno, es infinito, es creación, es todo. Es puro Ser, y es hermoso.

Cuando tomamos una elección de rendirnos y dejar ir, cuando decidimos dejar que La Voluntad Del Espíritu Se Hará, cuando finalmente hayamos tenido suficiente de la vida de la manera difícil y piramos al Espíritu que nos ayude, se vuelve aparente y obviamente claro cómo, como niños consentidos y berrinchudos, nos hemos negado a escuchar el consejo de nuestros padres y de repente nos hemos dado cuenta de cuándo hemos sufrido a causa de eso. Después simplemente se vuelve una graciosa broma cósmica, que si verdaderamente dejamos ir y nos rendimos, somos capaces de reír, y reír, y reír hasta llorar de la ridícula y absurda manera en la que hemos justificadamente mantenido nuestras inmaduras convicciones e ilusiones de Mi Voluntad Se Hará. Como si así fuera.

Si. Es la mayor broma jamás hecha. ¡No olvides reírte de ti mismo camino a casa! Eso es otra cosa en cuanto a vivir en el momento presente… nada es nunca tan serio.

Por Por Heather Fraser, email: engoddess@porchlight.ca

martes, 8 de marzo de 2011

El Gran Camino

El gran camino es fácil. Es lo que se revela aquí mismo, ahora mismo. “Lava los platos”. “Contesta el correo electrónico”. “No contestes el correo electrónico”. Es el Gran Camino porque es el único camino. Lo que haces o no haces es tu contribución a la realidad. Nada podría ser más fácil. No se requiere de otra cosa; no puedes equivocarte.

Las sendas secundarias son tus juicios acerca de lo que estás haciendo o no haciendo. La vida se vuelve sumamente difícil cuando calificas lo que haces de “equivocado”, “estúpido” o “innecesario”, cuando desprecias lo que hiciste después de haberlo hecho. Comparar lo que has hecho con lo que deberías haber hecho, creer que necesitas estar a la altura de algún estándar externo, es un sendero difícil. Lo que es, es siempre cómo debe ser ahora mismo, y siempre es la historia de un pasado. Puedes discutir con el pasado todo lo que quieras, y después de que encuentres las mejores, más persuasivas y más humanas razones del mundo de que algo debería haber sido diferente, el pasado sigue siendo lo que es.

Aprende del pasado, por supuesto; pero si sientes cualquier culpa o vergüenza acerca de él, sólo estás violentándote a ti mismo, y la violencia no funciona. El camino claro, el Gran Camino, es empezar ahora.

Byron Katie, Del libro “Mil nombres para el gozo"

viernes, 4 de marzo de 2011

La realización del Ser no requiere esfuerzo

En una charla anterior, dijo usted que la realización de lo que realmente somos no requiere ningún esfuerzo. Pero si queremos aprender a tocar el piano, deberemos practicar mucho antes de llegar a hacerlo sin esfuerzo. Si el esfuerzo se aplica a los objetos limitados, ¿por qué no debería aplicarse a lo infinito?

Aprendemos a tocar el piano observando una representación de la música e intentando exteriorizarla en el piano. Esto no requiere ningún esfuerzo. La primera vez que tocas una pieza, adviertes lo que sucede. Observando la posición de tus manos, observando la forma en que suena la música, vas entrando progresivamente en contacto con ella. Al tocarla por segunda vez, comienzas a discernir lo que puede estar impidiendo una perfecta ejecución de la pieza. Y la tercera vez, la tocas perfectamente.

De la misma forma llegas a realizar tu naturaleza real. Primero hay observación, la cual aporta un discernimiento que conduce a la visión espontánea. Nada de esto requiere esfuerzo. La palabra «esfuerzo» implica intención, voluntad de realizar algún fin. Pero este fin es una proyección del pasado, de la memoria, y así dejamos de estar presentes al momento actual. Puede ser exacto hablar de una «recta atención» en el sentido de escucha incondicionada, pero esta atención es diametralmente opuesta al esfuerzo en tanto que es enteramente libre de orientación, motivación y proyección. En la recta atención nuestra escucha es incondicionada; no existe la imagen de una persona que impida una audición global. No está limitada al oído, es la totalidad del cuerpo la que oye. Está completamente al margen de la relación sujeto-objeto. La escucha sucede, pero nada es oído y nadie escucha. Y como la escucha incondicionada es nuestra naturaleza real, llegamos a conocernos a nosotros mismos en la escucha.

Rara vez escuchamos realmente. Vivimos más o menos continuamente en el proceso del devenir. Proyectamos una imagen de ser alguien y nos identificamos con ella. Y en tanto nos tomamos por una entidad independiente, hay un hambre continuo, un sentimiento de falta de integridad. El ego está constantemente buscando su realización y su seguridad, y de ahí su perpetua necesidad de llegar a ser, de realizar, de alcanzar. De esta forma, nunca contactamos realmente con la vida, pues ésta requiere apertura a cada instante. En esta apertura, la agitación provocada por el intento de llenar una ausencia en ti mismo llega a su fin, y en la quietud que resulta te encuentras ante tu integridad. Sin una imagen de ti mismo, eres realmente uno con la vida y con el movimiento de la inteligencia. Sólo entonces podemos hablar de acción espontánea. Todos conocemos momentos en que la inteligencia pura, libre de interferencias psicológicas, surge; pero, tan pronto como retomamos la imagen de ser alguien, cuestionamos la intuición preguntando si es acertada o errónea, buena o mala para nosotros, y así sucesivamente.

Cualquier cosa que hacemos intencionadamente pertenece al ego-yo y, aunque aparezca como acción, es realmente reacción. Sólo lo que espontáneamente surge del silencio es acción y tal acción no deja residuos. Ni siquiera puedes recordarla. La acción intencionada del ego-yo siempre deja residuos que más tarde podemos llamar enfermedad. En la espontaneidad, la acción ocurre pero nadie actúa. No hay estrategia ni preparación. Hay sólo conciencia libre de la agitación y la memoria y en esta quietud toda acción es espontánea, porque cada situación es parte de tu apertura y ella misma te dice exactamente cómo proceder. La acción real no surge del razonamiento sino de la observación receptiva. Por ejemplo, cuando ves un niño pequeño cruzando la calle, no te detienes a pensar: «¿pediré ayuda, iré y lo recogeré, lo dejaré sólo?» Actúas. Incluso aunque hayas realizado veinte veces esta acción, es nueva cada vez. Pertenece absolutamente al momento.
 
Jean Klein, La sencillez de Ser
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