Si Dios es omnipresente, si todo lo sabe, todo lo ve, ¿porqué tenemos que rezarle, buscarlo y hacer tantas cosas como si no estuviera aquí? Estas y otras muchas preguntas rondaban por mi mente cuando tenía 10 años de edad. Sé que hay variadas respuestas a esta pregunta, pasando por la religión, la filosofía, la metafísica y todo un ramillete de explicaciones espirituales. Pero realmente me encanta y maravilla las simples preguntas que puede hacerce un niño y que contienen una verdad tan profunda y descarada y que realmente pocos contestan desde el mismo lugar de sinceridad y simplicidad desde el cual son formuladas. Somos maestros en el arte de complicar.
Este tipo de preguntas me ha acompañado toda mi vida. Luego de recorrer caminos espirituales diversos y practicarlos, tengo que confesar que una espinita de insatisfacción siempre ha estado presente ante muchas sencillas preguntas que de vez en cuando visitan mi mente. Unido a eso, tuve varias y cortas experiencias de una totalidad tan difícil de describir, tan sencilla y abrumadora, que sin duda, fueron la gasolina necesaria para seguir buscando. Alrededor del año 2003, Eckhart Tolle tocó mi vida con su libro “El Poder del Ahora”. Desde un espacio dentro de mí yo “sabía” que las enseñanzas de Tolle apuntaban hacia algo puro y real. Y entonces comencé a practicar el estar presente, aquí y ahora, con lo que sea que significaba y significa para mí en cada momento.
En noviembre del año pasado, una amiga de Facebook me mandó de regalo un libro, “Más Allá del Despertar” de Jeff Foster. Podría decir mucho de este pequeño libro y el mensaje de Jeff, pero lo que en ese momento más me impactó fue la alegría de esa niña de 10 años al encontrar por fin un amigo que le decía, desde ese lugar de sencillez, que no hay nada que buscar, que Dios ya está aquí y ahora, omnipresente en toda la creación y que buscar algo que no se ha perdido es totalmente ridículo. Gracias Tania por este valioso "presente".
Pasado el éxtasis inicial, comencé a buscar más en internet sobre Jeff y sus mensajes y descubrí el Vedanta Advaita, la no dualidad y todo un universo de maestros y enseñanzas. Ramana, Papaji, Mooji, Sesha, Tony Parsons, Gangaji, Nathan Gill... Estoy simplemente fascinada y con una profunda sensación de que un potente y fresco aire me acompaña en mi camino a casa. No vas a encontrar métodos y técnicas en el Advaita, vas a encontrar mucha sencillez y pureza, tanta como para responder a un niño y tanta como para llegar a profundidades insondables. Y entonces comienzo a entender que el viaje es perfecto aunque en realidad no existe tal viaje, porque Dios, la consciencia, el todo, siempre está aquí y ahora, siempre presente.
Si te interesa sumergirte en esto, ve al blog amigo “Lecturas Advaita” en la columna de la izquierda.
Y para finalizar esta entrada, transcribo aquí una reflexión que me encanta de José Díez Faixat, "Siendo nada, soy todo", tomada del blog Lecturas Advaita:
"Aunque el conocimiento de Dios no pueda ser alcanzado mediante la búsqueda, sólo aquellos que lo buscan terminan encontrándolo. Abu Yazid Bistam (Bayazid)"
Porque el despertar no es el resultado de nuestra investigación, pero nunca sucede sin nuestra investigación. Si no hacemos algo al respecto, seguiremos exactamente donde estamos.
Nos hallamos, pues, en una complicada encrucijada: si el ego hace algo para iluminarse, su mismo esfuerzo lo impide, pero si no hace nada, tampoco surgirá la iluminación. La clave para resolver este dilema está en comprender que la acción no debe orientarse a perseguir la realidad absoluta, como si actualmente no la poseyéramos, sino a desenmascarar la mentira con la que nos estamos engañando en cada instante al identificarnos con una estrecha entidad relativa. (...) El Sí mismo ya lo somos y, por tanto, no hay que hacer nada para lograrlo. Basta, pues, con dejar en evidencia el caracter ilusorio del yo separado, para que se manifieste diáfanamente la plenitud que somos desde siempre.
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