lunes, 22 de febrero de 2016

Pasando por alto nuestro mayor regalo

Buscamos por todas partes fuera de nosotros mismos tratando de encontrarnos.

Acumulamos experiencias, relaciones, conocimiento y objetos.

Anhelamos reconocimiento por parte de los demás para verificar nuestra importancia. 

Pero aunque podamos haber encontrado placer o premios de diversas maneras, frecuentemente hemos pasado por alto nuestro mayor regalo, oculto a simple vista: nuestra apasionada presencia.

No nos damos cuenta de este regalo porque estamos muy ocupados buscando otras cosas en otras partes. En tanto dependamos del aumento de la sensación de ser nosotros mismos para ser felices, nos sentiremos decepcionados. El contarnos cuentos acerca de lo que nos falta es lo que nos obliga a una incesante persecución de nuestros deseos, lo cual nos asemeja -como diría mi maestro Poonjaji- a bestias de carga guiadas por un loco.

La felicidad surge en la relajada simplicidad, viviendo el presente y contentándonos con esta vida que nos ha sido concedida.

Lo que se conoce como "realización" es, simplemente, la percepción de esta inmaculada presencia aquí y ahora, dándonos cuenta o percibiendo claramente el milagro tan vulgar de simplemente ser. 

Esto no requiere alcanzar nada puesto que está ya sucediendo. No requiere circunstancias especiales, ni epifanías vitales, ni preparaciones meritorias. Es plenamente presente en cada instante de nuestras vidas, siempre fresco e inocente a pesar de nuestras tristezas, quejas y por muchos fracasos o males que creamos haber soportado.

Ni sufrimientos ni transgresiones lo disminuyen, de la misma manera que las buenas acciones no lo mejoran. 

Catherine Ingram

jueves, 11 de febrero de 2016

¿Cómo te relacionas?

Nos relacionamos con los demás desde el lugar que hemos descubierto en nuestra conciencia. Si no hemos hecho ningún descubrimiento y estamos en el pensamiento, nos relacionamos desde el pensamiento, es un intercambio de pensamientos con el correspondiente cortejo de emociones.

O bien tenemos envidia de una persona, o bien la queremos manipular según nuestra ambición, o bien queremos hacerla un objeto para nuestras satisfacciones sensoriales. Se disimula a menudo la intención última, pero es patente. Se ve que una persona me es simpática porque sirve para mis intereses. Y me agrada porque me va a proporcionar placer o porque podría hacer un negocio favorable con ella. Y me resultará desagradable si no corresponde a mis intereses. Así son las relaciones cuando estamos en el pensamiento.

¿Hay algo más? Si, hay algo más, desde luego, porque si no hay algo más ni siquiera veríamos esto. Cuando somos capaces de ver en la sociedad actual el grado de competitividad, de agresividad de unos con otros, siempre manipulados, es porque hay algo diferente que puede verlo.

La dirección es seguir mirando, darse cuenta, no ocultarlo, no disimularlo, no volver al pasado. El pasado no fue mejor con todas sus ilusiones porque el pasado tenía sus problemas también. La solución es mirar y mirar.

Cuando me doy cuenta de esa mirada que es creativa porque viene de la verdad, puede brotar una relación entre los seres humanos más auténtica. Cuando ya no busco nada puedo relacionarme con un ser humano de una manera serena y amistosa, pero cuando necesito afirmarme con el otro le estoy utilizando para conseguir mis deseos: si busco poder estoy utilizando a otros con ese fin, sea político, social o cualquiera que sea.

Si necesito poder, incluso las relaciones que parecen más bonitas, las familiares, las de pareja, quedarán incluidas en mi error, y serán falsas. Parecerán bonitas en mi imaginación pero en cualquier momento querré ejercer poder en la relación, porque al sentir que no soy, buscaré ser en una manera particular.

Consuelo Martín (La Revolución del Silencio)


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...