sábado, 27 de marzo de 2010

Semana Santa en Caracas

¡Qué bonita es una Semana Santa en Caracas! Toda la ciudad parece cobijarse debajo del manto amoroso y silencioso de El Avila, el hermoso cerro que la adorna de este a oeste, con majestuosidad y presencia absoluta.

Mucha gente sale corriendo de la ciudad, a las playas, la montaña, y mil y un destinos, pareciera que la consigna es salir a toda costa, como si algún monstruo invisible estuviera a punto de matarnos. No sé porqué corren tanto si ahora es que la ciudad de pone tan bonita, tan amable, tan abierta.

Siempre me he preguntado por qué después de sufrir día tras día de un tráfico inclemente en la ciudad y de colas y filas para todo (en la autopista y en cualquier calle, en los bancos, en las cajas en los supermercados, buscando donde estacionarse, y un interminable etc.), la gente sale corriendo a hacer colas en las autopistas rumbo a la playa, colas en los aeropuertos, colas para tomar el autobús, colas para entrar a las playas, colas para tomar el barco hacia la isla y hasta colas para comprar un pedazo de pan en la panadería de un pueblo turístico que no está preparado para atender a tantas personas.

No es de extrañar que muchas personas que salen de vacaciones en Semana Santa lleguen después más cansadas. Mucha gente dice a su regreso… “ahora necesito vacaciones para descansar de las vacaciones”.

Para los que nos quedamos, Caracas es una bendición, la ciudad en la que siempre hemos querido vivir. Realmente en estos días si que decimos que vivimos en la ciudad más bonita del mundo y tenemos razón. En 10 minutos estamos en cualquier sitio y estacionamos sin problemas. El Avila es un lujo para la vista y el corazón, la luna nos baña con amor, el silencio es encantador, la gente sonríe en todas partes. Podemos visitar muchos sitios en un solo día (hasta hacer el recorrido de los 7 templos) y todo eso, durmiendo hasta tarde en las mañanas.

Mi apartamento se vuelve más porque se integra con el exterior sin esfuerzo, los pajaritos me cantan en el balcón y una que otra mariposa viene a visitarme. En las noches, los grillos y los sapitos cantan sin competencia. Todo es suave, sencillo, fluido.

Semana Santa en Caracas es Presencia amorosa y cálida que me envuelve, fácil, sencilla, total.

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